jueves, 17 de octubre de 2024

Morelos y Taxco 1. Sincronicidades, nieblas y ríos.

Creyendo es como pasan las cosas que quieres, y no al revés, es decir, no esperes a que te pasen para creer. 

Asi lo comprobé en mi viaje relámpago al estado de Morelos y a Taxco, Guerrero, acompañada por Emiliano, mi hijo especial y adorado. 

Tenía yo varios meses queriendo ir a Las Estacas, un balneario al que me llevaron mis papás cuando vacacionábamos de los campamentos de Los Amigos* en el Sur, como le decimos en Sonora a todo lugar abajito de Huatabampo.

El problema era convencer a Emi de salir de la casa. Nunca le atrajo la posibilidad de echarse un chapuzón al agua  fría de Las Estacas, por más lanchitas de hule, plantas y pecesitos que yo le agregara. No entendía cómo podía ser emocionante nadar en un río de aguas cristalinas, de lento arrastre, rodeado de verdísimo paisaje y cascadas, salir al zacatito y dejarse calentar por el sol para volver a entrar a nadar y bucear. No, eso no lo convenció de acompañarme. 

Le convencieron las promesas de llegar a un hotel con televisión y cable y poderse comprar una camiseta bonita. Porque no íbamos en autobús sino en mi carrito y le gustan más los primeros.  Le dije un día antes de salir que si no íbamos esta semana, ya no iríamos porque tiene muchas piñatas qué hacer,  viene la temporada fuerte con las posadas.

Así que empacados y el carro por fin sin detalles qué componer, salimos el lunes temprano. Yo le corto a pensar qué me falta llevar porque atasco el carro de cosas y tardamos mucho en salir. Pero según yo estaba lo principal y enfilamos a la carretera 57. Lo primero que recordé fue que ¡olvidamos sacar dinero del cajero! Y ya estábamos en el centro de los cinco carriles de alta velocidad... me hice a la derecha, tratando de visualizar en las gasolineras laterales si había o no señal de banco. Pensamos que había qué concentrarnos en encontrar un cajero, Emi se concentró también...  A la tercera sin señal, me detuve y en una placita con diferentes comercios, abrí la puerta y ¡ahí estaban varios cajeros automáticos! , incluido de mi banco. 

Pide y se te concederá, piensa, deséalo y aparecerá, me dije maravillada. 

La que esto escribe, feliz con el paisaje. 
Con ese asunto resuelto, me dirigí a Toluca y luego a Calimaya, donde llegué con mi amiga Alicia, a quien no veía desde varios años. Fue una alegría compartir amistad, bonitos recuerdos, infaltable plática de política nacional y local. En una casa hermosa y artística, comimos viandas invitadas por ella. Me entregó libros que estaban en la Librería de los escritores de Toluca y un termo que dejé en un mercado la última vez que fui. No quería que nos fuéramos, pero mi destino llamaba  y a las 4pm salimos a Yautepec, Morelos. Ese fue el pueblo que elegí para llegar y quedarnos antes de Las Estacas, pues se veía en el google maps como cercano,que nos podría proveer de alojamiento y comida económicos, antes de acercarnos a ese balneario que ya es reconocido por generaciones, cuyos alrededores estaría lleno de hoteles y restaurantes con precio elevado por la cercanía turística. 

 Google maps me trazó un camino atravesando mucho verde y sin casetas qué pagar, así que me lancé. Después de atravesar varios pueblos, Acambay lo recuerdo, entramosa esa zona, que le denominan Lagos de Zempoala. Un policía local, estacionado al lado del camino, nos saludó y no nos detuvo. Él vigila quién entra, murmuré para mí, para ver si sale. 

Ese camino, solo y hermoso, era  un bosque con muchos cerros, atravesando una meseta amplia con algunas vacas y caballos pastando. Idílico. Se notaba con mucha altitud, con neblina y ocupada por pinos gigantes. A la orilla del camino, puestos cerrados con letreros que prometían mojarras, mariscos, tacos de carne, barbacoa....  Ah, pensé, la Laguna tiene peces, debe estar limpia. 

Desde la casa llevamos, como en cada viaje, un garrafón de 20 litros lleno de agua. Ahí fue donde recordé que no lo habíamos llenado y tenía sed. Emi, piensa en que tenemos que llenarlo, un lugar donde la vendan por unas monedas... Como también quería ir al baño, encontré una chocita abierta que vendía elotes y a un lado, "Baños limpios".  Aparqué en el pastito el carro. La señora me señaló unos cuartitos de madera y subí las escaleras del cerro, hechas sobre la tierra, llenas de musgo. Me recibió una muchacha que me dio el paso. Cuando salí, le pregunté que si sabía dónde podía comprar agua. Me dijo que ellos tomaban agua de la llave. Ah, ¿es de manantial?, le dije. "Pues es del cerro", dijo la muchacha, "y no nos hace daño, es buena". Me trajo un vaso y de una llave de plástico adherida a un tubo ancho de plástico negro, sacó un potente chorro y me la dio a probar, llena de burbujas. ¡Deliciosa! Le dije que eran afortunadas por poder tomar agua de la llave todavía, y me remití a mi Hermosillo de hace 35 años, así era en nuestras casas. Era la primera ocasión desde entonces que lo volvía a presenciar. 

 Llenamos nuestro recipiente y me fui convenciendo. Piensa y aparecerá, pide y se realizará, concéntrate y lo encontrarás. 

Era demasiado hermoso para no tomar fotografías. Detuve el carro y tomé varias, después de ponernos los impermeables, pues la neblina mojaba el parabrisas. No vimos lagunas pero el paisaje era espectacular. 

Vista con neblina en Laguna de Zempoala, Edo. de México. 


Avanzado el camino emprendimos una bajada espectacular, por Huitzilac. El paisaje pasó de bosque a selva, pasamos por Cuernavaca y finalmente llegamos a Yautepec, entrada la tarde.  Conseguí un cuarto barato a un lado del río que cruza varias veces el pueblo, del que sentía y alcanzaba a ver sus reflejos en la noche temprana. 

Emi encontró dónde cortarse el pelo, él tenía días diciéndome que se lo quería cortar... y entró a una peluquería que todavía no cerrraba; yo pasé por él una vez localizado y apartado el cuarto, que estaba detrás de un gym. Una vez instalados, fuimos caminando en un clima templado,  por unos ricos tacos, también a un lado del mismo río. 

Así terminó nuestro primer día, lleno de deseos cumplidos, sincronicidades y paisajes. Pero faltaban muchos más. Se las platico en la siguiente crónica. 

#lagunadezempoala

#sincronicidades

#Yautepec


*Los Amigos fue una organización cuáquera con fondos principalmente de EUA que emprendía campamentos multinacionales con jóvenes, que realizaban organización y trabajo social en diferentes comunidades del centro de México. Ya no existe como tal pero se quedó La Casa de Los Amigos, un lugar sede de diversas organizaciones cívicas y hostal internacional, ubicada en Ignacio Mariscal # 132, en la CDMX. 


7 comentarios:

  1. Lindo relato. Cómo toda buena crónica, fui viajando con ustedes. Enhorabuena por el viaje y por las letras!

    ResponderEliminar
  2. Que buena tu crónica de viaje. Me encanta como haces para que uno sienta star ahí contigo y con Emi en cada aventura! Ya escribe lo que sigue!!!!

    ResponderEliminar
  3. Si Chayito, en eso estoy! saludos y gracias por comentar

    ResponderEliminar
  4. 🥰🙏👏👏👏 Abrazos compañera Sinestésica. 😊

    ResponderEliminar
  5. Wow, que buen relato de su viaje, me encanto, y sentí que estaba con ustedes acompañándolos, me imaginé el rostro de Emi, y sentía que me encontraba a su lado con cada lugar que describían, me encantaría saber lo que sigue después, me dejaron intrigada.

    ResponderEliminar

Y tú ¿qué opinas?