En el futuro, el español será de los únicos tres idiomas más hablados del mundo, junto con el chino y el inglés, vaticina Juan Ramón Lodares en su libro Gente de Cervantes (Taurus, 2001). De manera anecdótica y amena, expone que, a pesar del bajo nivel de vida que ostentan la mayor parte de los hispanoparlantes, este idioma ha cobrado importancia como unificador de todo tipo de transacciones económicas, comerciales, sociales y culturales en el mundo.
Lodares presenta una historia, como su título lo dice, humana del idioma español. Yo, que tenía vaga noción de la historia del idioma español, de su situación en el presente en relación con otros idiomas y de sus retos a futuro, tuve acceso de manera cordial y humorística a las bases históricas, políticas y culturales del conocimiento y comprensión de mi idioma en el extenso territorio que actualmente abarca.
Está dividido en tres partes. La primera, que va desde el descubrimiento de América por “un marino genovés” hasta la independencia de las colonias españolas, relata lo sucedido con las colonias, emigraciones, políticas públicas educativas y el desenvolvimiento del idioma relacionándolo con la evolución económica de América frente al mundo y el de España frente al resto de Europa. La segunda parte trata del estado actual del idioma frente al resto, las variantes existentes en el mundo y su historia. La tercera parte narra la historia del castellano en la península ibérica desde el S. XII, la integración de los usos dialectales y el impacto de las invasiones sufridas: la romana y la árabe-musulmana.
El enfoque de la expansión del idioma en Lodares es contrario a quienes ven como catastrófica y negativa la desaparición de los dialectos con menor número de hablantes. Observa ese fenómeno como algo natural, necesario para la creciente integración de los humanos.
El autor deriva de diversas circunstancias el hecho de que un idioma permanezca o no en el cotidiano; la necesidad manifiesta de un lenguaje común para hacer negocios entre personas de diversas culturas, la voluntad manifiesta de la clase dominante de preservar o no un uso lingüístico, el aislamiento de comunidades hablantes y la fortaleza económica de o los países hablantes. Si no sirve para sobrevivir, dice, se pierde. De ahí que vaticine la constante pérdida de casi todos los más de tres mil idiomas existentes en el mundo, pues las transacciones económicas y comunicacionales, propiciadas por la globalización, demandan cada vez menos idiomas comunes que faciliten el entendimiento a través de las fronteras.
Para aquellos que vemos como una pérdida irreparable para la cultura humana el que cada vez más los grupos indígenas del mundo dejen de hablar su lengua originaria y acudan a las dominantes –español, francés, inglés, alemán- para interrelacionarse con el mundo, Lodares lo ve como una transición necesaria para que precisamente esos grupos eleven su nivel de vida, se integren a la sociedad en condiciones igualitarias y tengan mayor capacidad de mejorar su nivel de vida. De la preservación en cajas de cristal de numerosas lenguas indígenas, plantea que a sus hablantes se les coloca en una gran desventaja social si no adquieren la lengua dominante desde pequeños. Este proceso, apoyado por las escuelas bilingües como las existentes en nuestro país, México, más se ha dado de manera “natural” que inducido, al emigrar estos grupos a las grandes ciudades.
Lodares explica cómo fue la evangelización de los misioneros venidos de España durante la colonia americana, la que preservó en su propia lengua a gran parte de la población indígena de las colonias: fue más fácil que los misioneros aprendieran el lenguaje indígena y evangelizarlos en ella, que enseñar a los grupos originarios el español y además la nueva religión. Es interesante la acotación de que fueron los misioneros los impulsores del aprendizaje de tres idiomas indígenas en diversas partes de América entre los mismos indígenas: náhuatl, maya y quechua.
Apunta que el español posee soberanas ventajas frente a otras lenguas globales: se escribe como se pronuncia, posee una rica tradición literaria que se remonta al siglo XIV y está abonado por culturas de muy variada raíz, tanto desde su natal Castilla como en su propagación por las colonias americanas.
El idioma español presenta retos de gran magnitud: es importante modernizarlo para convertirlo en útil herramienta de las ciencias, pues ahora el idioma universal de éstas es el inglés. Hay toda una serie de nuevos vocablos científicos, producto del avance impresionante de las ciencias, que no tienen definición específica en español.
Advierte además que falta mucha promoción de la enseñanza del idioma español en el mundo no hispanoparlante, en donde la demanda supera con creces a la oferta. Incluso puede llegar a ser un fructífero negocio: por ejemplo, la enseñanza del inglés, indica, representa para Inglaterra la quinta fuente de ingresos económicos. En ese sentido, ha hecho falta visión para desarrollarlo como una industria sin chimeneas.
Algo parecido ha sucedido con la industria editorial. Lodares acota cómo en el siglo XIX, Francia se dedicó a realizar impresiones en español para satisfacer la demanda editorial de América. Y otro tanto hizo Estados Unidos de América en ese siglo y en el XX, dada la relativa escasez de ediciones por los propios hispanoparlantes.
Mientras valoremos poco la riqueza y la historia de nuestro idioma otros países seguirán cubriendo nuestras necesidades futuras de comunicación. El nuestro es un idioma con futuro.
Lodares, José Ramón. Gente de Cervantes, Historia humana del idioma español. Madrid. Taurus, 2001
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