"Recordó con más fuerza, sintió (con más fuerza que cuando escribiera la frase, quizá veinte años antes) que la vida carecía realmente de sentido, para todo el mundo, no solo para ella. Pero si estaba sola, si iba a estar sola, en ese caso la falta de sentido llegaría a ser mucho más aterradora. Eso era todo. Se sintió aterrorizada durante unos segundos, como si hubiese tenido un vislumbre del destino, de la suerte, de la esencia de la vida e incluso de la muerte...".
pág. 115.
Un diario, en el centro de la trama, nos muestra en un principio la vida tranquila y común de una mujer “dedicada a su casa” (esto significa que asume la mayor parte del trabajo doméstico y del cuidado de sus moradores). Poseída por un marcado interés en el acontecer político nacional e internacional de su tiempo, Edith inicia por otra parte la publicación, junto con una socia y vecina, de un semanario político que hace circular en su localidad y alrededores: esa es su verdadera pasión.
Obligada
por el “deber” femenino de cuidar a todo aquel que habite su hogar, Edith ve
recargado su trabajo cuando un familiar lejano de su esposo, de avanzada edad,
decide quedarse a vivir bajo su techo. La descomposición de la vida familiar
“feliz” se evidencia mejor cuando el hijo se va convirtiendo en un adolescente
alcohólico sin ambiciones con rasgos psicópatas, el anciano va siendo cada vez
más dependiente y el esposo decide abandonarlos por una mujer veinte años
menor.
Se
supone que el diario debería dar cuenta fiel de esos devenires, incluso como
escape o desahogo, se convierte en cambio en el receptáculo de las fantasías y
de la vida familiar como hubiera querido que fuera, como debería ser en un
mundo en donde todos están contentos y felices, empezando por Edith.
Pero
ella no reconoce ante los demás ni ante sí misma su hartazgo ante el cúmulo de
pesados deberes, situación que empeora cuando el esposo abandona a su tío
abuelo en manos de su exmujer.
Edith,
al no intervenir, no denunciar y dejar hacer, accede a ocultar el asesinato del
tío en manos de su hijo. Así, una mujer correcta políticamente termina
ocultando un acto criminal.
Mientras,
los artículos y opiniones de Edith en su pequeño semanario van siendo cada vez
más honestos y radicales. La novela da cuenta, lateralmente, del devenir
histórico y político de los E.U.A. durante los revueltos años sesenta del siglo
pasado. El análisis de Edith, que va adquiriendo mayor profundidad y certeza,
empieza a ser sistemáticamente rechazado por la sociedad pueblerina que antaño
la leía y seguía. Ellos conocen la difícil situación personal de Edith y
justifican así sus “extraños artículos” que cuestionan cada vez más el status quo norteamericano de su tiempo.
Highsmith (1921-1995, norteamericana) en esta obra investiga los
mecanismos y motivos ocultos que pueden convertir a una persona “normal” en
alguien capaz de quitarle la vida a alguien, o en participar en ello. Esta
exploración está presente también en sus más conocidas novelas “Extraños en un
tren” y “El amigo americano”. La redacción siempre trascurre en dos planos, el consciente y el inconsciente.
A ello
se presta, en el formato de la novela, el uso del punto de vista de una
subjetiva tercera persona muy cercana que se va alternando entre Edith y su
hijo Cliffie.
Me parece interesante hacer notar que en el manejo nostálgico del tiempo a saltos y sin gran explicación, me recordó a Alice Munro** .
En un plano inconsciente, el lector va tomando
nota de una multitud de actitudes y movimientos no verbales que van mostrándonos
cómo Edith, a fuerza de decir a todos que todo está bien, va perdiendo el
contacto con su realidad, misma que la obliga a dedicarse a todos menos a sí
misma, a no valorarse y a mostrar siempre la mejor sonrisa ante todos aunque
eso implicase traicionarse a sí misma. Alice Munro también hace uso de este
doble rodaje en sus cuentos, aunque de manera más sutil y no necesariamente
encaminada a la comisión de un delito, sino a abruptas decisiones que cambian
la vida de sus mujeres protagonistas y de quienes las rodean. A Edith, esa traición a su persona más auténtica, su yo más íntimo se lo cobró muy caro.
Se las
recomiendo.
* Edith’s Diary. Patricia Highsmith,
1977
Traducción: José Luis López Muñoz Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
**Canadiense,
n. 1931. Premio Nobel de Literatura 2013.
Pues sí, Anna, me convenciste de leerla
ResponderEliminarPaloma, te gustará mucho. ¡Saludos!
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