Comentarios a "Parálisis", de José Reséndiz, 2022. Autoedición artesanal.
Dice Stephen Vizinczey en uno de sus diez mandamientos para un escritor, que “el lugar donde vives es el ombligo del mundo”, por lo que “no adorarás Londres-Nueva York-París”. Yo, por mi parte, agregaría Ciudad de México, Querétaro capital y Guadalajara, por esto de la FIL cada año.
Así, para José Reséndiz, Ajuchitlancito es el ombligo del mundo. Leerlo es acercarse a la campiña queretana en su expresión más natural, con toda la flora que adorna en diversas épocas del año su hábitat, escondido detrás de uno de los tantos parques industriales que pululan en nuestro Querétaro. La comunidad que lo vio crecer es también en la que han nacido y crecido sus hijos y en donde él, como parte de un equipo humano esforzado, ha podido inducir un proceso cultural muy interesante y ejemplar.
Fotografía de Aida Contreras Ochoa. |
Acercarse a su poesía también es quedarse inmovilizada junto con él en esos episodios de parálisis del sueño que reconozco haber vivido.
Lo extraordinario es cómo me lleva de la mano, a través de la lectura de su “Parálisis”, de los poemas arrancados del sueño por un ente preciso y memorioso que anota en una pizarra lateral del subconciente cuando se le deja crear a sus anchas en esos estados alfa y delta necesarios para nuestra recuperación mental y física. Esa pizarra se desarrolla en palabras que tratan de capturar esa alteralidad de la conciencia que significa dormir. Duerme y se observa, a veces soñando y libre, a veces totalmente inmóvil, atrapado en sí mismo.
Sus tres capítulos: Sueño, Parálisis y Oraciones persiguen la sanación de ese estado intermedio que la ciencia médica se denomina “parálisis del sueño” como "una afección en la cual usted no puede moverse ni hablar cuando apenas se queda dormido o al despertar. Durante un episodio de parálisis del sueño usted está totalmente consciente de lo que está pasando", según el sitio web Medicine Plus, de la Biblioteca Nacional de Medicina con sede en USA.
A veces, un estornudo -un acceso involuntario de las vías respiratorias- lo libera.
“ Por debajo de la puerta
se coló un suave
aroma a tierra mojada
robándome un estornudo
llevándose consigo aquellos
olor a muerte que impregna
la parálisis.”
… y la conciencia se apresura a describir lo vivido, antes de que el pensamiento lógico se adueñe de las palabras y del discurso mental…
“La
inspiración hizo latir mi corazón
con
gran fuerza bombeando
sangre
por todo mi cuerpo
llevando
oxígeno a mi cerebro,
no
mucho,
pero
si el necesario
para
ordenarle
o
más bien obligarlo
a
desbloquear
mi
sistema nervioso
y
poder moverme antes
de
que olvidase esto
y
escribirlo”.
El oficio del poeta es perseguir las
palabras para lograr que expresen lo inasible por la lógica y el lugar común.
Pero a veces las palabras lo persiguen hasta en los sueños, y cuando se da la vuelta
y trata de apresarlas, se escapan con la mañana, como en el poema XV:
“Despierto
ávido de inspiración,
pero
una corriente de espectros
fantasmagóricos
me arrebata la metáfora”.
Esa parálisis del sueño pudiera llegar
a sentirse como la muerte en vida. La poesía describe y rescata a la vida al
poeta, también le otorga la seguridad de la conciencia y al mismo tiempo la
promesa de que al ponerlo en palabras, será real y no desacreditado como cuando
decimos “fue sólo un sueño”.
Otra situación interesante de la
poesía de Reséndiz es la conciencia del cuerpo, de sus funciones automáticas y
de cómo las emociones se alojan en diversos órganos. La anatomía psicológica
podría ingresar en los escritos metafísicos y de alguna espiritualidad orgánica
perdida, pues llega a describir el deambular del alma por la corporalidad, como
si circulara junto con la sangre o como si estuviera metida en las terminales
nerviosas que nos recorren y terminan en
alguna parte del cerebro.
XXXIX
El
espíritu, mi espíritu
recorre
mis sienes
buscando
alimento.
Ya
conoce el camino,
desliza
mi cuello
hasta
alcanzar mi costilla
para
detenerse
y
beber de mi sangre.
Vomita
decepcionado.
El
temor en el plasma
no
es un elemento
que
le beneficie
al
hombre y tampoco
a
su esencia”.
La parálisis exige a quien la sufre diversos modos de despojarla de su esencia
angustiante y terrorífica. Una es la descripción, la otra es la oración
religiosa. Y ahí está el tercer capítulo para revisar poéticamente si las
letanías católicas acallarían, aliviarían, alejarían la amenaza de ese
fenómeno.
Sin embargo, la oración a ese “dios
extranjero” al que hace referencia en el poema XXXIII tiene muchas variantes,
en una oscilación en la que la fe y la pérdida de ella se mezclan en las frases
que todos los educados (y asustados) en la fé católica tenemos tatuadas en la
memoria. Y sirven de referencia, de cántico y de epílogo de varios poemas, con
sus cambios necesarios para la necesidad específica del poeta.
Y la culpa (por mi grande culpa), por
atraverse a tener en casa un símbolo de la espiritualidad originaria, de esa
que integraba un modo de vida que casi se destruyó con la conquista española de
la espada y de la cruz, en el poema LI:
“veo
cómo
la
mirada de Dios penetra
como
un alfiler al guerrero
jaguar
que adorna el buró”
Yendo más allá del simple fenómeno
físico, pudiera pensarse que la Parálisis
de la que se escapa repetidas veces son los marcos mentales en los que hemos
sido educados en esta sociedad clasista, religiosa y timorata. Son los límites
de la cuna, que impiden que caigamos cuando no estamos listos para caminar,
pero que nos estorban cuando queremos volar y soñar.
¿Quién sale de la parálisis que nos
constriñe a repetir patrones de comportamiento, costumbres, hábitos y
represiones religiosas, sociales y culturales? Quien se acerca a conocer su
origen, a sus características y a la cultura que los originó, así como a leer
sus más grandes cuestionadores: los pensadores y escritores. Asimismo, a quien
reconoce en sí mismo las estructuras de esa educación.
Un escabroso camino de
autoconocimiento y de adquisición de la cultura universal se nota en este
poeta, y nosotros somos los afortunados testigos de ello. Felicidades por este
primer fruto.
Gracias.
Anna Georgina St.Clair
Ajuchitlancito, Querétaro. Noviembre 2022.
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