sábado, 13 de enero de 2024

Nuevos caminos y viejos lugares. Viaje a Colima 1

 

Teníamos más de un año que no salíamos, y mi pensamiento iba entre un creciente temor a manejar largos tramos, por la falta de costumbre, y la necesidad de recorrer tierras desconocidas o por lo menos largo tiempo atrás visitadas, tan cambiadas que sería como visitarlas por primera vez.

Nos debíamos como familia de tres que somos, una salida larga, de varios días. Ajustamos tiempos para que Alán se fuera con nosotros y partimos una vez terminadas las fiestas de Reyes, hasta al CabezadePollo nos llevamos. Emiliano faltó a su primera semana de actividades. 

En Petatán, Mich. Al fondo, el Lago de Chapala. 


Por eso nos fuimos a Colima, porque tenía que ser un destino de playa, para mí regresar a la playa es como recargar fuerzas vitales. La ruta sería por Guadajalara, pero ahora yendo a la autopista que conecta esa ciudad con Manzanillo. Y la parte inicial de Guanajuato, decidimos hacerla toda por la libre, algo nuevo también. Resultó que las carreteras libres de Guanajuato están muy bien cuidadas y no tenían tanto tráfico, o ¿sería que era lunes?

El viaje se debe disfrutar, y así lo hicimos. Evitamos pasar por la ciudad de Guadalajara y nos adentramos por el sur del lago de Chapala, que ni yo ni mis hijos conocíamos. Lo que más nos sorprendió fue la inmensidad del lago. Yo había escuchado que se estaba secando, y a mi pensamiento acudían imágenes de hierbas secas y cascajos de botes. Lo que alcanzamos a visualizar por la carretera fue un cuenco de agua tan inmenso que parecía mar, con sus orillas llenas de vida, sembradíos, aves como las garzas y pelícanos, además de otras que no alcanzamos a nombrar. El verdor no se detenía con la vista, así como la gran variedad de verduras que ahí se cultivaban, según nos dijeron en Cojumatlán de los Reyes, en donde paramos a comer.  Rábanos, apio, cebolla, jitomate, repollo, pepino, calabazas de castilla, lechugas, entre otras hortalizas, son abastecidas a la región, y no dudo que hasta Querétaro nos lleguen. El camino sur de Chapala tiene un cachito de frontera de Michoacán, en un hermosa y panorámica vista que no dejaba de asombrarnos. Luego cruzamos algunos sinuosos caminos solitarios y bien cuidados, para integrarnos de lleno a la carretera Guadalajara-Manzanillo, entrando por la reseca laguna de Sayula. Desde lejos se veían las nubes de polvo que parecía provinieran de un incendio, con la diferencia de que las nubes de polvo eran amarillo-blanquecinas. Nos preguntábamos cómo íbamos a entroncar en medio del agua, como se veía en el googlemaps, pero para nuestra sorpresa encontramos una inmensa estepa seca y azotada por los vientos. Pensé  en los vientos ardientes del Llano en Llamas, de Juan Rulfo, creo que aquí se inspiró, aunque Comala, en Colima, sea totalmente tropical y frondoso.

Entramos por la amplia carretera de cuota y paramos frente al Nevado de Colima, donde reabastecimos combustible. Las encargadas del lugar me dijeron que el volcán más activo en Colima es el de Fuego, que hacía poco había echado lava, pero que estaba más adelante, no se veía desde donde estábamos. Lo que sí vimos fue la gran altura del Nevado de Colima, y efectivamente tenía tantita nieve en su cima, lo pudimos observar cuando se despejaban las nubes que lo atravesaban. Ahí nos volvimos a abrigar.

Yo quería, manejando hacia Manzanillo, ver el Volcán de Fuego pero no pudimos por las nubes. Lo que vimos fue una inmensidad de jungla verde, con unos letreros de advertencia de que por la carretera se atravesaban jaguares, ¡como si circulando a muy alta velocidad pudiésemos evitarlos! Lo bueno es que había muchos puentes sobre abismos que no alcanzamos a ver el fondo, y otros sobre ríos, que espero que los jaguares utilicen para circular y no exponerse a un accidente que de seguro sería mortal para ellos. No vimos jaguares pero sí muchos letreros de ellos, y me llenó de gusto saber que todavía circulan libremente y de modo salvaje por mi país, aunque siempre estén corriendo riesgos.

A media tarde llegamos al trópico, se notaba por las palmeras a los lados y el clima más templado. Inicialmente había pensado en pernoctar en Manzanillo y buscar en una playita cercana, un lugar dónde quedarnos varios días. Pero el letrero de Cuyutlán me decidió y salimos a la que yo recordaba como una pequeña playita con olas gigantes, hacía treinta años ya. Pero esa es la siguiente historia que les quiero contar. 


13 comentarios:

  1. Anna se nota la calidad de escritura y como haces tus historias. Me encantó, ya quiero leer la siguiente parte 😊

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  2. Orale que padre amiga. Se lo que disfrutas ir de viaje y el encanto que tiene el mar para ti. Enhorabuena. Felicidades cuídense mucho. Un enorme abrazo para ti y los chicos. Bendiciones

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  3. Saludos Ana ,gusto saber de ti y tus andanzas te envío un abrazo fraternal hasta tus lindas tierras dónde vives y estás ?

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  4. Un recorrido fascinante Anna, tienes un alma enamorada de la aventura. Felicidades!!!

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  5. Felicidades Ana ..ya quiero la segunda parte... ahí me veo.

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  6. Felicidades Ana...ya quiero leer la segunda parte... ahí me veo.

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  7. Que bonita forma de describir tu viaje, casi como si yo hubiera ido contigo., muy bien, felicidades

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  8. Anna
    Tus palabras me emocionaron mucho.

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