Han salido noticias que han expuesto el espionaje
gubernamental del que han sido objeto connotados activistas y periodistas mexicanos. También se ha indicado que el espionaje no es nuevo. Me enternece
(bueno, Elena siempre me enternece) la búsqueda y hallazgo de los datos
desclasificados producto de espionaje del que
Poniatowska fue objeto entre 1962
y 1985, por la Secretaría de Gobernación. Se encuentran en el tenebroso
Lecumberri. Sí, desde entonces y más atrás ha habido espionaje político en nuestro
país, realizado principalmente por la Secretaría de Gobernación, aunque ahora sabemos que también la PGR y la Sedena tienen equipos.
Tal parece que quienes se dedican al activismo político,
fiscalización de recursos públicos, Organizaciones No Gubernamentales,
comunicación social y todos aquellos que tienen que ver con la política
(entendida ésta como el gobierno de la polis, es decir, de la comunidad) han
sido y son observados por diversas instancias del poder público.
Se supone que sólo tienen permiso de ser espiados quienes
están siendo investigados por algún delito y con orden federal. Pero, al
parecer, se persigue a quienes quieren corregir, reformar, revolucionar,
enmendar al sistema y no a los delincuentes.
Esto puede hacernos suponer que el gobierno espía está
aliado a los delincuentes y persigue y espía a quienes los denuncian. Si no,
¿en qué hubiera beneficiado el haber invertido tantos millones de dólares en
los sistemas espías de telecomunicaciones que han contratado?
¿Para qué tener acceso a tanta información personal de esos
mexicanos responsables y conscientes? Solo me queda responder que para conocer
con anticipación los movimientos y opiniones y debilidades de cada uno de
ellos. ¿Para qué? Para tener margen de maniobra política.
¿De qué les ha servido? En realidad no para gran cosa. El
gobierno mexicano está cada vez más desprestigiado nacional e
internacionalmente. Su corrupción, instigación al fraude electoral (lo vimos en
las más recientes elecciones locales), e intromisión en la vida personal de
ciudadanos comunes y corrientes, lo desacredita, a él y a su partido, y los
presenta como más corruptos que nunca, más ineficaces que nunca, más incapaces
que nunca.Quizá por eso espían, para poder tapar el sol con un dedo. Esto ante
los ciudadanos informados.
Y ante la gran masa de mexicanos desinformados y manipulados
por los medios masivos de comunicación, que no piensan más que en lo que harán
para comer ellos y sus familiares, también hay un gran descrédito, que se
presenta en las cifras económicas duras: el dinero y los salarios alcanzan cada
vez menos para comer, para vestir, para una vivienda digna, para un transporte
digno. La inseguridad crece y los desplazados por la violencia son más cada
día.
Y lo que es peor, también a nivel estatal algunos gobiernos
han adquirido equipo sofisticado de espionaje de los celulares y teléfonos.
Querétaro entre ellos, según constan los datos aportados por
Aristegui.com, Proceso y otros medios de comunicación.
Desde el punto de vista de quienes ejercen el poder, el
tener la mayor disponibilidad de información sobre los actores y adversarios
políticos siempre ha sido una necesidad, para poder tomar decisiones. Es ahí
donde se invierten grandes cantidades de dinero en la compra de sofisticados
equipos y tecnología. El problema es cuando se privilegia la información y no
los resultados en el bienestar social, económico y político de la mayoría de la
población.
Me explico: se pretende gobernar por encimita. Importa más lo
que se dice, el trending topic,
que resultados palpables en la vida comunitaria. Por eso la importancia de las
redes sociales que son y no un reflejo de la opinión social.
Así, les importa sobremanera controlar las expresiones masivas
de descontento, ya sea en las redes sociales o físicamente, en las calles. No
tanto resolver las situaciones que más aquejan a la población, que ha visto
mermada considerablemente su nivel de vida desde la entrada formal al
neoliberalismo en México, desde la década de los ochenta.
Sin embargo, en México, un país de leyes cuasiperfectas, han
surgido voces que pedían a gritos leyes protegieran la vida privada de las
personas, pues ahora más que nunca está muy vulnerada por el uso cotidiano de
las nuevas tecnologías de la comunicación.
Y se suponía que el carísimo Iphone de Apple, en sus
distintas versiones, era el que resguardaba los datos personales y resultó que
no, sí existe forma de vulnerar el sistema con el famoso Pegasus.
Un ejemplo ilustrativo de hasta dónde ha llegado el mal uso
de las tecnologías de la información y sus excesos, ha sido la persecución de
que ha sido objeto Aleida Quintana, activista por los derechos de las mujeres
frente a hechos de violencia como desapariciones, trata de personas y feminicidios
en Querétaro. Poseyendo como lo tienen la tecnología de punta en el gobierno
estatal, se hace poco o nada para encontrar a las mujeres desaparecidas, menos aun a
quienes cometieron el delito. Entonces, ¿para qué tanta inversión? Eso sí, ella
se tiene que proteger de muchas maneras para que no dejar rastro de sus actividades
en internet y vía celular. Y de todos
modos la siguen agrediendo, amenazando, vulnerando su seguridad y vida privada.
Igual a nivel nacional. Es innegable el incremento de la
violencia en el país, con los grupos organizados delincuenciales invadiendo y
dominando franjas expansivas de territorio. ¿De qué les ha servido poseer
tecnología tan sofisticada de violentar las comunicaciones? Para todo menos que
para lo que fueron compradas: para perseguir delincuentes MEDIANTE ORDEN
JUDICIAL.
Tampoco han investigado con ciencia y diligencia el rastro
de los normalistas desaparecidos en Ayotzinapa, más bien infectaron de Pegasus los celulares de los del GIEI,
investigadores internacionales expertos que acudieron al llamado de los padres
de los 43 para aportar su conocimiento y experiencia en el esclarecimiento de
los hechos.
No se justifica entonces la invasión a la vida privada de
periodistas, investigadores, activistas e incluso sus familiares menores de
edad, si el objetivo es únicamente tener información para garantizar la
gobernabilidad. Y me refiero a invasión a la vida privada cuando se trata de
datos que los usuarios no comparten voluntariamente en una red social o
pública. Aun cuando ha sido el espionaje una costumbre milenaria por quienes
detentan el poder político, pero igual han sido el abuso y la corrupción.
Es cierto, información es poder. Pero el acceso a ella está
acotado por leyes internacionales y nuestra Constitución (art. 16
constitucional), así como por la Ley De Protección
De Datos Personales En Posesión De Sujetos Obligados, apenas aprobada en este
2017.
Me queda una duda: ¿ los gobiernos que han comprado los
carísimos software espías, qué deberán hacer con toda la información de la vida
privada e íntima de las personas acumulada en sus oficinas? Quizá deban
desecharla, pues desde enero están violando expresamente la ley.
O mejor, reservarla para que, diez o veinte años después,
cuando ya no se considere información
clasificada, reconozcamos con miedo, sorpresa e indignación, así como le pasó
a Elena Poniatowska, en los registros digitales de algún archivo perdido,
nuestra vida privada con todo detalle, a todo color.
O antes, si nos organizamos y cuestionamos qué tienen
almacenado ilegalmente que es nuestro y de nadie más, en sus cloacas y
buhardillas.
BIBLIOGRAFIA Y REFERENCIAS
Aristegui Noticias. Junio y julio 2017.
Elena Poniatowska. “En México el
espionaje lleva años de persecución”.
Azam Ahmed y Nicole Perlroth. “‘Somos los nuevos
enemigos del Estado’: el espionaje a activistas y periodistas en México”. https://www.nytimes.com/es/2017/06/19/mexico-pegasus-nso-group-espionaje/
García Ricci , Diego. “Artículo 16 Constitucional.Derecho a la
privacidad”. http://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3567/39.pdf
García González, “La protección de datos personales: derecho
fundamental del siglo xxi. Un estudio comparado”.
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-comparado/article/view/3933/4972
García Ricci, Diego. “El derecho a la privacidad en las redes sociales
en internet”. http://historico.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/derhumex/cont/12/art/art10.pdf