Posamos con una niña, su dibujo y su cuadernillo. |
Nos invitó José Reséndiz, promotor cultural independiente del lugar y fundador del colectivo titulado “Educación para la paz, Francisco Hinojosa”.
Arribamos Aída (Aída Elena Ochoa Contreras, a quien debo la foto superior)y yo a las 10:30 am, listas para presenciar el segundo encuentro cultural, abierto y gratuito para todo público, en la comunidad mencionada. Estaba Braulio Guerra, “Mago”, escritor sanjuanense y promotor de la lectura, platicando por micrófono con más de un centenar de personas, acerca de la escritura y los procesos creativos. Había presentado su libro “Narraciones ordinarias de criaturas extraordinarias”. Luego llegó Arturo Montes, con una mezcla de títeres, música, clown y teatro que logró tener cautiva la atención y risas de chicos y grandes.
Entonces siguió mi Taller, y con la ayuda atenta de Aída,
otros integrantes del colectivo. ¿El lugar? La escuela primaria 5 de febrero,
con la presencia del director vespertino Prof.
Cosme Ceballos. También estuvo presente Jennifer Rivera, regidora del
ayuntamiento de Pedro Escobedo, quien también forma parte activa del colectivo.
Para llegar desde Querétaro, accedimos por la carretera
federal a la CDMX, luego entramos en el mundo arreglado, organizado,
pavimentado y limpio de los varios parques industriales de Pedro Escobedo,
adyacentes a la transitada ruta. Y un poco más lejos, en medio de praderas
llenas de flores amarillas, miniaturas de girasoles, y alfombras de flores
moradas, sin ninguna señal y dejándonos guiar por las personas que esperaban
transporte, llegamos al Ejido Ajuchitlancito. Ni siquiera Google Maps nos supo
guiar, no lo tiene bien ubicado y menos cómo llegar.
Una escuela federal fue el lugar de reunión, pues sirve de punto de encuentro
comunitario, con perros cuidadores aceptados por todos, con una cancha
multiusos techada con medio cilindro
gigantesco, como los hay miles en el país. Y como en muchas partes, sin servicio de agua corriente en
los baños, eso sí, muy limpios y completos.
Vi niños ávidos de actividades, con mucha seriedad e interés
por lo que se explicaba. Más de cien, que se redujeron un poco sentados en las
sillas y se extendieron a jugar en las canchas y afuera de la escuela, conforme
pasaba el tiempo. Cuando llegamos a mi taller, les leí el poema “Cuentos”, de
mi poemario “Conjuros para Seguir” (2021). Nunca había hecho taller con tantos
niños. Lo bueno es que tuve apoyo eficiente, hasta las mamás participaron.
Al final, armamos un cuadernillo por niño y lo engrapamos, así cada uno se
llevó material a su casa para seguir dibujando libremente.
El feliz equipo de trabajo. |
¡Qué hermoso ver la creatividad infantil! Fue un gran alimento
para mi propia creatividad y sensibilidad, cosa que agradezco infinitamente.
Es cierta esa frase: cuando das con el corazón, recibes más
de lo que entregas, y así fue.
Gracias Ajuchitlancito, gracias colectivo “Educación para la
paz Francisco Hinojosa”, que con su actividad aportan esperanza y luz que sólo
el arte y la cultura pueden, en el desarrollo personal y espiritual. Y esto
cuenta tanto a los habitantes de las comunidades como a los afortunados
invitados a estos encuentros.
Estamos al pendiente de la inauguración de una pequeña
biblioteca local, impulsada también por el colectivo, que tanta falta hace a
niños y adultos.
Finalizamos el encuentro obsequiados por una opípara comida
obsequiada por el colectivo, no menos sabrosa y nutritiva que las actividades.
Se nos entregaron, por parte del poeta José Reséndiz, previas sentidas
palabras, reconocimientos simbólicos. Y después de intercambiar direcciones y
datos personales, regresamos a la ciudad con un grato sabor de boca, corazón y
mente: flores, cuentos, niños, poesía, arte, títeres, calidad humana, poblaban
mi conciencia cuando llegué a mi casa. Y decidí entonces escribir esta crónica.
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