sábado, 3 de diciembre de 2022

Cómo superar la parálisis en el ombligo del mundo. “Parálisis”, de José Reséndiz. 2022. Autoedición artesanal.

 Comentarios a "Parálisis", de José Reséndiz, 2022. Autoedición artesanal. 

Dice Stephen Vizinczey en uno de   sus diez mandamientos para un escritor, que “el lugar donde vives es el ombligo del mundo”, por lo que “no adorarás Londres-Nueva York-París”. Yo, por mi parte, agregaría Ciudad de México, Querétaro capital y Guadalajara, por esto de la FIL cada año. 

Así, para José Reséndiz, Ajuchitlancito es el ombligo del mundo. Leerlo es acercarse a la campiña queretana en su expresión más natural, con toda la flora que adorna en diversas épocas del año su hábitat, escondido detrás de uno de los tantos parques industriales que pululan en nuestro Querétaro. La comunidad que lo vio crecer es también en la que han nacido y crecido sus hijos y en donde él, como parte de un equipo humano esforzado, ha podido inducir un proceso cultural muy interesante y ejemplar. 

Fotografía de Aida Contreras Ochoa. 

Acercarse a su poesía también es quedarse inmovilizada junto con él en esos episodios de parálisis del sueño que reconozco haber vivido.

Lo extraordinario es cómo me lleva de la mano, a través de la lectura de su “Parálisis”, de los poemas arrancados del sueño por un ente preciso y memorioso que anota en una pizarra lateral del subconciente cuando se le deja crear a sus anchas en esos estados alfa y delta necesarios para nuestra recuperación mental y física. Esa pizarra se desarrolla en palabras que tratan de capturar esa alteralidad de la conciencia que significa dormir. Duerme y se observa, a veces soñando y libre, a veces totalmente inmóvil, atrapado en sí mismo.

Sus tres capítulos: Sueño, Parálisis y Oraciones persiguen la sanación de ese estado intermedio que la ciencia médica se denomina “parálisis del sueño” como "una afección en la cual usted no puede moverse ni hablar cuando apenas se queda dormido o al despertar. Durante un episodio de parálisis del sueño usted está totalmente consciente de lo que está pasando", según el sitio web Medicine Plus, de la Biblioteca Nacional de Medicina con sede en USA.  

A veces, un estornudo -un acceso involuntario de las vías respiratorias- lo libera. 

Por debajo de la puerta

se coló un suave

aroma a tierra mojada

robándome un estornudo

llevándose consigo aquellos

olor a muerte que impregna

la parálisis.”

… y la conciencia se apresura a describir lo vivido, antes de que el pensamiento lógico se adueñe de las palabras y del discurso mental…

“La inspiración hizo latir mi corazón

con gran fuerza bombeando

sangre por todo mi cuerpo

llevando oxígeno a mi cerebro,

no mucho,

pero si el necesario

para ordenarle

o más bien obligarlo

a desbloquear

mi sistema nervioso

y poder moverme antes

de que olvidase esto

y escribirlo”.

El oficio del poeta es perseguir las palabras para lograr que expresen lo inasible por la lógica y el lugar común. Pero a veces las palabras lo persiguen hasta en los sueños, y cuando se da la vuelta y trata de apresarlas, se escapan con la mañana, como en el poema XV:

 “Despierto ávido de inspiración,

pero una corriente de espectros

fantasmagóricos me arrebata la metáfora”.

Esa parálisis del sueño pudiera llegar a sentirse como la muerte en vida. La poesía describe y rescata a la vida al poeta, también le otorga la seguridad de la conciencia y al mismo tiempo la promesa de que al ponerlo en palabras, será real y no desacreditado como cuando decimos “fue sólo un sueño”.

Otra situación interesante de la poesía de Reséndiz es la conciencia del cuerpo, de sus funciones automáticas y de cómo las emociones se alojan en diversos órganos. La anatomía psicológica podría ingresar en los escritos metafísicos y de alguna espiritualidad orgánica perdida, pues llega a describir el deambular del alma por la corporalidad, como si circulara junto con la sangre o como si estuviera metida en las terminales nerviosas  que nos recorren y terminan en alguna parte del cerebro.

XXXIX

El espíritu, mi espíritu

recorre mis sienes

buscando alimento.

Ya conoce el camino,

desliza mi cuello

hasta alcanzar mi costilla

para detenerse

y beber de mi sangre.

Vomita decepcionado.

El temor en el plasma

no es un elemento

que le beneficie

al hombre y tampoco

a su esencia”.

La parálisis exige a quien la sufre  diversos modos de despojarla de su esencia angustiante y terrorífica. Una es la descripción, la otra es la oración religiosa. Y ahí está el tercer capítulo para revisar poéticamente si las letanías católicas acallarían, aliviarían, alejarían la amenaza de ese fenómeno.

Sin embargo, la oración a ese “dios extranjero” al que hace referencia en el poema XXXIII tiene muchas variantes, en una oscilación en la que la fe y la pérdida de ella se mezclan en las frases que todos los educados (y asustados) en la fé católica tenemos tatuadas en la memoria. Y sirven de referencia, de cántico y de epílogo de varios poemas, con sus cambios necesarios para la necesidad específica del poeta.

Y la culpa (por mi grande culpa), por atraverse a tener en casa un símbolo de la espiritualidad originaria, de esa que integraba un modo de vida que casi se destruyó con la conquista española de la espada y de la cruz, en el poema LI:

“veo cómo

la mirada de Dios penetra

como un alfiler al guerrero

jaguar que adorna el buró”

Yendo más allá del simple fenómeno físico,  pudiera pensarse que la Parálisis de la que se escapa repetidas veces son los marcos mentales en los que hemos sido educados en esta sociedad clasista, religiosa y timorata. Son los límites de la cuna, que impiden que caigamos cuando no estamos listos para caminar, pero que nos estorban cuando queremos volar y soñar.

¿Quién sale de la parálisis que nos constriñe a repetir patrones de comportamiento, costumbres, hábitos y represiones religiosas, sociales y culturales? Quien se acerca a conocer su origen, a sus características y a la cultura que los originó, así como a leer sus más grandes cuestionadores: los pensadores y escritores. Asimismo, a quien reconoce en sí mismo las estructuras de esa educación.

Un escabroso camino de autoconocimiento y de adquisición de la cultura universal se nota en este poeta, y nosotros somos los afortunados testigos de ello. Felicidades por este primer fruto.

Gracias.

 

Anna Georgina St.Clair 

Ajuchitlancito, Querétaro. Noviembre 2022. 


viernes, 18 de noviembre de 2022

La asombrosa autopista Durango-Mazatlán. Ecos de mi viaje noviembre 2022.

 

La luz al final del túnel. 

De repente se nos hizo completa oscuridad, traíamos los ojos acostumbrados al perfecto sol  de tres mil metros de altura a las cuatro de la tarde. Apenas si alcanzamos a ver la raya doble amarilla de no rebasar. Combrobé traer las luces encendidas,  nos dio miedo pero el carro no podía regresar y tampoco se podía quedar varado (mediante un frenazo que pudiera ser más contraproducente aún) en esa negrura tan absoluta. Así que decidí, sin ver más que a metros delante de mí, seguir andando y escudriñar el fondo a ver si en esa curva tan pronunciada, aparecía, aunque suene poco original,  la luz al final del túnel.  No había carro en el carril contrario, así que avanzamos hundidos en una negrura casi total unos segundos que parecieron horas.

De regreso Mazatlán-Durango, una semana después, la circulé con la última hora de noche, confiada en su perfecto trazo, su amable línea y su señalización nocturna. Me encontré con dos ambulancias, una me rebasó y otra la vi entrar por la carretera libre, que en algunas partes coincide con la de cuota. Llegué a Durango sin contratiempos ni accidente a la vista. Después sabría en dónde se ocuparon, y me alegré de mi suerte.

Nunca creí posible que pudiera atravesar tantos puentes y túneles en tan poco tiempo. Perfectamente señalizados, con su nombre, longitud y advertencias, circular a través de ellos fue una delicia y al mismo tiempo una tensión especial.


Andaba  en la autopista de cuota Durango-Mazatlán, construida en 2012. Yo estaba preparada (pero nunca la realidad se iguala a las expectativas) mentalmente para asombrarme. No podía comparar directamente lo que el útil Google Maps me aseguraba: que andando en una poco quebrada carretera de cuota, me ahorraría 2 horas 13 minutos de viaje, aunque debiera pagar 668 pesos por derecho de vía. Sólo tenía la referencia de mi mamá, que hace como cuarenta años llegó muy lastimada con Raymundo, de un viaje “al sur” de los muchos que hacía, platicando que  habían chocado con una vaca negra a medianoche en la carretera Durango Mazatlán. El carrito viejo del muchacho, desecho en el fondo de un barranco se había quedado. Me dejó muy impresionada.

Pero ahora fue distinto. Decidida a cambiar de ruta y conocer otros estados de la República, ubiqué que ya había tramo nuevo, y en alguna parte había escuchado nombrar lo impresionante que era. Bueno, para dos horas menos de camino y menos riesgo, pues fuimos por ahí. Y económicamente hasta nos convenía en materia de cuotas, pues entre Querétaro y Durango no hay cuotas qué pagar y resultó estar en muy buenas condiciones la carretera federal.  A diferencia del tramo entre Querétaro Mazatlán, que para circular seguros y con caminos en buenas condiciones,  hay que pagar altísimos peajes.  Fueron 250 kilómetros muy emocionantes.

Del túnel al puente. 
Las dos horas  desde Durango están bastante tranquilas, claro, con algunos puentes y un paisaje impresionante y escarpado de la sierra. Casi inmediatamente vimos entre pinos y cedros y mahueyales, bella  flora de montaña, además de que el aire se enfrió de forma agradable. Llevábamos tres túneles medianamente iluminados cuando entramos literalmente a un agujero negro. Lo bueno es, a pesar del miedo que nos dio, en que confiamos en que en algún punto aparecería el otro extremo, aunque tardamos algunos segundos de zozobra. Apareció la luz y lo verde del paisaje, y respiramos aliviados. Ahí me di cuenta que los dos o tres túneles tenían iluminación, aunque fuera tenue  y que éste adolecía de las señales reflejantes. Afortunadamente fue el único.

 

Después de dos horas de caminos más o menos rectos y con pocos túneles, además de poco tráfico de camiones y coches, nos encontramos con algo extraordinario que nunca había experimentado.  Era como si a un gigante le hubiesen dado la tarea de trazar una línea con ligeras curvas y con pocas diferencias de altitud, entre montañas escarpadas y hondos barrancos.  Así, ese trazo muy agradable al manejo, atraviesa tramos cerriles, desde 60 mts hasta 2 km de longitud, con túneles perfectamente estructurados. Y saliendo de los túneles, pasamos sobre puentes por cañadas cuyo fondo era imposible de ver, máxime habiendo tanta vegetación lateral y circulando en una carretera con pocos lugares en dónde detenerse y apreciar el paisaje.

Llegamos a recorrer 61 túneles y dos puentes atirantados, es decir, sostenidos por tirantes anclados cada uno en una montaña.  Uno de ellos, el puente “Baluarte Bicentenario”, tenía hasta el año pasado el record guiness del puente atirantado más grande del mundo.


En el Mirador. Al fondo, el puente Baluarte. 

Antes de llegar a ese puente, nos estacionamos en un lugarcito que se llama “El Mirador”, que era de los pocos puestecitos con baño y comida regional que vimos en la carretera. El motivo fue ir al baño, pero al dar la vuelta me encontré con la razón de su nombre: a lo lejos, se divisaba el puente Baluarte, al tiempo que me di cuenta de que abandonábamos el precioso y desconocido estado de Durango y entrábamos al querido estado de Sinaloa.

El asombro fue creciendo conforme entramos al puente. Rumbo a Mazatlán no alcanzamos a tomar fotos por lo mismo de que no se permite detenerse y Emi y yo no cabíamos en nuestro asombro, admirando esa obra de ingeniería que, al igual que todo lo hecho en esa autopista, me enorgullece como mexicana.

Estructuras gigantes sostienen los tirantes en 
el puente Baluarte. 

Trajimos un ratito el sol al ras de los ojos mientras recorríamos los últimos cien kilómetros en una serie interminable y asombrosa de túneles y puentes sin cesar. Ese gigante había atinado tan bien en el trazo que no resultaron pesadas esas tres horas y media de camino. Pude aspirar aroma a pinos, ver cuántos pueblos están asentados aún en las zonas más altas de Durango –y cómo la autopista las conecta de todos modos aunque exista la carretera más antigua en funcionamiento- y asombrarme de lo escarpado de las montañas de la sierra madre occidental, una de las dos columnas montañosas de mi país.

De regreso Mazatlán-Durango, una semana después, la circulé con la última hora de noche, confiada en su perfecto trazo, su amable línea y su señalización nocturna. Me encontré con dos ambulancias, una me rebasó y otra la vi entrar por la carretera libre, que en algunas partes coincide con la de cuota. Llegué a Durango sin contratiempos ni accidente a la vista. Después sabría por qué.

Emi en el atardecer en la sierra de Durango. 


Al día siguiente, cuando fui por mi relleno de café americano al Oxxo de Durango, en la mañanita antes de aventarme el último día de viaje, me detuvo un periódico de nota roja: “Aparatoso choque de frente:  tres muertos”, que había sucedido entre un camión de pasajeros y un coche particular, en la libre entre Durango y Mazatlán, por eso las ambulancias.

Me quedé impresionada. Pensé en cómo hubiera podido evitarse esa tragedia, que imagino no es la primera ni la última. Que bajen  o quiten la cuota tan alta de la autopista que yo circulé, concluí. Apenas así evitaríamos tanto accidente. Ya van diez años de cuotas altas, ¿ya se habrán pagado esas obras tan impresionantes de ingeniería, o cuánto les falta?

Por esas situaciones que vi, creo que deberían ya hacerla gratuita o bajar la cuota de recuperación, pues por ser tan alta, provoca que mucha gente todavía utilice la peligrosa, larga y tardada autopista libre.

NOTA A LAS FOTOGRAFÍAS:  La gran mayoría las tomó Emiliano, yo estaba muy ocupada manejando. Y son del viaje de regreso Mazatlán-Durango, cuando ya sabíamos qué capturar y cómo hacerlo.  

miércoles, 16 de noviembre de 2022

DURANGO, LOS ALACRANES Y EL PASEO DEL VIEJO OESTE. Ecos de mi viaje noviembre 2022.

 

Yo le había dicho a Aída que cuando fuera a Durango me iba a comer un taco de alacrán, medio en broma y medio en serio. Pues si,  había un puesto de tacos de carne asada (claro que no podía faltar, ¡ya estábamos en el norte de México! ) que también preparaba tacos de alacrán.



Antes, me había tomado una foto con un atractivo vaquero que me sorprendió porque sacó su pistola sin preguntarme si estaba de acuerdo o no.

Déjenme platicarles antes porqué estuvimos en Durango.

En este viaje a mi ciudad natal, hice cambio de ruta terrestre: tenía toda mi vida (en viajes cada seis meses o cada año) transitando a Hermosillo vía Guadalajara, a excepción de una ocasión que se me ocurrió ir por Chihuahua, así también, para variar.

Por eso me decidí en acudir vía Durango-Mazatlán-Hermosillo, para conocerla y pasar por estados y ciudades con los que no estoy familiarizada y a los que rara vez acudo.  Durango no conocía, a Zacatecas había ido una sola vez y a San Luis Potosí también, cuando fui de paso rumbo a la Huasteca.  

No me metí a las ciudades, y de la inseguridad de la que tanto se publicita sobre todo en Zacatecas, me di cuenta por la gran presencia y  movilidad de elementos de Guardia Nacional circulando por la carretera; en un retén, de los dos que pasé en ese estado, un muchacho con uniforme de Guardia me pidió amablemente mi licencia de conducir, luego de preguntarme de dónde viene y a dónde va. Le dije mis planes para ese día, pues contestar esa pregunta en relación con mi vida entera se me hubiera hecho muy difícil.  Me alegró darle un uso a mi licencia  porque casi nunca me había hecho falta.

Así, fuimos a Durango desde Querétaro en un solo día. Tras nueve horas de camino llegamos a la ciudad que me dio más aires norteños que del centro de México.  Ahí descansamos en un céntrico y económico hotel,  y al día siguiente fuimos al famoso Paseo del Viejo Oeste, un set cinematográfico de infinidad de películas de vaqueros del oeste tanto mexicanas como norteamericanas, situado a 14 kilómetros de la ciudad. El costo de la entrada fue bastante económico, tomando en cuenta el pase gratuito a personas con discapacidad como Emi, y un 50% de descuento a las de tarjeta INAPAM, como la que acabo de adquirir, es decir, solo pagamos 35 pesos.



El lugar es espectacular, ambientado en tres modos diferentes los ambientes de las películas western: las del pueblo yanqui del siglo antepasado, con cantinas,  banco, los restaurantes, la central de carretas con caballos, el post office, todo de madera crujiente.

 La del pueblo mexicano, con tres pequeñas cuadras que escenificaban la casa de hacendado con sus dos pisos y su fuente, la casa de adobe descarapelada, la casita del campesino llena de aditamentos de arado y flores al frente, el banco y la iglesia católica-española. 



Los responsables de las tiendas y otros habitantes del pueblo (que resultaron ser actores de los sketches),  andaban ataviados con vestimenta típica vaquera, mexicana antigua o indígena del norte de América.  




Ahí me tomó Emi la foto con el guapo empistolado, que sin preguntarme me pasó la mano por los hombros y con la otra sacó una pistola grande, de utilería, que me sorprendió y me dio risa.


Y finalmente, el espacio  de los indios, lo más cliché de lo salvaje, lo oscuro, con ahorcados de juguete posando en la entrada, osos y pumas de utilería en actitud de ataque, ofrendas más parecidas a la santería con incienso…. y su sonido de tambores y de rugidos de tigres accionados por actores muy morenos disfrazados al estilo de los apaques, comanches y demás indios del norte de América. Como vivienda, se aposentaron los famosos huipis blancos, como un asentamiento provisional. Tal parecía que en esa área dedicada a los indios ingresabas al espacio donde accionabas tus propios miedos más profundos,  lo primitivo y a la vez donde estaban más elementos de la naturaleza integrados a la vida cotidiana de los primeros pobladores de América.  Qué decir que las mejores y más bonitas artesanías estaban  en esta sección.



Desde media hora antes de la hora establecida para el inicio,  las maderas apostadas a lo largo de la calle principal del pueblo yanqui estaban ocupadas por los visitantes que, aleccionados a no atravesar la polvosa calle ni a gritar o levantarnos de nuestros asientos, esperábamos ansiosos lo que a continuación sucedió: un desfile con las banderas de los comercios de artesanías, comidas y bares instalados en cada uno de las casitas de los tres espacios, todos disfrazados con ropa de la época, incluyendo las meretrices que salieron en llamativos atuendos rojos y negros.  



Luego, un sketch de media hora, que incluyó como uno de los personajes principales a un brujo indio con el mismo atuendo que Jhonny Depp usó en la película “El llanero solitario” de Disney,  llamado “Tonto”.  El sketch incluyó bandidos, indios, ladrones, dueña de banco, cajero y claro, un número tipo Can-can con las meretrices. Bien actuado y muy entendible el guión, hasta yo me reí.  También pasaron jinetes indios  y  carretas, todas jaladas por caballos. Me gustó que todos tuvieran micrófonos ocultos, lo que hacía que pudiéramos escuchar perfectamente los diálogos, así los disfrutamos tanto los que estábamos frente a los actores como los que apenas alcanzaron lugar al final de la calle. 

Nos dimos el gusto de montar un ratito a caballo, darle una vuelta al pequeño pueblo turístico-cinematográfico, al ritmo relajante de las cuatro patas que dan pasos seguros y rítmicos. Fue la primera vez que montaba desde hacía varios años y la sensación es única. Emi también disfrutó,  él acude a su equinoterapia en sus Manos Capaces una vez por mes.  

Yo le había dicho a Aída que cuando fuera a Durango me iba a comer un taco de alacrán, medio en broma y medio en serio. Pues había un puesto de tacos de carne asada (claro que no podía faltar, ¡ya estábamos en el norte de México! ) que también preparaba tacos de alacrán. Pedí explicaciones y me dijeron que asan uno y lo ponen, sazonado y con limón, encima de un taco de carne asada. Me los mostraron de dónde los toman, vivos… una pecera con rocas, tierra y tronquitos secos, en donde los alimentan con grillos para tenerlos listos para el cliente. Solo de verlos caminar con sus pinzas y cola  levantadas, me erizó la piel de los brazos y de la cabeza y salí corriendo. Recordé las hordas de alacranes que como plaga aparecían en la casa de mi papá en Kino, o las dos veces que me picaron en Hermosillo. La primera ocasión, tenía yo nueve años, me puse grave y sin poder respirar bien durante un rato, pues no tenían antialacránico en el Seguro, a donde me llevó mi mamá.

 La verdad, la comida de ahí no se me antojó. Los recuerdos como llaveros, imanes  sí, pues estaban bastante económicos y eran muy vistosos, al parecer es el lugar donde tienen las artesanías y cosas típicas más baratas de Durango, por lo que pude comparar con el mercado Gómez Palacio (así se llama su mercado municipal) a donde habíamos ido a desayunar.

Nos invitaron los actores a esperarnos media hora más, pues en el área mexicana hacían otro sketch diferente. Nosotros teníamos una cita con la nueva carretera (nueva es un decir, ya tiene diez años pues se inauguró en 2012) panorámica y acorta-tiempo Durango Mazatlán, de la que tanto había oído hablar. Salimos de ahí contentos y listos para continuar nuestro camino.

Íbamos a transitar la espectacularidad en caminos, más emociones para ese día nos aguardaban. Pero eso es para la próxima entrega.

domingo, 9 de octubre de 2022

Cuentos

Había una vez 

un mono en un árbol

que se meneaba atento

al sueño de un león


Una hormiga en el camino

esperando el calor

del sol


Una caldera fría

un sapo sin pestañas 

una bruja sin escoba


Un sueño sin frontera

una estrella hecha quimera

un camino sin retorno


Siete años de buena suerte

un día sin pensar en la muerte

y miles de arenas sin contar


El día en que te vi

la promesa que cumplí

y mi flecha de querubín


El pálido azul de tu cabello

el rojo mortal de tu mirada

y los milagros del mar


Había una vez

en mi tierra sin arar

la historia de lo que no fui

fue inventada por tí


(c) Conjuros para seguir. Autoedición 2021. 

Taller en Ajuchitlancito

Posamos con una niña, su dibujo y su cuadernillo. 
 Fue significativo y estimulante ver convertido mi único poema infantil en noventa dibujos producidos por igual número de niños y adolescentes en un macro taller de expresión plástica. Eso fue en Ajuchitlancito, municipio de Pedro Escobedo, el pasado sábado 8 de octubre del 2022. 

 

Nos invitó José Reséndiz, promotor cultural independiente del lugar y fundador del colectivo titulado “Educación para la paz, Francisco Hinojosa”.

Arribamos Aída  (Aída Elena Ochoa Contreras, a quien debo la foto superior)y yo a las 10:30 am, listas para presenciar el segundo encuentro cultural, abierto y gratuito para todo público, en la comunidad mencionada. Estaba Braulio Guerra, “Mago”, escritor sanjuanense y promotor de la lectura, platicando por micrófono con más de un centenar de personas, acerca de la escritura y los procesos creativos. Había presentado su libro “Narraciones ordinarias de criaturas extraordinarias”.  Luego llegó Arturo Montes, con una mezcla de títeres, música, clown y teatro que logró tener cautiva la atención y risas de chicos y grandes.

Entonces siguió mi Taller, y con la ayuda atenta de Aída, otros integrantes del colectivo. ¿El lugar? La escuela primaria 5 de febrero, con la presencia del director vespertino Prof.  Cosme Ceballos. También estuvo presente Jennifer Rivera, regidora del ayuntamiento de Pedro Escobedo, quien también forma parte activa del colectivo.

Para llegar desde Querétaro, accedimos por la carretera federal a la CDMX, luego entramos en el mundo arreglado, organizado, pavimentado y limpio de los varios parques industriales de Pedro Escobedo, adyacentes a la transitada ruta. Y un poco más lejos, en medio de praderas llenas de flores amarillas, miniaturas de girasoles, y alfombras de flores moradas, sin ninguna señal y dejándonos guiar por las personas que esperaban transporte, llegamos al Ejido Ajuchitlancito. Ni siquiera Google Maps nos supo guiar,  no lo tiene bien ubicado y menos cómo llegar.

Una escuela federal fue el lugar de reunión, pues sirve de punto de encuentro comunitario, con perros cuidadores aceptados por todos, con una cancha multiusos techada con  medio cilindro gigantesco, como los hay miles en el país. Y como en muchas partes, sin servicio de agua corriente en los baños, eso sí, muy limpios y completos.

Vi niños ávidos de actividades, con mucha seriedad e interés por lo que se explicaba. Más de cien, que se redujeron un poco sentados en las sillas y se extendieron a jugar en las canchas y afuera de la escuela, conforme pasaba el tiempo. Cuando llegamos a mi taller, les leí el poema “Cuentos”, de mi poemario “Conjuros para Seguir” (2021). Nunca había hecho taller con tantos niños. Lo bueno es que tuve apoyo eficiente, hasta las mamás participaron. Al final, armamos un cuadernillo por niño y lo engrapamos, así cada uno se llevó material a su casa para seguir dibujando libremente.

El feliz equipo de trabajo. 


¡Qué hermoso ver la creatividad infantil! Fue un gran alimento para mi propia creatividad y sensibilidad, cosa que agradezco infinitamente.

Es cierta esa frase: cuando das con el corazón, recibes más de lo que entregas, y así fue.

Gracias Ajuchitlancito, gracias colectivo “Educación para la paz Francisco Hinojosa”, que con su actividad aportan esperanza y luz que sólo el arte y la cultura pueden, en el desarrollo personal y espiritual. Y esto cuenta tanto a los habitantes de las comunidades como a los afortunados invitados a estos encuentros.

Estamos al pendiente de la inauguración de una pequeña biblioteca local, impulsada también por el colectivo, que tanta falta hace a niños y adultos.

Finalizamos el encuentro obsequiados por una opípara comida obsequiada por el colectivo, no menos sabrosa y nutritiva que las actividades. Se nos entregaron, por parte del poeta José Reséndiz, previas sentidas palabras, reconocimientos simbólicos. Y después de intercambiar direcciones y datos personales, regresamos a la ciudad con un grato sabor de boca, corazón y mente: flores, cuentos, niños, poesía, arte, títeres, calidad humana, poblaban mi conciencia cuando llegué a mi casa. Y decidí entonces escribir esta crónica.

jueves, 28 de julio de 2022

COVID19 llegó a mi cuerpo.

 

A mí, como a una parte importante de la humanidad, me dio Covid19 junto con mi hijo menor.

Lejanos estaban los días en que nos aislaron y quitaron todo contacto humano cercano con extraños, allá por marzo del 2020, mientras veía con horror, por las redes sociales, las escenas de los enfermos acumulándose fuera y dentro de los hospitales de todo el mundo.

Un domingo de este julio me invitaron a una conferencia. Éramos más de mil personas en un espacio hecho para una fiesta de unos cientos de personas. Yo, confiada en la reducción de los casos y en mis vacunas, durante las tres horas que estuve en el salón, me quité el cubrebocas para tomar agua, botanear unos cacahuates garapiñados y tomarme una selfie.  Estaba demasiado emocionada por regresar a un ambiente político de fiesta, y apagué todas las  alarmas deberían de haber estado prendidas en mi (casi) siempre alerta de contagio. Ya estaba vacunada tres veces, además.

La variante Omicron de Covid19,
predominante en 2022. 

Y me dio calentura lunes por la tarde, fiebre el martes, con dolor de cabeza. Fui al IMSS a hacer fila en el aire libre junto con cientos de otros probables enfermos. Y a las cinco horas de espera, en donde hasta amigos hice, supe la realidad: positivo de Covid19. A los trabajadores les daban cinco días de descanso, a mí me dieron medicamento para la fiebre, me ofrecieron oxímetro que rechacé por ya tener uno en casa, y para los síntomas del resfriado, que no tenía todavía: mocos, flema y estornudos. No se me quitaron el olfato y el gusto. De seguro fue Omicron, que es la variante predominante en todas partes.

Vine a casa en cierta forma aliviada, ya sabía más o menos lo que podía esperar y cómo cuidarme, o eso pensaba yo. La medicina que me dieron resultó muy efectiva para tumbarme, noquearme y no dejarme despertar sino hasta horas después. Una tarde abrí un ojo y vi a Emiliano sin cubrebocas en la entrada de mi cuarto, tratando de averiguar cómo estaba yo.

Mis parientas de Querétaro se ofrecieron a traerme víveres y de paso regalarme un desinfectante que me aseguraron quita los virus del aire, para que no se enfermara mi otro hijo también.

Esa tarde las esperé en la sala, viendo una serie de documentales de hackers, fraudes y espionaje cibernético. Como me tomé la pastilla noqueadora, tuve sueños extraños. En uno de ellos, tenía sed y tomaba del desinfectante (que me dieron en una botella de dos litros de agua mineral) creyendo que era agua mineral, me supo como ligeramente a amoniaco y traté de vomitar, pero solo me salieron flemas.

En otro sueño le hablaba por celular a mi cuñada y le decía que si había venido a la casa a dejar los víveres. Ella me decía que sí había salido, con Emiliano detrás de mí y que les decía, señalando a las nubes, que iba a llover, que mejor se fueran. En el sueño, yo no recordaba haber salido ni recogido las bolsas que me trajo.

En otro sueño regresaba a otro capítulo de la serie de hackers, pues no recordaba haber visto el que estaba en ese momento.

En otro sueño me levantaba y veía los litros de leche en la despensa y me preguntaba cómo habían llegado ahí.

Al día siguiente, empecé a investigar qué había de real en mis sueños y qué no. Resultó que sí salí a recibir los víveres, platiqué y regresé a dormir frente a la tele. Luego volví a despertar, tomé del desinfectante pensando que era agua mineral, traté de devolverlo y como no pude, me volví a dormir. Luego le hablé varias veces a mi cuñada a preguntarle siempre lo mismo: que si había venido, que si qué le había dicho y que había tomado del desinfectante. Y me volvía a dormir.

Es la única vez que he tenido una especie de sonambulismo semiconsciente, con muchos testigos. Creo que una parte de mí no se despertaba bien aunque me levantara y caminara. Esa medicina para la fiebre, Metamizol, fue la causante de estas extrañas transiciones que hice entre el sueño y la vigilia y sus estados intermedios.

Emiliano se contagió y dos días después de mí, presentó síntomas aunque más leves que los míos. Yo he tardado en estar completamente sana, en parte debido a mi acelere por retomar mi rutina de natación y caminatas de madrugada, en parte porque mis defensas no están pertrechadas por las amígdalas, que me retiraron de niña pensando que iba a enfermarme menos de las vías respiratorias. Después dejaron de extraerlas, viendo que resultaba contraproducente, pero a quienes nos quitaron esa importante protección respiratoria, no hubo forma de reponerla.

Van tres semanas y no me siento bien al cien por ciento, pero ahí la llevo. He visto que debo cuidarme como evitar enfriarme, andar descalza y respirar frío. Que debo respirar profundo siempre que recuerde (para ejercitar mis pulmones), tomar propóleo y tés de ingredientes naturales con miel, dormir bien, asolearme un rato (por la vitamina D) y hacer ejercicio moderado, aunque no sienta que me canso demasiado haciendo el que hacía antes (como nadar). Anoche me puse Vikvaporub en el pecho y espalda y me sentí mucho mejor. En resumen, me cuido como cuando era niña y me andaba aliviando de alguna bronquitis o laringitis que me daban muy seguido.

Esta semana no había agua caliente en las regaderas de la alberca, me bañé con agua fría y me sentí como resfriada otra vez. Volví a estar ronca y con cierto malestar corporal, aunque no  fiebre.

Sí quedé delicada y estoy aprendiendo a cuidarme, viendo qué debo y no hacer. Al contrario, Emiliano ya está recuperado. La ventaja de ser joven y tener anginas.

 

 

 

 

martes, 14 de junio de 2022

Impaciencia

 No veo para cuándo aparezca el brote

ni visualizo lluvia

         en un cielo nublado

deseo la ilusión      sueño     fantasía 

sin un ápice de espera

olvido la lentitud

mientras 

el tiempo corre a mis espaldas.



Floto en la tristeza

     de las metas no logradas 

deseo ser estalagmita

con una sola noche acuosa.


Corro y no dejo nada atrás 

mis pasos los lava el viento

la huella se va con la corriente

de la desesperanza

en una tormenta de melancolía

y autocrítica.


La amorosa madre

duerme y se evade

aparece Medusa

su voz y su mirada

      me congelan

olvido mis conjuros y avances

todo se remite a ser culpable de algo

avergonzarme de mi humanidad

tener siempre algo horrible qué ocultar

ni merecer nada

y si algo hago es porque debo

para que Medusa no me acuse    además 

de floja.


"El esfuerzo se cultiva con pasión

el gusto se acompaña 

con el amor de mi cuidado

con la alegría de los intentos

el esfuerzo de saber que se podrá 

el esfuerzo de creer en mí 

      aunque no sepa cómo"

(diría mi amorosa madre, ahora a cargo). 


Estiro mis capacidades al máximo 

quiero recordarme     felicitarme 

levantarme y seguir

aunque espesa la neblina

está el camino y mis pasos ciegos

lo descubren casi hermoso.

martes, 31 de mayo de 2022

Salir de la zona de confort.

 Con el desvelo propio de haber salido de mi zona de confort por un día, me preparo mi droga matutina enmedio de una zona bellísima del estado de Querétaro, en donde se puede acampar gratuitamente y de manera segura, en un bosque gigante de coníferas y mucho más cerca de las estrellas. ¿Pueden adivinar dónde es?

Así festejé con mis hijos y perro, los primeros días de mi sexta década. 

¿Y qué fue salir de mi zona de confort? Dormir sin colchón mullido, diez grados celcius nocturnos menos que en Querétaro Capital (nunca se me quitó el frío), a doscientos pasos del baño limpio más cercano, con carbón húmedo para encender fuego de mañana y escuchando los ruidos amplificados de perros, fiestas, música y juegos de niños durante toda la noche, ya que afortunadamente no estuvimos solos. 

Las tiendas de acampar y el carro, resistieron el traqueteo, y nosotros también.

(Foto tomada por Alan St Clair).


viernes, 27 de mayo de 2022

Para mis sesenta años

 Quizá he olvidado

me he equivocado    desviado el camino

enloquecido   hecho daño


Todo ha sido en legitima defensa

sobrevivir es un asunto serio

a veces dejas huesos en el camino

se pierden dientes   kilos    amores   dinero   amistades

se ganan paciencia   humildad   amores    arrugas


El panorama es mas amplio

la experiencia se afina de traumas

procuro que el dolor sea de sacarme las espinas

y no seguir sentada sobre ellas


Me cuido más que nunca

los días de hacerme la fuerte

       y caer en pozos profundos

ya pasaron

procuro brincar en pastos prístinos

comer de la mano de sabi@s

dejarme querer por l@s buen@s

entender que no tod@s son para mí

aunque sean mi familia de sangre


Me acepto sensible    delicada

una venada madura en el corazón del bosque


Las ausencias viven en mis escritos

fantaseo en el cuaderno

y procuro convivir fraternalmente 

con mi realidad



viernes, 8 de abril de 2022

"Nido": sendero y puente, en la antología de relatos de Alejandra Hoyos.

 Para Alejandra H. 

Cuando se iluminan

la madre oscura

el hombre débil

la tristeza abonada con lisiantos

azoteas sin llave       nidos con ausencias

y la fijación en los finales felices

de los cuentos de hadas


reconocerás los dientes de lobo

en los humanos más dóciles

levantarás los puentes levadizos

cuando asome tras la colina

el ejército invasor

disfrazado de monje. 


Relatos para entender

los torbellinos hormonales

de partos       duelos      obsesiones

los atravesamos a ciegas

jugando a la ruleta de la vida

donde la apuesta

somos nosotras.


Nos bajas del viejo pedestal

respiramos la fuerza de la autoconciencia

nos muestras tus heridas del naufragio

a tierra has llegado y la manada

lame tu tristeza hasta sanarte.


La princesa quedó atrás

Vasilisa regresa con su cráneo iluminado desde adentro

nadie te engañará ni ilusionará en vano

las letras muestran el sendero

las letras crean el sendero

de una vida ligera y ajustable

como una nariz de payaso. 


viernes, 25 de marzo de 2022

Ciclones con semillas

 Hay épocas de llanto

la primavera y los pájaros

aletean el dolor y lo reviven

como el árbol, incubo nuevos brotes

de heridas que manan savia

         y renacimiento

del ciclo de la fuerza

        y el duelo.


No acabarán las flores

ni los incendios que destruyen lo seco

cenizas fértiles de mañanas humosas

que correrán negras en la lluvia calma.


Hay bienestar en la muerte

hay vidas tan frágiles

         como mi mente

hay ciclones que traen semillas       

         del otro lado de la tierra

hay matanzas nucleares

que reinician ciclos ecológicos

hay rechazos familiares

que vuelcan hacia adentro    

        encuentran sentido en las dudas

        claridad en las rutinas

        brillantez en la nostalgia.


La primavera expulsó al invierno

existe un reloj que marca las penas

que seca el llanto hasta cierto punto

plantea la hora de la reclusión

        con escritura

señalará el momento de la paz

        y del regreso. 

           






martes, 11 de enero de 2022

FGR: Gestión de la impunidad por robos a pensionados y jubilados

 

Esta es la historia de una derrota anticipada. De bandas de ladrones de tarjetas de débito que actúan impunemente robando a pensionados y jubilados de Banorte, por lo menos de ese banco, gracias a la protección que alcanzan con la burocracia al echarse la bolita entre el MP federal y del MP estatal. La derrota es mía, y de miles de pensionados y jubilados más como yo.

Primero, no se considera delito grave el delito patrimonial sin daño físico. Y cuando se roba a miles  de usuarios sus pocos miles de pesos que reciben por sus años de trabajo, aun cuando la sumatoria podría alcanzar millones de pesos, no se cuenta porque son robos hormiga cuyos afectados no se han organizado todavía para exigir un alto a esas bandas estafadoras, para empezar con un actuar más contundente y responsable de las autoridades judiciales.

Ah, pero que no fuera un robo a una joyería, a una reconocida cadena de supermercados, a una institución bancaria, porque entonces sí, todas las patrullas acuden, toda la policía municipal y estatal se moviliza, hasta la guardia nacional.

Yo fui una de las afectadas. Y me ha tocado, en realidad, algo de suerte. Pues cuando fui a CONDUSEF en 2018 y el representante del banco, en la audiencia después de meses de espera, me indicó que no había modo de resarcirme el daño, la propia CONDUSEF me propuso que acudiera al Consejo de la Judicatura Federal a demandar al banco. Lo hice y gané el juicio, después de dos años, me regresaron el dinero perdido. Pero eso ya no se puede hacer actualmente, pues según me dijo mi abogada, había tantos demandantes que se sobrepasó a la institución y a partir de 2020 las puertas se cerraron, se negó el servicio del Consejo de la Judicatura, a los afectados.

Cada vez que voy a Banorte y me encuentro con las fotos de los delincuentes bancarios más buscados, en un cartel de la Fiscalía General de la República, me da coraje, rabia. ¿Por qué no los han agarrado si ya incluso los tienen identificados? Y yo identifico al ladrón en el póster que ponen en  los bancos. Lo recuerdo sonriendo mirándome a los ojos, yo sola en los cajeros de Banorte de Corregidora en el centro histórico,  en ese fatídico día, rodeado de mujeres que me decían “venga a este cajero, éste si tiene efectivo”, mientras yo inútilmente metía la tarjeta ya robada –igual que la mía, sólo que sus números y chip diferentes- en los cajeros y tecleaba mi nip, con los ojos de las cómplices detrás mío.

Y hoy fue la gota que derramó mi vaso. Me llegó un documento de la FGR (Fiscalía General de la República) en donde me dicen que han decidido no ejercer acción penal en mi caso. ¿Pero cómo iban a ejercer acción penal si nunca fueron ni siquiera a reconocer o conocer los videos del banco? ¿Si nunca me pidieron que identificara a los ladrones, siendo que ya habían sido identificados por ellos mismos como ladrones de tarjetas? ¿Si de seguro ha sido el destino de miles de expedientes de gente robada como a mí?

Y fui hoy mismo a la FGR. Pedí hablar con el Ministerio Público que firmaba mi notificación, (encargado según la ley de reunir pruebas del delito) y pude hablar con él. Le dije que estaba dispuesta a declarar a quién reconocía como mi ladrón. Él ni siquiera sabía o conocía mi expediente. Me dijo que no habían pedido el video del banco porque era un trámite judicial (se supone que ellos son representantes del poder judicial). Que si en Condusef me habían atendido. Le dije que sí, que hice juicio y lo gané. Entonces me dijo que ya me habían resarcido el daño patrimonial. ¿Y los ladrones?, le pregunté, ¿van a permitir que sigan haciendo daño? Porque yo sé quién fue, lo reconozco de las fotos que ustedes mismos han puesto en todos los bancos Banorte, por lo menos de Querétaro.  “Vengo a declarar quién fue”.

Me pedía que lo escuchara, pero no atendía a mis razones. Una cosa es que me hayan pagado lo que me robaron –por una minucia técnica que identificó mi abogada, no porque el banco hubiese querido pagarme desde el “seguro contra robos” que dicen tener- , y otra cosa muy distinta es poner un alto a los ladrones de jubilados y pensionados. En eso está fallando la Fiscalía General de la República, pues está dejando al “ahí se va”, los miles de casos que le están llegando por gente como yo, solo porque fueron realizados sin violencia o daños graves en lo físico. Logré que me fijara cita en próximo día para dar mi declaración y me mostrara mi expediente. Yo sé que no hicieron nada para investigar mi caso, en unos días lo voy a comprobar.  

Y así es cómo, mediante el exceso de burocracia, la inacción y la indolencia, se están dejando impunes para que sigan robando a estos delincuentes. Es más, al no haber castigo a este delito, se favorece el florecimiento de nuevos grupos y personas que ven en esta actividad una forma fácil de ganar dinero sin trabajar.

Me queda redactar mi impotencia, describir mi situación y al denunciar mi caso, ver si así contribuyo a que se haga algo al respecto para los miles como yo, que todavía penan por las oficinas de la FGR y la CONDUSEF. Ya el Consejo de la Judicatura Federal prefirió cerrar sus puertas para nosotros, en lugar de conseguir más personal u otro tipo de apoyos.

Así es como se gestiona la impunidad en estos tiempos.

----------------------------------------------------------------------------

(Crónica del robo del que fui objeto en marzo de 2018). Este escrito fue integrado a mi carpeta de investigación de la FGR. 


CUIDADO, HAY UNA BANDA SUELTA DE LADRONES DE TARJETAS EN QUERETARO

Anoche me robaron mi tarjeta de débito de manera no violenta de un cajero automático del centro de Querétaro, Banorte de Corrregidora, a media cuadra del Jardín Corregidora y donde se estacionan los tranvías turísticos. Un experto en juego de manos me la cambió antes de que yo la insertara en la máquina, so pretexto de que estaban descompuestos.

Yo llegué al cajero automático, estaba solo por fuera. Me asomé y  vi los cuatro cajeros ocupados. Del lado izquierdo, un señor muy pegado a una señora, hacía fila. Yo hice como el gesto de entrar y me dije que esa no era forma de hacer fila, quizá venía con ella. El señor desde adentro volteó, me miró a los ojos y me sonrió. Yo me quedé afuera y la señora salió y desocupó el cajero, entré y el señor me dijo que no estaban funcionando bien. Yo saqué mi tarjeta y él se acercó, tomó rápido mi tarjeta y la frotó, así se hace, mire, me dijo para que puedan funcionar. Yo no solté mi tarjeta. Ahí cambió mi tarjeta por una inservible y yo ni cuenta me dí.

¿Cómo me dejé engañar? En un segundo, una sonrisa y un cierto apuro me pusieron en sus hábiles manos.

Luego debía saber mi nip. Me dijo que me pusiera de lado, para que no me viera la cámara. Yo no le hice caso y volteé a ver si ahí estaba, en ese momento se hizo para atrás. Pero seguía al pendiente de mí. Me dijo que si no funcionaba, que tocara cancelar (del cajero) porque se podía quedar con mi tarjeta y rápidamente tocó la tecla cancelar. Yo retiré mi tarjeta y me fui a otro cajero. Entonces otra persona (una mujer de anchas caderas) me dijo que no servían los cajeros, pero que otro (situado a la otra orilla del cuarto que tenía cuatro cajeros) a lo mejor podía servir.

Yo fui ahí y metí la tarjeta que ya no era la mía, tecleé mi nip y nada. Me dijo la misma señora pruebe en este, que era otro de en medio. Lo hice y como tampoco me daba dinero les dije que  a lo mejor había caído el sistema, que mejor me retiraba. Siempre saqué la tarjeta oprimiendo cancelar.

Me fui aproximadamente a las 7:20 pm, caminando hacia la presentación, pensando en qué hacer pues tenía el carro estacionado y yo no traía más que 17 pesos sueltos, insuficientes para pagar el estacionamiento.

Tengo banca móvil, pero apagué el flujo de datos para ahorrar megas. Dejé el cel abierto para llamadas únicamente.

Estuve en la presentación hasta las 9pm y me regresé al cajero pensando que si se había caído el sistema, ya era hora de que se repusiera. Metí la tarjeta y ahora no oprimí cancelar cuando no me dio dinero ni reconoció el nip, El sistema me dijo que esa tarjeta había sido inhabilitada. Ahí se me encendieron las luces de alarma.

Salí y activé los datos en el cel y me apareció una disposición en efectivo de 7,200 pesos. Primero creí que me la habían clonado en el cine, a donde fui a mediodía con mi hijo.

Regresé y me metí al Oxxo a preguntar que si podía sacar efectivo, me dijeron que no tenían efectivo. Entonces recordé la “caída del sistema” de los cajeros , dos horas antes, y caí en la cuenta de que mi tarjeta  me la habían cambiado, coordinando la información con lo que el último cajero automático me dijo, que era tarjeta inhabilitada. Observé bien la tarjeta que tenía en mi poder en ese momento, la vi demasiado gastada, le di la vuelta y no tenía mi firma. Entonces hablé al 01 800 de Banorte para reportarla robada. Ahí me dijeron de los trámites que tenía qué hacer. Eso fue a las 9:12 pm

Regresé al estacionamiento y les dije que solo tenía 17 pesos, me faltaban 10 pesos para poder sacar mi coche. Después de mucho alegar, me perdonaron los 10 y salí hacia mi casa, a recoger e integrar el expediente de mi tarjeta. Una vez hecho eso,  salí en el carro con mi hijo mayor Alán a buscar un MP abierto, en la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Pie de la Cuesta, pero todo estaba cerrado. Regresamos a casa y hablé al 911, ahí me dijeron que hasta el día siguiente en horarios hábiles de 9 am a 6 pm podía poner mi denuncia.

Volví a hablar al 01 800 de robos de Banorte, ahí me explicaron con más detalle los procedimientos a seguir. Supuestamente no opera el “blindaje” que hacen a las cuentas cuando no es robo con violencia o si la tarjeta se gastó en comercios. Ninguno de los dos es mi caso.

Pero sí fue un robo, porque fue despojada sin mi consentimiento de un bien que me pertenecía. Me quedé sin dinero para el resto de este mes.

EXIJO una investigación expedita, por mí y los demás usuarios de bancos que pueden caer en manos de esta BANDA DELICTIVA, porque ese señor no actuó solo.

QUE el banco me regrese mi dinero porque el robo ocurrió en sus instalaciones. Para eso acudiré también a CONDUSEF.

SER TRATADA CON RESPETO y no culpabilizándome, como ya fue en el 01800 del banco. El hecho de haber sido engañada no me hace menos víctima de que un robo con violencia.

Esta carta la llevaré al MP, pero sí quiero hacerla pública para que SE ANDEN CON CUIDADO. Querétaro no es tan seguro como dicen, y menos CUANDO DEJAN QUE SIGAN SUELTOS LOS LADRONES.