Teníamos más
de un año que no salíamos, y mi pensamiento iba entre un creciente temor a
manejar largos tramos, por la falta de costumbre, y la necesidad de recorrer
tierras desconocidas o por lo menos largo tiempo atrás visitadas, tan cambiadas
que sería como visitarlas por primera vez.
Nos debíamos
como familia de tres que somos, una salida larga, de varios días. Ajustamos
tiempos para que Alán se fuera con nosotros y partimos una vez terminadas las
fiestas de Reyes, hasta al CabezadePollo nos llevamos. Emiliano faltó a su primera semana de actividades.
En Petatán, Mich. Al fondo, el Lago de Chapala. |
Por eso nos
fuimos a Colima, porque tenía que ser un destino de playa, para mí regresar a la playa es como recargar fuerzas vitales. La ruta sería por
Guadajalara, pero ahora yendo a la autopista que conecta esa ciudad con
Manzanillo. Y la parte inicial de Guanajuato, decidimos hacerla toda por la libre, algo
nuevo también. Resultó que las carreteras libres de Guanajuato están muy bien
cuidadas y no tenían tanto tráfico, o ¿sería que era lunes?
El viaje se
debe disfrutar, y así lo hicimos. Evitamos pasar por la ciudad de Guadalajara y
nos adentramos por el sur del lago de Chapala, que ni yo ni mis hijos conocíamos. Lo que más
nos sorprendió fue la inmensidad del lago. Yo había escuchado que se estaba
secando, y a mi pensamiento acudían imágenes de hierbas secas y cascajos de
botes. Lo que alcanzamos a visualizar por la carretera fue un cuenco de agua
tan inmenso que parecía mar, con sus orillas llenas de vida, sembradíos, aves
como las garzas y pelícanos, además de otras que no alcanzamos a nombrar. El
verdor no se detenía con la vista, así como la gran variedad de verduras que
ahí se cultivaban, según nos dijeron en Cojumatlán de los Reyes, en donde
paramos a comer. Rábanos, apio, cebolla,
jitomate, repollo, pepino, calabazas de castilla, lechugas, entre otras
hortalizas, son abastecidas a la región, y no dudo que hasta Querétaro nos
lleguen. El camino sur de Chapala tiene un cachito de frontera de Michoacán, en
un hermosa y panorámica vista que no dejaba de asombrarnos. Luego cruzamos
algunos sinuosos caminos solitarios y bien cuidados, para integrarnos de lleno
a la carretera Guadalajara-Manzanillo, entrando por la reseca laguna de Sayula.
Desde lejos se veían las nubes de polvo que parecía provinieran de un incendio,
con la diferencia de que las nubes de polvo eran amarillo-blanquecinas. Nos
preguntábamos cómo íbamos a entroncar en medio del agua, como se veía en el googlemaps,
pero para nuestra sorpresa encontramos una inmensa estepa seca y azotada por
los vientos. Pensé en los vientos ardientes
del Llano en Llamas, de Juan Rulfo,
creo que aquí se inspiró, aunque Comala, en Colima, sea totalmente tropical y
frondoso.
Entramos por
la amplia carretera de cuota y paramos frente al Nevado de Colima, donde
reabastecimos combustible. Las encargadas del lugar me dijeron que el volcán
más activo en Colima es el de Fuego, que hacía poco había echado lava, pero
que estaba más adelante, no se veía desde donde estábamos. Lo que sí vimos fue la gran altura del Nevado de Colima, y efectivamente tenía tantita nieve en su
cima, lo pudimos observar cuando se despejaban las nubes que lo atravesaban.
Ahí nos volvimos a abrigar.
Yo quería,
manejando hacia Manzanillo, ver el Volcán de Fuego pero no pudimos por las
nubes. Lo que vimos fue una inmensidad de jungla verde, con unos letreros de
advertencia de que por la carretera se atravesaban jaguares, ¡como si
circulando a muy alta velocidad pudiésemos evitarlos! Lo bueno es que había
muchos puentes sobre abismos que no alcanzamos a ver el fondo, y otros sobre
ríos, que espero que los jaguares utilicen para circular y no exponerse a un
accidente que de seguro sería mortal para ellos. No vimos jaguares pero sí
muchos letreros de ellos, y me llenó de gusto saber que todavía circulan
libremente y de modo salvaje por mi país, aunque siempre estén corriendo
riesgos.
A media
tarde llegamos al trópico, se notaba por las palmeras a los lados y el clima
más templado. Inicialmente había pensado en pernoctar en Manzanillo y buscar en
una playita cercana, un lugar dónde quedarnos varios días. Pero el letrero de Cuyutlán me decidió y salimos a la que yo
recordaba como una pequeña playita con olas gigantes, hacía treinta años ya.
Pero esa es la siguiente historia que les quiero contar.
Anna se nota la calidad de escritura y como haces tus historias. Me encantó, ya quiero leer la siguiente parte 😊
ResponderEliminarMuchas gracias, Bere!
EliminarBerenice St.Clair
ResponderEliminarOrale que padre amiga. Se lo que disfrutas ir de viaje y el encanto que tiene el mar para ti. Enhorabuena. Felicidades cuídense mucho. Un enorme abrazo para ti y los chicos. Bendiciones
ResponderEliminarGracias Ade por tus lindas palabras!
EliminarSaludos Ana ,gusto saber de ti y tus andanzas te envío un abrazo fraternal hasta tus lindas tierras dónde vives y estás ?
ResponderEliminarPlatícame ¿ quién eres?
EliminarUn recorrido fascinante Anna, tienes un alma enamorada de la aventura. Felicidades!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, ¿quién eres?
EliminarFelicidades Ana ..ya quiero la segunda parte... ahí me veo.
ResponderEliminarFelicidades Ana...ya quiero leer la segunda parte... ahí me veo.
ResponderEliminarQue bonita forma de describir tu viaje, casi como si yo hubiera ido contigo., muy bien, felicidades
ResponderEliminarAnna
ResponderEliminarTus palabras me emocionaron mucho.