viernes, 14 de febrero de 2014

"Como luciérnagas", entre la niebla, los trenes y las batallas en el Norte de Puebla.

Ana Georgina: ¿cómo pudiste perseguir los recuerdos de tu padre hasta dar con las luciérnagas en el río? ¿Y con el tren cada semana, y con la niebla filtrándose por debajo de la puerta?
"Como las luciérnagas" es un libro en donde el protagonista es el propio padre de la autora que nos lleva a las mas intrincadas y sentidas memorias, a través de los pueblos del Norte de Puebla, en donde la lluvia pertinaz, la exhuberante vegetación y las casas de ladrillo con adobe forman un marco muy especial para una infancia lúcida, conmovedora y no exenta de riesgos.
Una infancia en donde la relación con el padre, la(s) madre(s) y los hermanos se desenvuelve en la alegría de una niñez pujante, inteligente y ávida de conocimientos y experiencias.
La prosa es liviana, dotada de la inocencia y tajantez de la mentalidad infantil. Se logra retratar a ese niño a quien no le importaban los gestos hoscos del padre ni la timidez de la hermana para buscar rincones en dónde explayar la imaginación o aprender nuevos oficios.
A veces la voz del niño da paso a la voz de los antepasados y se luce describiéndonos paisajes plenos de batallas históricas en donde sus ancestros participaron con valentía y decisión. Entonces narran que  ahí lucharon por su libertad, por su estirpe, por la Patria, ya sea en la Sierra Norte de Puebla, enfrentando a los franceses que osaban invadir nuestro país y convertirlo en una parte más del imperio Napoleónico, o en las luchas del Imperio  Mexica, como guerreros águilas o serpientes, peleando contra el invasor español.
Es un texto que pretende, en un solo aliento, convertirse en la biografía de la infancia de su padre, sin embargo su narrativa tiene visos de novela, si dejáramos de lado la persistente fijación de la autora por los nombres propios de los primos, medios hermanos, tías abuelas, tíos... Menciona a personajes que quizá ya no vivan, pero que han dejado descendencia que seguramente estará conmovida de verlos mencionados en una historia que, publicada y dejada en papel, llevará un pedazo de esa vida de los años treinta y cuarenta del siglo pasado en los pueblos del Norte de Puebla a la actualidad.
Nos quedas debiendo más historias, tocaya.
Y me dejas con muchísimas ganas de regresar allá, en donde viví uno de los más ricos e impresionantes veranos de mi infancia, en 1967, cerca de los lares de tu papá, en San Andrés Tzicuilan, donde la niebla humedecía hasta el aliento, y nunca se acababan de secar las ropas.

(c) Ana Georgina Segura, 2013. Cualquier pedido a:   ana.georgina.segura.m@gmail.com

sábado, 1 de febrero de 2014