domingo, 26 de octubre de 2014

Catrina llorosa

Veo los ojos enrojecidos de la Catrina. No quiere llorar mas, ha llorado demasiado a su esposo y padre de sus dos hijos, desde que se lo entregaron cortado en pedacitos al no poder pagar el rescate que le pidieron. Hace menos de un año de eso, y algo se disparó en ella y no puede quedarse sin hacer nada, y se ha vestido de Catrina y su peluca blanca con brillos plateados la verás en Celaya esta semana, acompañada por otros dos que se han vestido de Catrinas en homenaje a Alex, amigo que se les fue a los 30 años, cronista de leyendas de Celaya,  que solo había publicado un volumen y le publicaron póstumamente el segundo. Alex murió de depresión, a pesar de que estaba siendo tratado por varios psiquiatras. Las Catrinas piensan que le daban dosis equivocadas de medicamento.
Ellas caminan por la escuela recién abierta de Salvatierra, el Colegio B., asentado en un edificio antiquísimo, con el patio interior de cantera rosa, frente al Jardín. Solo ofrecen dos carreras: Contaduría y Leyes. 
Ahí fue el encuentro de escritores de Salvatierra. Yo tenía curiosidad por saber cómo han vivido la violencia, la inseguridad en la región, y si eso se vería reflejado en sus textos. Y si, un señor escribió un discurso reclamador a las autoridades, a la corrupción y a la dejadez de la gente. ¿La razón? Trataron de extorsionarlo en una comunidad vecina y prefirió cerrar su negocio.
Salvatierra, a dos horas al norte de Morelia, percibe sus días diferentes. Sus artistas añoran el vivir tranquilos, sin temor a salir en la noche, en comunión con sus cerros, pegados al río perenne y disfrutando de las delicias estacionales. Piden ayuda a sus santos, también piden consuelo para los allegados a las víctimas y se asoman con un ojo a las calles nocturnas, con miedo al silencio que ni los perros rompen.
Escucho las voces orgullosas de quienes son herederos de una tradición literaria de más de 150 años de escritores, editores, poetas y lectores en este pueblo de 400 años. Me pregunto qué puede hacer la cultura y estos eventos, para mejorar o aliviar un dolor nuevo clavado por los grupos de delincuencia organizada, la desigualdad social, la disminución del Estado vigilante y protector.
La Catrina escribió un cuento sobre una invasión de zombis, incluyó unos personajes que aguardaban encerrados a que terminara la cacería humana, para luego salir ilesos y adjudicarse ser salvadores de la humanidad.
En la noche regresé a casa y vi en Discovery Channel tres documentales seguidos sobre la narcoviolencia en la frontera y el tráfico de armas a México. Me entero que según sus cálculos, entran DOS MIL NUEVAS ARMAS DIARIAS a nuestro país, nadie las detiene en su camino. 
Negocio de la muerte, Catrina, que no quieres llorar y penas como la Llorona por tu esposo y por tu amigo, mientras imaginas más cuentos de zombis y panteones y cobardes.
Solo así podrás seguir viviendo. 

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