"Llegaron. Una manifestación de precaristas con carteles hechos en cartulinas tamaño escolar alegaban justicia y atención a sus denuncias; “lic. vallesteros corupto”, decía uno, “Regularisasión para la colonia”, decía otro portado por una señora de amplias caderas, tapada la cabeza con un sombrero de paja, cargado el otro brazo con un bebé moreno con mocos cristalizados en los cachetes.
Cata buscó al líder que los encabezaba. Luis Cruces era un muchacho de piel roja con cabello largo desgreñado, con mezclilla y zapatos de montaña. Era el que más gritaba y animaba al penoso grupo de cincuenta personas a gritar “no más ratas”, “lotes para todos”, “el pueblo unido, jamás será vencido”… La colonia Emiliano Zapata, de reciente invasión, hacía presente sus reclamos frente al municipio. Demandaban al Jurídico del Ayuntamiento que los apoyara en sus reclamos contra los abogados que les habían ofrecido dinero para que se salieran de la invasión, además de amenazarlos con sacarlos por la fuerza implementando la consabida ley de propiedad privada que castigaba con cárcel a quienes organizaran o participaran en ocupaciones de tierras. Claro que, como siempre, la ley se aplicaba a los enemigos del gobierno, a los que se portaran “mal”. A los amigos del gobierno, se les daba manga ancha.
Cata escribió los datos en la libreta. Volteó a buscar al fotógrafo a ver si estaba y no lo vio. Anotó todo lo que pudo y se metió a la oficina del Ayuntamiento a la rueda de prensa, era la hora".
Muerte en la Victoria (Frío legal). Querétaro 2015.
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