domingo, 20 de abril de 2014

Ser hija de una madre indómita

Ser hija de una madre indómita
tiene sus riesgos 
ella te llama desde la otra orilla
del barranco
como si fuera tan fácil
colgarse de las lianas o caminar
       sobre una cuerda
su voz no tierna 
entre sueños
    desprende gajos de su entereza
tranquila
como fiera en reposo
digiriendo alguna presa

Entonces idea
el juego a los setenta años
       es resurreción y sendero
no importan los instructivos
       ni la blandura de un halago
ni los hospitales o el dolor
un bastón basta
para caminar hasta la puerta
derramar vida y dejarla crecer
       desde las entrañas

Hay que verla
retozar entre las plantas
los peces le enseñaron a vivir con poco
solo maravíllate
el instinto es un surco entre la maleza
y en cuatro patas
deberás seguir el tuyo

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