Y agarró fuerza. No supieron cómo, pero
ese mar antaño calmado y a veces medio agitado, se convirtió en un gran cuenco
que se derramaba sobre la playa. Llegó entonces a la casa de Mormor, que ese
fin de semana tenía a su nieta Magui con ella.
Durante la noche, el viento azotaba la
única ventana que daba directo al mar. la casita ólo la separaba una cerca
oxidada de la playa. Desde la puerta de entrada se veía la playa y, arena de por
medio, las otra casas que, esas sí estaban construidas en alto, sobre una de
piedras. En sentido contrario al mar, hacia el desierto, estaba el Trailer
Park. Unos metros más adelante, cerros rodeados de desierto.
Me querías para ti, sólo para ti, y
en esos esfuerzos que hiciste por llevarte mi cuerpo, terminaste abarcándome
toda, sin cuerpo, sólo en mi memoria, en mi dormitar.
La casa blanca de bordes azules no
quería alturas, quiso estar a ras del mar. Por eso las olas la atacaron primero
en esa gran tormenta de septiembre.No les gustaba esa irritante cercanía, esa
intromisión en los asuntos íntimos. El mar susurra secretos de noche que sólo
quiere que sean escuchados por las gaviotas o por los enamorados que yacen
escondidos en la arena tibia. La niña los escuchaba desde su recámara, la única
en la casita, cuando abría las ventanas de madera cubiertas con mosquiteros
también ya oxidados. Los suspiros de las olas al regresar frotándose sobre la
arena, así como el chasquido leve entre los caracoles vacíos de las orillas al
acompasarse con el agua calmada, ida y vuelta, eran los sonidos más bellos y
subyugantes. Magui los entendía.
En Kino Nuevo estaban las casas de los
ricos de Hermosillo y de los gringos que pasaban en ese pueblo los inviernos.
El resto del año casi siempre las veían vacías.
Ese no era el caso de Mormor,“mamá de tu
mamá” en sueco. Recién llegó de Suecia, decidió irse a vivir al mar, cerca de
su única y adorada nieta que vivía en la capital con sus padres. La casa que
rentaba estaba nueva, y el primer año que la habitó resultó perfecta.
La niña no sedejaba devorar por la
fuerza del mar. Su abuelasabía cúando metersemar, sabía resistirlo. La niña era
frágil, ella lo amaba pero también desde muy pequeña aprendió a temerlo.
Desde el día anterior,al mar lo trae
desgreñado esa fuerza intensa del viento, lo empuja a subir la arena amarilla,
a traerse las algas arrancadas hacia las olas, cada vez mas grandes.ese mar
lehace falta ella.
En la noche el rumor se siente muy
cerca, las olas azotan con furor la playa cada vez más cerca de la reja quelo
separa decasa.
Al llegar la madrugada,sube ayudado por
la ira del temporal, por el caos. Sube por la arena, sus olas quieren
alcanzarla. No esta lejos, la casita contiene a Magui, él la había escuchado
por las ventanas, y hacia ella se dirige.
Rooooaaaar….. jiiiiiiisssss……..rooooaaaaar el agua alcanza el cerco, otra ola rooooaaaaaar
y llega a la puerta. jiiiiiisssss la quiere atrapar, su abuela está con
ella, el mar la ve desde la espuma algosa y llena de arena, ella trae sus
pantalones cortos, el cabello despeinado, con dos restos de trenzas en la nuca.
Mormor, su pijama de franela blanca, la agarra del brazo,el agua revuelta entra
por la puerta,las toma de los tobillos y les llega a las rodillas. Mueve las
sillas, se sube a la cama, pero jiiiisssss debe regresar, intenta de
nuevo entrar con más fuerza. Se la quiere traer consigo, succionarla con la
fuerza de regreso, pero la abuela la detiene.Salen por la puerta se dirigen
hacia arriba, hacia la calle, suben por la ladera que hace de cochera.
Roooooaaaaaar,
llega al techo la gran ola, la niña alcanza a subir por la cuesta de arena y
piedras, mar inunda la casa con su fuerza, pero se escapan. Siempre quiso
tragársela viva, para que formara parte de su sal, de las rocas, de los peces,
erizos, almejas. Pero no pudo arrancarla del brazo de la abuela, jiiiiiiissss,
remoja los muebles,atora la silla en puerta y baña las paredes de la casa con
su enojo, absorbe el olor infantil en las muñecas que sí alcanza a arrastrar
hasta su seno.
El mar ve a Magui que, hipnotizada ante sus
estruendos, se detiene por un momento, junto al camino.Jiiiiiisss. Su
abuela la sacude, carga su bolsa en una mano y con la otra la toca en el hombro
y le dice despierta, mijita, ven conmigo, allá está cerca el cerro, mira el
camino.
Más furia, , vuelve sobre el techo, es inútil,
jiiiiiiissss, le cuesta darse por vencido. La niña, entre más crezca, más
podrá resistirlo. Le deja en la casa pedazos de sus dentros, arena revuelta con
algas y caracoles vacíos ofrendados de alguien que, rechazado, horas después se
retira de donde vino.
He reconstruido lo que pasó, la historia que he
recreado se ha tornado tan real que casi creo que lo que mi abuela me dijo, de
que intentaste por llevarme contigo, fue cierto. Lo lograste. Te traigo tan
hondo que cada vez que te siento, creo que sí me llevaste contigo.
Aprendí tu lenguaje, me quedé con tus secretos.
He recordado casi todo, helos huecos con mi
imaginación. Pero lo creo tanto que ya es cierto, por eso certifico que lo que
de contar es la marítima verdad.
Publicado en el libro "De tejidos marítimos, viudas y tangas. Relatos" (2013), autoedición.
Publicado en el libro "De tejidos marítimos, viudas y tangas. Relatos" (2013), autoedición.