domingo, 9 de octubre de 2022

Cuentos

Había una vez 

un mono en un árbol

que se meneaba atento

al sueño de un león


Una hormiga en el camino

esperando el calor

del sol


Una caldera fría

un sapo sin pestañas 

una bruja sin escoba


Un sueño sin frontera

una estrella hecha quimera

un camino sin retorno


Siete años de buena suerte

un día sin pensar en la muerte

y miles de arenas sin contar


El día en que te vi

la promesa que cumplí

y mi flecha de querubín


El pálido azul de tu cabello

el rojo mortal de tu mirada

y los milagros del mar


Había una vez

en mi tierra sin arar

la historia de lo que no fui

fue inventada por tí


(c) Conjuros para seguir. Autoedición 2021. 

Taller en Ajuchitlancito

Posamos con una niña, su dibujo y su cuadernillo. 
 Fue significativo y estimulante ver convertido mi único poema infantil en noventa dibujos producidos por igual número de niños y adolescentes en un macro taller de expresión plástica. Eso fue en Ajuchitlancito, municipio de Pedro Escobedo, el pasado sábado 8 de octubre del 2022. 

 

Nos invitó José Reséndiz, promotor cultural independiente del lugar y fundador del colectivo titulado “Educación para la paz, Francisco Hinojosa”.

Arribamos Aída  (Aída Elena Ochoa Contreras, a quien debo la foto superior)y yo a las 10:30 am, listas para presenciar el segundo encuentro cultural, abierto y gratuito para todo público, en la comunidad mencionada. Estaba Braulio Guerra, “Mago”, escritor sanjuanense y promotor de la lectura, platicando por micrófono con más de un centenar de personas, acerca de la escritura y los procesos creativos. Había presentado su libro “Narraciones ordinarias de criaturas extraordinarias”.  Luego llegó Arturo Montes, con una mezcla de títeres, música, clown y teatro que logró tener cautiva la atención y risas de chicos y grandes.

Entonces siguió mi Taller, y con la ayuda atenta de Aída, otros integrantes del colectivo. ¿El lugar? La escuela primaria 5 de febrero, con la presencia del director vespertino Prof.  Cosme Ceballos. También estuvo presente Jennifer Rivera, regidora del ayuntamiento de Pedro Escobedo, quien también forma parte activa del colectivo.

Para llegar desde Querétaro, accedimos por la carretera federal a la CDMX, luego entramos en el mundo arreglado, organizado, pavimentado y limpio de los varios parques industriales de Pedro Escobedo, adyacentes a la transitada ruta. Y un poco más lejos, en medio de praderas llenas de flores amarillas, miniaturas de girasoles, y alfombras de flores moradas, sin ninguna señal y dejándonos guiar por las personas que esperaban transporte, llegamos al Ejido Ajuchitlancito. Ni siquiera Google Maps nos supo guiar,  no lo tiene bien ubicado y menos cómo llegar.

Una escuela federal fue el lugar de reunión, pues sirve de punto de encuentro comunitario, con perros cuidadores aceptados por todos, con una cancha multiusos techada con  medio cilindro gigantesco, como los hay miles en el país. Y como en muchas partes, sin servicio de agua corriente en los baños, eso sí, muy limpios y completos.

Vi niños ávidos de actividades, con mucha seriedad e interés por lo que se explicaba. Más de cien, que se redujeron un poco sentados en las sillas y se extendieron a jugar en las canchas y afuera de la escuela, conforme pasaba el tiempo. Cuando llegamos a mi taller, les leí el poema “Cuentos”, de mi poemario “Conjuros para Seguir” (2021). Nunca había hecho taller con tantos niños. Lo bueno es que tuve apoyo eficiente, hasta las mamás participaron. Al final, armamos un cuadernillo por niño y lo engrapamos, así cada uno se llevó material a su casa para seguir dibujando libremente.

El feliz equipo de trabajo. 


¡Qué hermoso ver la creatividad infantil! Fue un gran alimento para mi propia creatividad y sensibilidad, cosa que agradezco infinitamente.

Es cierta esa frase: cuando das con el corazón, recibes más de lo que entregas, y así fue.

Gracias Ajuchitlancito, gracias colectivo “Educación para la paz Francisco Hinojosa”, que con su actividad aportan esperanza y luz que sólo el arte y la cultura pueden, en el desarrollo personal y espiritual. Y esto cuenta tanto a los habitantes de las comunidades como a los afortunados invitados a estos encuentros.

Estamos al pendiente de la inauguración de una pequeña biblioteca local, impulsada también por el colectivo, que tanta falta hace a niños y adultos.

Finalizamos el encuentro obsequiados por una opípara comida obsequiada por el colectivo, no menos sabrosa y nutritiva que las actividades. Se nos entregaron, por parte del poeta José Reséndiz, previas sentidas palabras, reconocimientos simbólicos. Y después de intercambiar direcciones y datos personales, regresamos a la ciudad con un grato sabor de boca, corazón y mente: flores, cuentos, niños, poesía, arte, títeres, calidad humana, poblaban mi conciencia cuando llegué a mi casa. Y decidí entonces escribir esta crónica.