Apenas hoy tengo agua en demasía y me da miedo usarla.
Así es mi primer día de agua con presión hasta los tinacos,
después de quince sin una gota desde las tuberías. Hoy que lavamos en lavadora, hacemos un esfuerzo por
subir aunque sea unas cubetas con agua de lluvia, a la segunda planta.
Se siente extraña tanta plenitud, tanto lujo que antes nos
era tan cotidiano, que despreciábamos el agua almacenada de la lluvia en un tinaco
de 200 litros, en el patio trasero de la casa. Se ponía verde y con
gusanitos de mosquitos. Ya no será así.
Y me han dicho que si por qué no tengo una cisterna, junto con
una bomba para “absorber” al agua pública y almacenarla en mi casa. Quienes han
podido hacerlo, lo han hecho y en realidad, nos dejan en el último lugar de la
distribución a quienes no contamos con ello, que somos la mayoría. Hay qué
invertir en ampliar la capacidad de almacenamiento, en previsión de los tiempos
que vienen, que no son nada prometedores.
La pipa de la CEA, surtiendo por primera vez después de 10 días sin una gota. |
Aprendimos a usar con cariño y atención cada litro de
agua, varias veces. Una para lavar trastes, luego al escusado. Cuando lavamos
ropa a mano (nos tocó de emergencia lavar a mano dos veces, yo y mis hijos), de
nuevo apartarla para el escusado. Para los trastes, usamos la de lluvia, solo
agregando un chorro de cloro. Y la del enjuage de la ropa, para trapear.
La última en acabarse fue la del agua caliente, del
calentador solar. Es la que tiene el tinaco más grande y, como sale casi
hirviendo, solo la usábamos para los trastes. Y para agregarla a la de lluvia y hacerla apta para bañarnos.
Traté de no desesperar, usando con mucho cuidado la pluvial. Afortunadamente los que venden agua embotellada para tomar aquí cerca,
sí se surtían con pipas, así que me quedaba el consuelo de que de sed no íbamos
a sufrir, y no sufrimos.
Último aviso de la CEA, donde decía que nos mandaban por horas el agua, y con pipas. |
Y sí nos llegó la pipa con agua potable, de la Comisión
Estatal de Aguas. Y antes llegaron unas pipas que cobraban doscientos pesos por
llenarnos los tinacos, un robo en realidad porque a ellos, el agua se las
regalan en los pozos. Y doscientos pesos es el promedio de lo que muchos
pagamos por el agua al mes. Me anoté el domingo en una larga lista de la pipa
particular, quedé en el número 27 de una segunda hoja. Nunca llegaron.
Y la pipa de la CEA llegó con instrucciones de llenarles sus
depósitos a dos hogares, de reconocidos militantes panistas. Una de ellas, mi
vecina, habló al PAN para decirles que no teníamos agua, y de ahí, al parecer,
les llegó una orden de que acudieran a mi calle a llenar tinacos gratuitamente.
Y en los boletines de prensa, la CEA decía que nos estaban surtiendo agua por
horas (mentiras) y que nos enviaban pipas (hasta esa primera que llegó, tres
días antes de que se restableciera el servicio y con diez días de carestía).
Bueno, en esto de las influencias, no encuentro diferencia
en el actuar entre el PRI y el PAN, que son los únicos que nos han gobernado en
la ciudad y en el estado.
¿Y qué me queda? Un acercamiento con mis vecinos, que nos
unimos para pedir al de la CEA que no solo surtiera a sus “encargados” sino a
quienes ahí estábamos. Una valoración extraordinaria de nuestro vital líquido. Al
punto de poner cubetas debajo de la manguera de la pipa pública, que tiraba una
poca al momento de estar surtiendo los tinacos de los techos.
Ya no será igual nuestro uso. Es un elemento tan vital y
como dolorosa y difícil su falta. Pienso en las inundaciones del centro del
país: también es doloroso su exceso.
Estos son los tiempos que nos está tocando vivir.
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