Texto leído durante la presentación del libro de poemas “Enamorarme de mí” en la Casa de la Cultura “Ramón López Velarde” en México D.F., el 26 de abril del 2012, por la poeta, académica y actriz Roxana Elvridge-Thomas.
Roxana Elvridge-Thomas
La poeta Roxana dando lectura al texto. |
Así como en la pintura, en los poemas la naturaleza
es una constante. La encontramos en árboles, hojas, frutos, hebras de pino,
frutas. Y es que la naturaleza procura un sustento atmosférico y sensual para
la autora, donde el cuerpo se transforma en materia vegetal y los frutos de la
naturaleza se hacen carne del deseo, de la ausencia, de la ira o la ilusión.
Uno de los recursos retóricos más utilizados por
Anna Georgina St.Clair es la sinestesia, que confiere a sus poemas una
dimensión sensorial muy profunda involucrando las variadas percepciones de los
sentidos con referentes novedosos como por ejemplo el poema “Me invitas a que
pase” cuando dice: “Esos árboles altos derramando olor” o más adelante, “cuando
tocas con tu mirada”.
Y aunque en ocasiones encontramos su poesía muy
denotativa, otras veces destaca el empleo de la imagen poética, inspirada en la
definición que dio de ella Pierre Reverdy en 1918: “La imagen es una creación
pura del espíritu”, a lo que agregó: ”Lo propio de la imagen fuerte es surgir
de la aproximación espontánea de dos realidades muy distintas, cuyas relaciones
sólo las ha captado el espíritu”[1] .
Como podemos observar, ya la creación de la imagen conlleva en si misma el
acoplamiento sensual de la pareja, la reunión de contrarios que exalta la vida
del amor erótico. Esta definición de Reverdy fue retomada por André Breton y
los surrealistas y llevada a extremos en los cuales se le sacó el máximo
partido a la eclosión de los dos términos, que se acoplaban en ella.
La poeta Roxana Elvridge-Thomas, con la autora del libro y con Ana Georgina Segura, organizadora del evento. |
Los asistentes se acercan a los libros y los comentan. |
La imagen poética, para Octavio Paz, no solamente
tiene su propia lógica, sino que también posee poderes que podrían situarla en
el espacio de los ritos propiciatorios, ya que “la imagen reproduce el momento
de la percepción y constriñe al lector a suscitar dentro de sí al objeto un día
percibido. El verso, la frase-ritmo, evoca, resucita, despierta, recrea”. Y no
sólo eso: “El poema nos hace recordar lo que hemos olvidado: lo que somos
realmente”[5].
Si ponemos atención a esta frase, es muy similar a la que el mismo Paz elabora
sobre el amor cuando dice que “nos recuerda lo que realmente somos”.
La imagen viene a ser también como la piedra
filosofal de los alquimistas: “La imagen trasmuta al hombre y lo convierte a su
vez en imagen, esto es, en espacio donde los contrarios se funden. Y el hombre
mismo, desgarrado desde el nacer, se reconcilia consigo mismo cuando se hace
imagen, cuando se hace otro” [6].
La imagen, así, no es únicamente una herramienta para crear poesía, se convierte
en un ente con poderes mágicos que ayuda
al ser humano a reconciliarse consigo mismo, en una fórmula que fusiona
contrarios, esto es, que nos acerca a la plenitud, como el amor erótico.
Es una epifanía y un objeto ritual. Hace posible que
quien se acerca a ella se transporte al instante, al illo témpore de los hombres arcaicos y de quienes aman.
Es este concepto de imagen poética el que recupera
nuestra autora cuando escribe:
cuando
tocas con tu mirada
ese
bosque traspapelado
que
oculto en mi silencio
se
niega a morir
de sed
O cuando más adelante, y recordándonos al Valéry del
Cementerio Marino, nos dice, en el
poema “Los ríos que pueblan mi cuerpo”:
La
fruta no se pela se
deshace cuando la hueles
y
nos arroja una gota de deshecho
esperando
ser tocada engullida mordida
O el hermoso final del poema “Esa búsqueda”:
Deseo
un
corazón ligero
la
niebla sin tocarme
el
fuego oscuro
y
una luz
suavemente
brillando
entre
mis piernas
O finalmente, la bien creada imagen del poema “La
tarde empedrada se hunde”, que dice “una piedra cayó y me hizo añicos la
garganta”.
Podemos ver, en conjunto, como en este libro de Anna
Georgina St.Clair se conjuntan las palabras con el goce sensual para ofrecernos
a los lectores que en muchos niveles podemos apreciar.