viernes, 18 de octubre de 2024

Miedos, Guardia Nacional y Encuentro. Morelos y Taxco 2.

 

No existen saltos en las biografías, sólo una línea que se ve interrumpida por el tiempo pero que después se retoma.  
Fiedrich Nietzche(parafraseado) 


Calle principal con canastos en Yautepec. 

Viajar es explorar. Si viajas para conocer lugares de los que ya investigaste bien con fotos y comentarios en las redes sociales, lo que termina pasando es que solo repites y recreas las experiencias de otros. Lo bonito es ir descubriendo. En mi caso, cuando viajo a lugares recorridos hace más de cincuenta años, yo redescubro lugares ya transformados y revivo memorias lejanas para transformarlas en algo vivo y actual. Además, las comparto con mis hijos y con ustedes. Este fue el caso de este viaje.

En el segundo día, vi que la lagartija pequeña que habíamos encontrado la noche anterior en el techo, había dormido en el baño. Salí temprano del hotel, Emi se quiso quedar a ver su cablevisión y acordamos que yo regresaría si encontraba un lugar dónde desayunar, estábamos en Yautepec.

El río Yautepec, enmedio del pueblo.
Me metí en una veredita entre las bardas de las casas y el río, encauzado por dos muros de piedra, llena de vegetación y flores. Llegué hasta unos arcos antiguos sobre el río, con una inscripción vieja que no se leía bien. Seguí hasta llegar a un puente peatonal y lo crucé. Caminé en una callecita adyacente, bordeada por murales pintados por grafiteros, muy bien hechos. Deseaba un café descafeinado con leche, mi costumbre matutina que acompaña mi desayuno. 

Me habían dicho en el hotelito que no había restaurantes abiertos tan temprano. El gym  sí abrió, y como estaba ubicado en el mismo terreno que los cuartos, cuando pasé sobre el zacatito (muchos patios tienen zacatito verdísimo allá) estaban forzudos y forzudas con su rutina, ambientados con música vivaz y energética, mientras hacían sonar sus aparatos. 

El Encuentro

En eso pensaba mientras caminaba al centro, cuando un letrero en un pizarroncito en "A", asentado en la calle-banqueta, llamó mi atención: 

YA ABRIMOS    
A donde va
Cafetería Cofeellez
Baguetes    Chapatas   Pasteles

Alejandra hija en su café Cofeellez, con mis libros. 
Ufff me dije. A ver si lo pusieron desde ayer y no está abierto. Entré a un amplio zaguán y al fondo vi la mitad de una mesita café con una silla y mi corazón saltó de gusto ¡Otro deseo cumplido! Entré, estaban limpiando el lugar, frente a otro patio amplio con zacatito y plantas, y sí tenían servicio. Sobre las mesas había ¡libros!: Nietzche, Drácula, Milan Kundera... Este es mi lugar en Yautepec, observé. Y Alejandra hija y Alejandra mamá me regalaron una mañana preciosa, platicando y haciendo planes para el futuro. 

Resultó que habían abierto hacía dos semanas apenas. Alejandra hija, gerenta y fundadora, además de artista plástica, tiene el plan de exhibir exposiciones pictóricas cada mes, vender productos de artesanos y productores del pueblo, además de presentaciones de libros. El próximo 2 de noviembre inaugurarán con bombo y platillo (literal porque estará una banda musical). Quedé de regresar en mayo de 2025 con mi exposición pictórica y presentaré al mismo tiempo mi(s) libro(s). Esto último no lo acordé con ella pero espero que leyendo este texto, se entere y acceda.

Cartel Inauguración Cofeellez

Desayuné una rica chapata de pollo empalizado (quedamos de dejarle así en el menú el nombre del guiso) muy entusiasmada.  Me enteré que la casa donde estábamos es icónica, pues ahí y afuerita se filmaron escenas de la película Tizoc, con María Félix y Pedro Infante. 

Regresé por las veredas del río y me encontré con vacas y caballos pastando en sus empinadas laderas. Dos caballos jóvenes se rascaban mutuamente con los dientes el cuello: solidaridad.  Me llevé a Emi en el carro al café, ahí desayunó él y les mostré una colección de mis libros, qué suerte que Alicia había ido por ellos y guardado para mí.  

Salimos luego con la promesa de regresar en mayo, conducidos a Taxco. ¿Y por qué no a Las Estacas? "Hace frío, chispeó durante la noche y el río se enfrió", afirmaron sabiamente tanto mis nuevas amigas como las muchachas encargadas del hotelito. Y hasta Emi se adelantó a la cancelación, pues "olvidó" nuestra maleta de buceo en Querétaro. Hasta los olvidos tienen razón de ser. 

Cambiamos de rumbo mental como quien pone otro destino en Googlemaps y nos dirigimos a Taxco, que yo quería conocer. Claro, el camino lo elegí libre de cuotas hasta donde se pudiera. 

La Guardia Nacional

Manejando recordé la sierra de entrada a Guayabitos, playa de Nayarit. Escarpada, selvática, con muchas curvas muy pronunciadas, subidas y bajadas con solo dos carriles. Pueblos pequeños ofrecían a los lados del camino tacos, barbacoa, queso fresco...   

Lo nuevo era el patrullaje de la Guardia Nacional en caravanas, junto con militares. Algo pasó o pasa en esta región, pensé, y dolorosamente recordé el letrero inmenso que  vi en la entrada a Guerrero, con muchas fotos de muchachos y una pregunta: "¿Los has visto? Se ofrece recompensa por ellos". Primero pensé ¡cuántos forajidos juntos! Y luego recordé a los 43 jóvenes de Iguala, desaparecidos hace diez años. Eso recordaba cuando pasé a un lado de una desviación que señalaba el camino a esa  población. 

Rosas en el camino a Taxco,
ordenadas en cuadrícula.
Zona de pobreza extrema, narcos, militares, observé. No apaciguada todavía, si no, ¿por qué tantos convoys con policías o militares cubiertos con pasamontañas, apostados algunos en torretas, sobre los vehículos, frente a rifles de alto poder, como listos para disparar? Yo no había visto tantos militares desde que anduve por Sinaloa hace diez años, allá en los alrededores de Culiacán. No me asusté, me sentí segura, la verdad verlos me proporciona más confianza que miedo.

Se veía Taxco desde las curvas de bajada, casas trepadas en cerros o peñascos verticales, con las características tejas rojas sobre techos de dos aguas. Entramos al pueblo y empezó el asedio en cuanto bajamos de velocidad en la única callecita que serpentea el centro, hacia arriba. Guías turísticos amontonados para llevarnos a un estacionamiento, comprar plata, ir a la Catedral...  Una y otra vez me negué a sus servicios, no vengo por plata señor, gracias. Hasta que apareció un estacionamiento de diez plazas, con lugar, metimos el carro. Al caminar por el único camino de piedra de entrada, sorteamos motos y vehículos, pues no hay banquetas.

Taxco con pijama. (Foto tomada
por Emiliano).
Yo iba a tomar fotos, a conocer y por la camiseta prometida a Emi. Entre tantos locales vendedores de plata, encontramos una camiseta, con motivos de la película de Coco, una de las favoritas de Emi. Yo me soñaba salir de Taxco con huaraches nuevos, camiseta o vestido nuevos. Andaba en mi pantalón de pijama con tenis, un accidente ensució mis pantalones de mezclilla el día anterior y no se alcanzaron a secar. Se me hizo comprarme huaraches de mi talla (solo había amarillos, mi color favorito), y camiseta. Nadie me dijo nada de mi pijama, así que se me fue quitando la vergüenza en el día.



Fuimos al mercado municipal a comer, igual entre escalones para subir o bajar. En una fonda escogí comer huazontle en salsa macha (estómago, allá voy, me dije) con jamaica muy concentrada y tibia, recién hecha. Emi pidió su favorito caldo de pollo con entrada de espagueti, que le supo a gloria. Todo acompañado con tortillas grandes, recién hechas, de maíz y no de Maseca. Esperaba enchilarme demasiado, solo fue mucho. Eso sí, se me quitó lo macha por un rato. 
Huazontle relleno en salsa macha. 

De regreso entramos a la iglesia de Santa Prisca. Otro asedio afuera de vendedores, esta vez mujeres y niñas, ofreciendo imanes, rosarios, dulces. Se veían muy pobres algunas. Me dio tristeza ver enfrente   las boutiques elegantes de la plaza central, y su contraste con la pobreza de la región. ¿De qué sirve ser Pueblo Mágico si sólo se beneficia a unos cuantos? Debe Taxco estar gentrificado, aunque no tanto como Querétaro, observé para mí. 

Total que dentro de la iglesia, por dentro muy bella y barroca y churrigueresca (dijo Luz Angélica Colín). La atracción principal la señalaban: una Virgen de Guadalupe toda de plata, a un lado del altar principal. Se veía rara con el resto de la iglesia tradicionalmente bañada en oro.

Los miedos

Escuché de algún guía la existencia de un funicular y nos dijeron que estaba en la entrada a Taxco, o la salida. En unas bajadas espeluznantes para el carro, salimos de ese único camino y llegamos. 

Al notar los cables-rieles , vi que estaban muy empinados y nos acercaban a un risco que estaba frente a nosotros, subían en unos carritos pequeños. Dejé mi miedo a un lado y pensé en Emi y su probable reacción. Pero no lo preparé mucho, pagué y nos subimos. El grueso cable que nos conducía desde el techo, casi en vertical, nos jalaba y rápido alcanzamos vista de halcón sobre Taxco. 

Emi y el funicular. 
Vi en los ojos de Emi el pánico venir junto con arcadas. Le tomé la mano y lo hice respirar profundo, yo con él porque me contagió. Sí nos pudimos controlar, pero no podíamos salir, ni siquiera levantarnos porque se bamboleaba más el carrito que seguía subiendo. Llegamos a la cima del risco, donde estaba asentado un hotel con vista panorámica, que no fuimos a ver porque enseguida nos quisimos bajar. Estaba la posibilidad de bajar caminando por otro caminito serpenteante de piedra.  

Ofrecí a Emi ponerse de espaldas al precipicio y dejarme a mí la vista para tomar fotos. Emi respiró otra vez profundo, menos asustado, y yo con él. Bajamos con el estómago revuelto, que no devuelto, y con la adrenalina a tope, gustosos de haber sobrevivido y contarlo. Hasta foto nos tomamos con la capsulita que tantas emociones albergó, ya en tierra firme.

El alivio, ya en tierra firme. 
Sin mediar otro descanso de pie, subimos al carro para regresarnos a Yautepec. Emi tomó una bolsita de plástico y la sopló varias veces para acabar de tranquilizarse. "Mucho mejor", me dijo. Saliendo llegamos a una desviación que decía "Grutas" y recordé que yo quería acudir a las Grutas de Cacahuamilpa, que en mi infancia visité varias veces. "La próxima vez que vengamos vamos a ir a las grutas", avisé a Emi. Y éste volvió a soplar en la bolsita... yo olvidé que también le tiene pánico a las grutas. Al verlo tratando de recobrar la compostura con las respiraciones, no pude dejar de reir a carcajadas en ese momento y después en el camino cuando me volvía a acordar. 

El regreso fue más rápido, con los patrullajes consabidos de la Guardia Nacional. Hogar dulce hogar, pensé cuando llegamos al tranquilo hotelito junto al río. La cachorita se había ido. Mañana sería nuestro regreso. 

En la noche medité que no hay miedo o vergüenza que dure toda la vida, si se enfrentan. Las coincidencias no existen, sólo es el deseo  reconocido el que  marca el camino hacia su concreción. 

Para desear y concretar algo,  requiero saber qué quiero y luego sentir que lo merezco. 

#Yautepec

#Taxco

#Cofeellez













8 comentarios:

  1. Muy bien Anna! Hermosas aventuras y creación de nuevos recuerdos 💕
    Felicidades y abrazos

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  2. Eres incansable !! Emi se queda detrás de ti , comes y caminas y cuentas y valoras y subes y bajas !! Cuánta energía! Taxco era mágico , que te pareció ??? Cuéntanos

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  3. ¡Cuánta energía !⚡ Me encanta la manera en que usas tu entorno como fuente de inspiración creativa.

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  4. Muy interesante! Felicidades

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  5. Wow!!!
    Hizo que se me antojaran los huauzontles!! Saludos a Emi!

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  6. Wow!!!
    Me transportas al lugar,
    Que lindo relatas.

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