jueves, 30 de septiembre de 2021

Agua potable: una experiencia personal en Querétaro.

 

Apenas hoy tengo agua en demasía y me da miedo usarla.

Así es mi primer día de agua con presión hasta los tinacos, después de quince sin una gota desde las tuberías.  Hoy que lavamos en lavadora, hacemos un esfuerzo por subir aunque sea unas cubetas con agua de lluvia, a la segunda planta.

Se siente extraña tanta plenitud, tanto lujo que antes nos era tan cotidiano, que despreciábamos el agua almacenada de la lluvia en un tinaco de 200 litros, en el patio trasero de la casa. Se ponía verde y con gusanitos de mosquitos. Ya no será así.

Y me han dicho que si por qué no tengo una cisterna, junto con una bomba para “absorber” al agua pública y almacenarla en mi casa. Quienes han podido hacerlo, lo han hecho y en realidad, nos dejan en el último lugar de la distribución a quienes no contamos con ello, que somos la mayoría. Hay qué invertir en ampliar la capacidad de almacenamiento, en previsión de los tiempos que vienen, que no son nada prometedores.

La pipa de la CEA, surtiendo por primera vez después de 10 días
sin una gota. 

Y yo que me congratulaba de vivir en una zona elevada de la ciudad, nunca nos hemos inundado, como les ha pasado desafortunadamente a muchas familias. Pero en contraparte, ahora que fue la emergencia de que dejaron de tomar agua de la presa Zimapán (en la frontera con Hidalgo), fuimos de las 15 colonias (vivo en Desarrollo San Pablo de Querétaro) que sufrimos más por el desabasto de agua. Unas por otras.

Aprendimos a usar con cariño y atención cada litro de agua, varias veces. Una para lavar trastes, luego al escusado. Cuando lavamos ropa a mano (nos tocó de emergencia lavar a mano dos veces, yo y mis hijos), de nuevo apartarla para el escusado. Para los trastes, usamos la de lluvia, solo agregando un chorro de cloro. Y la del enjuage de la ropa, para trapear.

La última en acabarse fue la del agua caliente, del calentador solar. Es la que tiene el tinaco más grande y, como sale casi hirviendo, solo la usábamos para los trastes. Y para agregarla a la de lluvia y hacerla apta para bañarnos.

Traté de no desesperar, usando con mucho cuidado la pluvial. Afortunadamente los que venden agua embotellada para tomar aquí cerca, sí se surtían con pipas, así que me quedaba el consuelo de que de sed no íbamos a sufrir, y no sufrimos.

Último aviso de la CEA, donde decía que nos 
mandaban por horas el agua, y con pipas. 


Y sí nos llegó la pipa con agua potable, de la Comisión Estatal de Aguas. Y antes llegaron unas pipas que cobraban doscientos pesos por llenarnos los tinacos, un robo en realidad porque a ellos, el agua se las regalan en los pozos. Y doscientos pesos es el promedio de lo que muchos pagamos por el agua al mes. Me anoté el domingo en una larga lista de la pipa particular, quedé en el número 27 de una segunda hoja. Nunca llegaron.

Y la pipa de la CEA llegó con instrucciones de llenarles sus depósitos a dos hogares, de reconocidos militantes panistas. Una de ellas, mi vecina, habló al PAN para decirles que no teníamos agua, y de ahí, al parecer, les llegó una orden de que acudieran a mi calle a llenar tinacos gratuitamente. Y en los boletines de prensa, la CEA decía que nos estaban surtiendo agua por horas (mentiras) y que nos enviaban pipas (hasta esa primera que llegó, tres días antes de que se restableciera el servicio y con diez días de carestía).

Bueno, en esto de las influencias, no encuentro diferencia en el actuar entre el PRI y el PAN, que son los únicos que nos han gobernado en la ciudad y en el estado.

¿Y qué me queda? Un acercamiento con mis vecinos, que nos unimos para pedir al de la CEA que no solo surtiera a sus “encargados” sino a quienes ahí estábamos. Una valoración extraordinaria de nuestro vital líquido. Al punto de poner cubetas debajo de la manguera de la pipa pública, que tiraba una poca al momento de estar surtiendo los tinacos de los techos.

Ya no será igual nuestro uso. Es un elemento tan vital y como dolorosa y difícil su falta. Pienso en las inundaciones del centro del país: también es doloroso su exceso.

Estos son los tiempos que nos está tocando vivir.

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