martes, 13 de junio de 2017

"Tierra minada", un idealismo que se volvió nostalgia.

Por Yolanda González Gómez*

Yolanda González y la escritora Anna St.Clair. Foto de Angela Pérez.

 La novela corta de Anna St. Clair es casi un viaje al pasado por el túnel del tiempo. Cata McGreggor me transportó a los andenes del oficio reporteril que recorrimos tantas veces cuando todavía creíamos que informar era más que hacer una nota, era cuestión de salvar al mundo, a los pobres del mundo, a los obreros y campesinos. Cargada de idealismo y de la audacia honesta que lo caracteriza, va en busca de la verdad a la Mina La Caridad de la empresa Mexicana del cobre en Nacozari de García que estalló la huelga y el texto describe en una prosa tersa y muy periodística cómo va desarrollándose el conflicto laboral y humano entre los actores que participan en todos los niveles. La protagonista nos abre la puerta a cómo se manejan los intereses políticos y económicos en los medios de comunicación y a nivel de sobrevivencia personal como en el caso del reportero Ramiro Contreras, en las instituciones de gobierno y sobre todo en las compañías trasnacionales que detentan el poderío minero en México, a las que prácticamente se les da una cuenta abierta de la riqueza el subsuelo patrio a cambio de dar trabajos. En este caso 1,300 mineros dependían de la tercera mina de cobre más grande del mundo, mientras vivían en condiciones de un campo de concentración, relata St Clair. 


 En el texto nos desmitifica al ex héroe de la máquina 501, a Jesús García y tiene sentido que realmente haya salvado a la mina con su hecho heroico más que al pueblo de Nacozari; nos exhibe la forma en que una presa como la Angostura pueda ser construída por el mismo arquitecto que diseñó la presa Hoover en Nevada y para que su agua sea desviada para los trabajos de La Caridad y se deje a los pobladores de Nacozari sedientos. También nos educa sobre la extracción de cobre y molibdeno, de las lagunas de lixiviación que dejan inservible la tierra donde las instalan con todos sus contaminantes y sobre todo nos instruye sobre los amores fugaces con ese lujo de detalles, pero apenas en dos furtivos encuentros que nos dan el tinte erótico en la trama. 
Ejemplares de Tierra Minada, hechos manualmente por la autora.
 La novela nos lleva por las complicidades gubernamentales, por la docilidad sindical que raya casi en el charrismo, por las condiciones lamentables de la prensa mexicana que apenas vive con esos salarios que persisten en los últimos treinta años. Sonora está presente a través de la descripción no sólo de algunos de nuestros platillos y expresiones regionales, sino en la descripción del paisaje serrano que nos deslumbra a los nativos de esta tierra, desolada ahora por la contaminación actual del Rio Sonora que me recordó la trama de Tierra Minada. 
La literatura es vida. La palabra sigue prevaleciendo para dar voz a los marginados que aunque aparecen en notas periodísticas escuetas, requieren este tipo de textos de largo aliento que describan exactamente los detalles con los que la vida se forja. Mi amiga, la autora de Tierra minada, es una voz femenina que tanta falta hacen, sobre todo en el género novelístico y aprovechó sus experiencia periodística que compartimos en los 80s, cuando había muy pocas mujeres ejerciéndola, que nos topamos con esa realidad por cubrir con ese idealismo que ahora se volvió nostalgia.

*Hermosillense. Periodista y Maestra en literatura hispanoamericana por la Universidad de Sonora.

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