sábado, 19 de octubre de 2013

Luna callejera

Desperté con la luna
llena iluminando la sombra
que deja la lámpara de mi calle
luna sin eclipse
a través de los cables de luz
ya sabes, del registro de la regadera
la peste aflora.

Había ido a la calle a caminar
las leves cuadras llenas
de gente en el parque
lleno de gente que escapa de su casa
llena de gente y peste leve.

En el parque juegan sus niños
sobre el concreto que protege
un módulo de electricidad
que pusieron y quitaron
unos árboles pequeños que con mucho trabajo
plantaron en el parque
que pelearon mis vecinos porque ya
lo estaban construyendo
en una transa que hicieron los del municipio
vendieron el área verde común a los empleados
del sindicato ferrocarrilero que ya casi
no existe porque vendieron
Ferrocarriles Nacionales a los gringos.

Jugaban   decía
en el pedazo de parque peleado
por la gente de mi colonia
y el nuevo habitante de la calle
que eligió vivir en la banqueta con
sus plásticos y cartones
duerme borracho
en cuclillas en una esquina del parque
apenas veo su cara morena sin afeitar
tan delgado que parece niño
duerme  y sus cosas ordenadas
a media cuadra del parque, en la banqueta
sostienen un plato recién vaciado
no se cubre en las noches frías
vive bajo el techo de un árbol mediano
callejero y podado
duerme sin sueños y nadie
se atreve a correrlo.

Caminé   decía
y la gran luna amarilla me siguió
entre los techos de las casas
pensé que esa luna reflejaba el mar
e iluminaba las espinas de las choyas
o podía brincar charcos
de alguna lluvia cerrada y neblinosa
en el París de Carmen o el Vancouver de Alice
la misma luna amarilla podía ser
la filtrada entre cercas de cárceles
apaisajar alguna plática de
enamorados en una casa pequeña
a través de una ventana apenas abierta.

Iba por el pan    decía
y el parque y el teporocho
y la piedra de río en mis calles
y las tiendas abiertas
y la luna que me seguía
y el parque lleno de gente con perros
jugando, atados a su correa
y la vida que se escapa entre
las casas y los parques peleados
a medio construir
y el tufo de baño que nunca
se va, solo se tapa
y mis ventanas pequeñas a medio abrir
y el día que siempre llega
y la luna que no se queda, se va
está en el bosque    en el desierto
en el mar con desierto y espinas
y la vida que no es vida porque
encierra, en la mañana
abrimos puertas a la calle llena
cerramos puertas porque ya nos fuimos
sacamos basura
compramos    transitamos     saludamos
mi colonia vivió la noche
con una luna amarilla
entre cables de luz, en el parque peleado
el teporocho dormido y sus cajas
ordenadas y plato recién
usado de comida que le regalaron
no se va a ir     no se quiere ir
apesta pero lastiman sus ojos huecos
qué desecho de hombre
iluminado por la luna
brillante y amarilla.

La tarde se fue
la noche está a la mitad
y no amanece
entre el frío
y la ventana pequeña a medio abrir
y una luna llena
reflejando el mar.



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