Ser hija de una madre indómita
tiene sus riesgos
ella te llama desde la otra orilla
del barranco
como si fuera tan fácil
colgarse de las lianas o caminar
sobre una cuerda
su voz no tierna
entre sueños
desprende gajos de su entereza
tranquila
como fiera en reposo
digiriendo alguna presa
Entonces idea
el juego a los setenta años
es resurreción y sendero
no importan los instructivos
ni la blandura de un halago
ni los hospitales o el dolor
un bastón basta
para caminar hasta la puerta
derramar vida y dejarla crecer
desde las entrañas
Hay que verla
retozar entre las plantas
los peces le enseñaron a vivir con poco
solo maravíllate
el instinto es un surco entre la maleza
y en cuatro patas
deberás seguir el tuyo
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