viernes, 26 de agosto de 2016

"Mientras crecen los árboles": retazos de un Querétaro antiguo y nuevo.

Para Francisco Garrido Guzmán.


He visto que es necesario elaborar algunas reflexiones sobre los libros que he publicado. Desde mi ojo de escritora antes no lo veía necesario, pero al tener ya seis publicaciones y encontrar que poco he abundado en su contenido, para mí como lectora es importante conocer más de cerca los procesos que llevaron a la publicación de un libro, las motivaciones del escritor, etcétera. Eso acerca y quizá, crea interés en la lectura.
Iniciaré con mi último libro publicado: "Mientras crecen los árboles" *.

Me surgió la idea de entrevistarme, como si fuera una reportera que ya leyó mi libro, y responder, como la autora que soy. Me quedé en la primera pregunta. Las respuestas me surgieron naturales; creo además que fue  la necesidad de ahondar más en el proceso que me llevó a la escritura de las crónicas, cómo las hice y por qué no retomé temas “típicos”.
¿Cómo, cuándo y por qué me surgió la idea de escribir las crónicas?
Paco Garrido Guzmán, coordinador de ediciones en el H. Ayuntamiento de Querétaro 1994-1997, nos presentó la idea de una revista que integrara crónicas acerca del municipio y de la ciudad. Como era parte de un grupo de apoyo político,  me ofrecí a colaborar, así durante varios  meses aparec publicado un texto en Crónica Municipal, así se le llamó. Era una revista muy bonita, muy bien diseñada y con colaboraciones de escritores y personajes de la vida cultural queretana.  Hice nueve textos, que me pedían fueran breves y sustanciosos. De ahí, veinte años después, las integré en “Mientras crecen los árboles” .
 

En ese entonces me di a la tarea de hacer un escrito por cada delegación,  acababa de hacerse la división política, por eso están “cubiertas” la mayor parte de las zonas de la ciudad.
Intenté hacerlas lo más vivas posible, incluso a algunas las fui a visitar para escribir sobre ellas, así fue el caso de Santa Rosa Jáuregui, pues no la conocía bien.
Yo tenía apenas cinco años en Querétaro, no conocía mucho de la ciudad, pero en algunos lugares ya había vivido como en Hércules o en Lomas, de ellas me fue más fácil escribir. Asimismo, acudí a la Casa de la Zacatecana, en el centro histórico, atraída por la historia que se supone acaeció ahí. Del texto sobre la entrada del ferrocarril nacional a la ciudad, me surgió la inquietud de las fechas e investigué varios documentos, también  me di un clavado al archivo que en ese tiempo tenían resguardados documentos históricos en los altos de la biblioteca del H Congreso. De ahí surgió el texto “Me lleva el tren”, que integré con una crónica de la época, tomada del Diario Oficial "La Sombra de Arteaga" de 1882.
Portada de la "Crónica municipal" no. 3.
Yo quería alejarme de los temas queretanos, como los concheros, las leyendas urbanas de las casonas o escribir de lo clásico que se supone caracteriza a la ciudad hablando turísticamente: las artesanías, la gastronomía… Muchos cronistas de la ciudad han abundado en ellos, con publicaciones auspiciadas por instituciones públicas de la cultura o de la educación. Creo que Querétaro como ciudad y como formadora de queretanos de nacimiento o avencidados, tiene una naturaleza  más profunda.
Esa naturaleza la avizoro en varios textos;  es, podríamos decirlo, una confluencia entre lo urbano y lo rural, lo tecnológico y lo impasible de sus construcciones de siglos, lo industrial y lo ritual sagrado. Claro que en general la forma “agrícola” o rural de ser se va perdiendo entre más urbanizada esté la ciudad, pero de aquello siempre  queda algo. ¿Tendrá algo que ver en esto el hecho de que muchas órdenes religiosas tenían aquí su base durante la colonia? Necesariamente creo que sí, sobre todo en la preservación de las formas “educadas” del trato, el no expresar de viva voz sentimientos negativos a nadie y, claro, las costumbres y ritos que año con año se manifiestan en las fechas religiosas clave en muchos pueblos y barrios de la ciudad. A mí, que no soy religiosa, me ha enseñado la tolerancia a dejar que la gente que sí lo es, se manifieste, y eso es especialmente ostentoso en esta ciudad.
He de confesar, si necesidad de confesión necesitas, lector, que cuando escribí las crónicas no conocía mucho de Querétaro. Quizá por ello son frescas y mi ojo ve lo que el queretano no. Y es un ojo de mujer joven, de medianos recursos, mexicana pero norteña y por ello ajena a muchas costumbres que quizá sean comunes a toda esta región del centro de la República. Son crónicas que ya exhiben nostalgia por esos lugares que me recibieron por unos meses antes de dirigirme a lo que sería mi hogar actual, en la colonia Desarrollo San Pablo.
Cuando integré las crónicas antiguas en un libro, intenté de alguna forma “actualizar” la información dada en las crónicas antiguas, sobre todo en referencia a los problemas que también había señalado. Además, escribí sobre dos eventos que me sucedieron me parecieron factibles de integrar al libro, que representaban atmósferas y personajes que pudieran ser representativos. Me refiero a la “Visita al Tlacote” y “Una familia de Lomas”. No sé si la medida fue adecuada o no, pero el libro ahí está, para que tú, lector queretano, le des un vistazo y me digas si ese Querétaro que describí ya se fue con las continuas oleadas de migrantes o pienses, como yo, que algo se impregna en tu ser de su naturaleza mansa, laboriosa, gustosa de las cosas bellas y muy apegada a sus costumbres familiares y religiosas.
Cierto es que no cubro todo, sería imposible en un solo volumen, pero pongo mi granito de arena para comprender y preservar partes del municipio que en muchos sentidos, ya no están. Mis retazos para la gran manta queretana que seguimos construyendo, están entregados ya.

* St.Clair, Anna Georgina. Mientras crecen los árboles. Ed. Orbis Press, CA. 2016.

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