Calle principal con canastos en Yautepec. |
En el segundo día, vi que la lagartija pequeña que habíamos encontrado la noche anterior en el techo, había dormido en el baño. Salí temprano del hotel, Emi se quiso quedar a ver su cablevisión y acordamos que yo regresaría si encontraba un lugar dónde desayunar, estábamos en Yautepec.
El río Yautepec, enmedio del pueblo. |
Me habían dicho en el hotelito que no había restaurantes abiertos tan temprano. El gym sí abrió, y como estaba ubicado en el mismo terreno que los cuartos, cuando pasé sobre el zacatito (muchos patios tienen zacatito verdísimo allá) estaban forzudos y forzudas con su rutina, ambientados con música vivaz y energética, mientras hacían sonar sus aparatos.
El Encuentro
En eso pensaba mientras caminaba al centro, cuando un letrero en un pizarroncito en "A", asentado en la calle-banqueta, llamó mi atención:
Alejandra hija en su café Cofeellez, con mis libros. |
Resultó que habían abierto hacía dos semanas apenas. Alejandra hija, gerenta y fundadora, además de artista plástica, tiene el plan de exhibir exposiciones pictóricas cada mes, vender productos de artesanos y productores del pueblo, además de presentaciones de libros. El próximo 2 de noviembre inaugurarán con bombo y platillo (literal porque estará una banda musical). Quedé de regresar en mayo de 2025 con mi exposición pictórica y presentaré al mismo tiempo mi(s) libro(s). Esto último no lo acordé con ella pero espero que leyendo este texto, se entere y acceda.
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Cartel Inauguración Cofeellez |
Desayuné una rica chapata de pollo empalizado (quedamos de dejarle así en el menú el nombre del guiso) muy entusiasmada. Me enteré que la casa donde estábamos es icónica, pues ahí y afuerita se filmaron escenas de la película Tizoc, con María Félix y Pedro Infante.
Regresé por las veredas del río y me encontré con vacas y caballos pastando en sus empinadas laderas. Dos caballos jóvenes se rascaban mutuamente con los dientes el cuello: solidaridad. Me llevé a Emi en el carro al café, ahí desayunó él y les mostré una colección de mis libros, qué suerte que Alicia había ido por ellos y guardado para mí.
Salimos luego con la promesa de regresar en mayo, conducidos a Taxco. ¿Y por qué no a Las Estacas? "Hace frío, chispeó durante la noche y el río se enfrió", afirmaron sabiamente tanto mis nuevas amigas como las muchachas encargadas del hotelito. Y hasta Emi se adelantó a la cancelación, pues "olvidó" nuestra maleta de buceo en Querétaro. Hasta los olvidos tienen razón de ser.
Cambiamos de rumbo mental como quien pone otro destino en Googlemaps y nos dirigimos a Taxco, que yo quería conocer. Claro, el camino lo elegí libre de cuotas hasta donde se pudiera.
La Guardia Nacional
Manejando recordé la sierra de entrada a Guayabitos, playa de Nayarit. Escarpada, selvática, con muchas curvas muy pronunciadas, subidas y bajadas con solo dos carriles. Pueblos pequeños ofrecían a los lados del camino tacos, barbacoa, queso fresco...
Lo nuevo era el patrullaje de la Guardia Nacional en caravanas, junto con militares. Algo pasó o pasa en esta región, pensé, y dolorosamente recordé el letrero inmenso que vi en la entrada a Guerrero, con muchas fotos de muchachos y una pregunta: "¿Los has visto? Se ofrece recompensa por ellos". Primero pensé ¡cuántos forajidos juntos! Y luego recordé a los 43 jóvenes de Iguala, desaparecidos hace diez años. Eso recordaba cuando pasé a un lado de una desviación que señalaba el camino a esa población.
Rosas en el camino a Taxco, ordenadas en cuadrícula. |
Se veía Taxco desde las curvas de bajada, casas trepadas en cerros o peñascos verticales, con las características tejas rojas sobre techos de dos aguas. Entramos al pueblo y empezó el asedio en cuanto bajamos de velocidad en la única callecita que serpentea el centro, hacia arriba. Guías turísticos amontonados para llevarnos a un estacionamiento, comprar plata, ir a la Catedral... Una y otra vez me negué a sus servicios, no vengo por plata señor, gracias. Hasta que apareció un estacionamiento de diez plazas, con lugar, metimos el carro. Al caminar por el único camino de piedra de entrada, sorteamos motos y vehículos, pues no hay banquetas.
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Taxco con pijama. (Foto tomada por Emiliano). |
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Huazontle relleno en salsa macha. |
De regreso entramos a la iglesia de Santa Prisca. Otro asedio afuera de vendedores, esta vez mujeres y niñas, ofreciendo imanes, rosarios, dulces. Se veían muy pobres algunas. Me dio tristeza ver enfrente las boutiques elegantes de la plaza central, y su contraste con la pobreza de la región. ¿De qué sirve ser Pueblo Mágico si sólo se beneficia a unos cuantos? Debe Taxco estar gentrificado, aunque no tanto como Querétaro, observé para mí.
Total que dentro de la iglesia, por dentro muy bella y barroca y churrigueresca (dijo Luz Angélica Colín). La atracción principal la señalaban: una Virgen de Guadalupe toda de plata, a un lado del altar principal. Se veía rara con el resto de la iglesia tradicionalmente bañada en oro.
Los miedos
Escuché de algún guía la existencia de un funicular y nos dijeron que estaba en la entrada a Taxco, o la salida. En unas bajadas espeluznantes para el carro, salimos de ese único camino y llegamos.
Al notar los cables-rieles , vi que estaban muy empinados y nos acercaban a un risco que estaba frente a nosotros, subían en unos carritos pequeños. Dejé mi miedo a un lado y pensé en Emi y su probable reacción. Pero no lo preparé mucho, pagué y nos subimos. El grueso cable que nos conducía desde el techo, casi en vertical, nos jalaba y rápido alcanzamos vista de halcón sobre Taxco.
Emi y el funicular. |
Ofrecí a Emi ponerse de espaldas al precipicio y dejarme a mí la vista para tomar fotos. Emi respiró otra vez profundo, menos asustado, y yo con él. Bajamos con el estómago revuelto, que no devuelto, y con la adrenalina a tope, gustosos de haber sobrevivido y contarlo. Hasta foto nos tomamos con la capsulita que tantas emociones albergó, ya en tierra firme.
Sin mediar otro descanso de pie, subimos al carro para regresarnos a Yautepec. Emi tomó una bolsita de plástico y la sopló varias veces para acabar de tranquilizarse. "Mucho mejor", me dijo. Saliendo llegamos a una desviación que decía "Grutas" y recordé que yo quería acudir a las Grutas de Cacahuamilpa, que en mi infancia visité varias veces. "La próxima vez que vengamos vamos a ir a las grutas", avisé a Emi. Y éste volvió a soplar en la bolsita... yo olvidé que también le tiene pánico a las grutas. Al verlo tratando de recobrar la compostura con las respiraciones, no pude dejar de reir a carcajadas en ese momento y después en el camino cuando me volvía a acordar.
El regreso fue más rápido, con los patrullajes consabidos de la Guardia Nacional. Hogar dulce hogar, pensé cuando llegamos al tranquilo hotelito junto al río. La cachorita se había ido. Mañana sería nuestro regreso.
En la noche medité que no hay miedo o vergüenza que dure toda la vida, si se enfrentan. Las coincidencias no existen, sólo es el deseo reconocido el que marca el camino hacia su concreción.
Para desear y concretar algo, requiero saber qué quiero y luego sentir que lo merezco.
#Yautepec
#Taxco
#Cofeellez
Muy bien Anna! Hermosas aventuras y creación de nuevos recuerdos 💕
ResponderEliminarFelicidades y abrazos
Eres incansable !! Emi se queda detrás de ti , comes y caminas y cuentas y valoras y subes y bajas !! Cuánta energía! Taxco era mágico , que te pareció ??? Cuéntanos
ResponderEliminar¡Cuánta energía !⚡ Me encanta la manera en que usas tu entorno como fuente de inspiración creativa.
ResponderEliminarMuy interesante! Felicidades
ResponderEliminarWow!!!
ResponderEliminarHizo que se me antojaran los huauzontles!! Saludos a Emi!
Sí ameritan el antojo, estaban muy bienos, la verdad. Saludos!
EliminarWow!!!
ResponderEliminarMe transportas al lugar,
Que lindo relatas.
Mil gracias, comadre. Saludos!
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