martes, 19 de enero de 2016

Los piratas y sus consumidores. ¿Redención o fraude? (Avatares... Parte 4)

Soy fan de Spotify Music. Me gusta porque me pone en contacto con música de todo el mundo, gratuitamente. No me he suscrito por una mínima cantidad aunque cada rato esos suecos me proponen "elevar mi nivel de sonido, escuchar sin anuncios", etc. Es música nueva y antigua,  un espacio para recrearme de las más nuevas y atrevidas producciones así como acercarme a mis canciones que me traen bellos recuerdos. Han sido demandados por algunos autores-compositores-intérpretes, pues el número de reproducciones de sus obras no compagina con las ganancias que reciben. Tienen razón, y eso que firmaron un contrato legal.
Voy caminando al tianguis. Siempre está un puesto, entre tantos otros, de libros. De los de moda, baratísimos, además de los tradicionales de autoayuda, recetas y de colorear para niños. Grandes y bonitos ejemplares a 50, 100 pesos, de los asediados por adolescentes Harry Potter, los vampirescos amaneceres, atardeceres y crepúsculos, los más conocidos de Gabo y  otros best seller: TODOS PIRATAS. No les compro porque no son de mi gusto o ya los leí, pero quienes no tienen los 300 pesos para un libro original del Señor de los Anillos, puede conseguir uno a una tercera, cuarta parte de su precio.
También está en el tianguis el infaltable puesto de las películas: "llévelo, llévelo", donde por diez, quince o tres por cincuenta me podría chutar las mejores y mas taquilleras películas en DVD (es clon, me dicen ufanos) del año pasado e incluso de este año, que todavía no se estrenan en el cine comercial. No las compro porque me gusta más  ir al cine. Lo mismo puedo comprar cualquier cd o mp3 de la música de moda, por muy poco dinero.
¿Quién los puede detener? Está la demanda, tienen la oferta y es como las drogas, si los persiguen se hace más cabrona la mafia y más fuertes las mordidas que deben pagar, pero seguirán ofreciéndolas al público.
Otro tanto podrían platicar quienes gustan de vestir ropa y zapatos de marca, o por lo menos presumirla con las etiquetas visibles. Mucha es adquirida a través de piratas, que imitan tan bien que los "legales" parecen copias. Es un negocio mundial, se meten de contrabando o se hacen aquí mismo y se venden en todas partes. No compro esas prendas porque me chocan las etiquetas en la ropa, y más las conocidas.
Las marcas pertenecen a las empresas. Los productos artísticos originales comparten ganancias entre los distribuidores, editores, comercializadores y los creadores. Pero muchas veces los productos se copian y se venden por fuera, generando ganancias que no llegan a sus verdaderos creadores. Por más que se hagan campañas por la buena o por la mala para impedir esta situación, se sigue dando y de manera creciente.
La gente quiere su música, ver películas, leer sus autores favoritos y no tiene suficiente dinero. No hay acceso legal a cinematógrafos baratos, a libros baratos y surtidos, a música original barata (más que en Spotify y similares, supongo). En cuanto a la ropa, qué importa que no sea de marca, con que sirva, aunque sea de segunda mano.
Y no hemos hablado de los artistas plásticos, que tienen el mismo problema. Cuántas ocasiones he visto que las fotografías originales de fotógrafos conocidos son usadas para ilustrar pósters, calendarios, sin su autorización. Es fácil, sólo las bajan de la web. Por eso luego las exhiben firmadas para no ser objeto de robo.
 ¿De quién es la creación artística? ¿Tenemos derecho a apropiárnosla los creadores y no compartirla a menos que se nos paguen derechos de autor? Esta posición sería un suicidio en estos tiempos, pues santo que no se enseña, no es venerado.
El internet nos ha hecho globalizarnos desde el primer teclazo que le damos al Facebook, el primer tuiteo, la primera foto de nuestra obra o perfil que enseñemos a nuestros amigos y parientes. El pirateo promueve la accesibilidad de la producción cultural y artística para todo el mundo, siempre un paso al frente de quienes han legalizado la propiedad mercantil y de autor de las obras.
Y qué decir del fenómeno del youtube. Todos somos reporteros de los eventos catastróficos en todo el mundo a los minutos que pasan, ¡y de televisión! Me ha hecho falta explotar un poco más esto de los videos para promover mis libros, creo que no he subido los dos audiovisuales relacionados con mis libros que he hecho,  por resquemores de derecho de autor de la música que escogí para ellos. ¿Deberé reprimir mis reservas en ese sentido? Quizá más adelante, quizá me anime con este artículo TAN a favor de la gratuidad de la cultura que he ido elaborando. Muchos jóvenes conocidos y cercanos a mi vida  me han animado a dejar mis protecciones a un lado y participar más en este mundo globalizado.
Incluso este blog es parte de mi cambio.
Pero la promoción tradicional de mi producción artística me ha dado muchas lecciones y grandes satisfacciones, volviendo al tema de mis personales avatares en este camino. De ellos les platicaré en mi siguiente entrega de esta serie.





viernes, 15 de enero de 2016

¿Ser o no ser gratuito? El dilema de los artistas en el s. XXI. (Avatares de la autoedición en papel y en línea. Parte 3).

Avatar:  1.- Del sánscrito avatar, divinidad que desciende a la tierra.
2.-Hechos o etapas que suceden en la vida de una persona o de un elemento.
3.- Representación de un usuario en una computadora, ya sea de sí mismo o de un alter ego.
4.- (De la película Avatar, de James Cameron). Avatar representa un cuerpo físico que a pesar de la distancia puede cobijar y replicar nuestra inteligencia humana, que a su vez permanece en el cuerpo físico original. 
Tomado del blog Inspirulina:  "Los varios significados del término avatar".  


Esta es una discusión que nos mantiene a muchos productores literarios, cinématográficos, plásticos y músicos, en jaque. En plena era de la globalización de la información, parece mentira que todavía algunos ilusos queramos acceder a tener ingresos por lo que creamos.
Y, por el otro lado, estamos acostumbrados a acceder a toda la información gratuitamente vía la web. Yo no lo sabía, pero muchos libros clásicos se  pueden "bajar" gratuitamente desde una multitud de sitios creados exprofeso para ello. No así sucede con la producción de autores vivos o que sus familiares todavía tienen reservas de derecho de autor. Ellos venden las obras en portales de librerías o de sitios ofrecedores de literatura como ebook o en papel.
Me lo dijo mi amigo Cóatl Sandoval y me pareció descabellado pero a la vez innovador: "subes tus libros a la web, que tengamos acceso de manera gratuita; el contenido se distribuye,  y se lee por el internet; si el libro me gusta, me pongo en contacto con el escritor y lo compro en papel".
Entonces, ya que no soy famosa ni tengo más de treinta años de muerta, ¿me conviene publicar y dejar que lean gratuitamente mis libros en internet?
Por una parte, creo que sí, pues quienes tengan la curiosidad de leerme y no conocen lo que he escrito, tendrán la posibilidad de hacerlo fácilmente, sin los problemas que entontré para "bajar" un libro que sí pagué en Bajalibros.com.
A esto último quiero referirme a una experiencia muy enriquecedora que tuve en la secundaria y preparatoria donde trabaja mi amiga Sara Valle, en Guaymas, Sonora, cuando me presenté en marzo del 2015. Mi amiga Pina Saucedo me pidió una muestra de mis novelas para que los muchachos hubiesen leído algo mío para cuando yo llegara a verlos. Ella tomó el archivo en word de la novela "Tacones en el Jardín", la más negra de mis novelas policíacas y se la envío a Sara para que la distribuyera entre los muchachos.
Cuando llegué, me topé con la agradable sorpresa de que habían sido conminados a leerla, que más de sesenta muchachos habían leído la más violenta y explícita de mis novelas, todo se lo habían pasado en tres días vía celulares. Y supongo que los muchachos la leyeron, en su mayoría, en sus dispositivos móvles inteligentes que ya casi todos tienen. Los comentarios y las preguntas de ese aglomerado auditorio fueron interesantísimas, además de conocer las formas en que realizo mis obras, cuestionaron la naturaleza y características de los personajes, que llegaron a conocer muy bien.
¿Hubiera sido posible eso sin el acceso gratuito al contenido de mi novela? De seguro que no, y por más que yo les haya platicado, adelantado y leido párrafos o capítulos enteros de la novela, no me hubieran conocido como escritora como lo hicieron. ¿Hubieran comprado mis libros, a pesar de que estaban en 70 pesos cada uno? Lo más seguro es que no, pues muchos me dijeron que querían comprarlos pero que no tenían dinero para ello.
Vuelvo a mi propia escacez de recursos para poder siquiera entrar a una librería y darme el gusto de comprar tres o cuatro libros, que de seguro ascendería a un total de más de mil pesos. Ya no está el dilema de comprar un refresco o ni siquiera una hamburguesa por un libro... ahora el costo de las obras en papel se ha elevado estratosféricamente, y no así los salarios. Ya no forman parte de la canasta básica.
¿Y qué nos queda a much@s amantes de la literatura? También hacer la lucha de ingresar al selecto grupo de lectores que son aceptados por una bien conformada biblioteca pública.
En el caso de Querétaro, la biblioteca pública estatal Manuel Gómez Morín pide bastantes requisitos, entre ellos el que el aval sea alguien con un trabajo formal que pueda acudir a la biblioteca a firmar personalmente, amén de que tenga un teléfono de su trabajo en donde pueda ser localizado, es decir, en donde pueda ser llamado directamente en caso de que el avalado no entregue los libros solicitados a tiempo. He revisado el acervo de la Gómez Morín, y tal parece que de los libros más nuevos e interesantes sólo tienen un ejemplar, lo cual se me hace de lo más extraño pues se supone que los compran con recursos públicos , y si son para una biblioteca quelos presta, debe haber más de un ejemplar. Así, lo más nuevo y selecto SOLO PUEDE ser leido dentro de  sus instalaciones. A pesar de ello, todavía vale la pena inscribirse, así que sacar mi credencial nueva está en mi lista de deberes para este año, sobre todo para tener acceso a mucha literatura clásica. Otro problema que les veo es que los archivos no están terminados de integrar, mucha literatura nueva no está organizada en la búsqueda, ni en un formato digital que tienen, y menos en las famosas "tarjetitas" que antaño usábamos los ratones de biblioteca y que todavía tienen ahí. 
Mientras, he aprendido a navegar en internet y "bajar" libros gratuitos de mis autores favoritos, aunque no siempre son suficientes. Y me topo con que son mucho menos libros de los que han escrito, aunque sean ya catalogados "clásicos" y si, con la oferta de las librerías digitalizadas, casi igual de caros que si fuera a sus instalaciones a adquirirlos, pues se ven baratos pero el precio muchas veces es aparte del precio de entrega en casi de ser digitales.
Ser parte de una biblioteca pública como autora es en realidad ponerse a disposición del público de una manera gratuita. O sea, que la gratuidad de los contenidos literarios siempre ha existido, solo que ahora se ha extendido a la web.
Magnífica conclusión a la que he llegado.




La publicación como ebook en Amazon.com y el acercamiento a Bajalibros.com (Avatares de la autoedición en papel y en línea. Parte 2.)

 Avatar:  Sinónimo de vicisitud.
Vicisitud: Alternativa de sucesos prósperos y adversos.
Diccionario Enciclopédico Ilustrado. Ed. Océano. 1989.

Desde que reingresé al mundo literario  (hablo de hace ocho años para acá) me topé con que era muy distinto a lo que viví en mi infancia. Entonces, gracias a Librolandia de Hermosillo, había más accesibilidad a los libros de la cultura universal y no eran caros, además de que teníamos tiempo para buscar y encontrar. Ni qué pensar en el internet como un gigante distributivo que nos cambiaría la vida, décadas después.
El tener acceso a textos gratuitos vía internet, merced el uso de lap tops o tablets para darles lectura ha sido de una gran enseñanza para mí, como lectora y como escritora. El aprendizaje se lo debo a los integrantes del grupo literario queretano -actualmente  denominado Horizontal-, que me platicaron de su experiencia como blogueros y distribuidores de material literario casi exclusivamente vía internet.
De todos modos yo alucinaba con ver hecho mi libro en papel, así que me decidí a autopublicarme "Enamorarme de mi" (2011) y realizarlo en formato cartonero, que muchos de ustedes ya conocen. Sin embargo, me asediaba la posibilidad fantástica de ser accesible en todo el mundo, como ebook. Traté de hacerlo por mi cuenta y no pude, por más videos de autoayuda que vi, por más que hice el intento me faltaban muchos elementos necesarios que ahora conozco. Por eso me acerqué a Amazon.com.
Amazon resultó una propuesta interesante para mí. Amén de las dificultades técnicas de mi poca experiencia en el manejo de los archivos, decidí ofertar mi segundo libro autopublicado, "De tejidos marítimos, viudas y tangas" (2013) solo como ebook, para probar, conocer. Resultó que había muchas facilidades para los escritores "indies" como les llaman: no había necesidad de tener un ISBN aunque (claro que siempre) era necesario que el texto ya tuviese su Registro de Derecho de Autor. Tampoco era necesario ser ciudadana o vivir en los EUA, pero sí era necesario contar con una cuenta de banco acreditada en aquel país, cosa que sí pude hacer.  Después entré a un concurso de novela en español de escritores "indies" y me lancé con "La tormenta" en una competencia inútil con otros 10 mil escritores en español independientes que publican en Amazon. Huelga decir que no gané, pero sí aprendí.
En cuanto a las ventas de esos dos libros míos como ebooks, tuve pocas; afortunadamente algunos familiares y amigos accedieron a bajar  los textos por solo 3 dólares, animándome con cada unidad comprada. Huelga decir que de esos tres dólares me llegaban a mis bolsillos solo 1.73, con el cobro de regalías de Amazon y el descuento de los impuestos que la institución hacendaria gringa se digna en cobrar por cada venta. Luego retomar ese 1.73 hacia México por parte de mi institución bancaria era un lío: agradezco la paciencia y atención de la persona encargada de rastrear esos depósitos minúsculos y traerlos a mi cuenta en pesos: traigo una carga en la conciencia porque después del último rastreo, ella fue despedida, quizá sus jefes encontraron que perdía demasiado tiempo en cantidades tan insignificantes, pero ella entendía lo importante que esos pocos dólares eran para mí.
El acabóse llegó cuando me compraron un ebook en España, igual en el equivalente en euros de tres dólares, y descubrimos que los bancos de EUA cobraban ¡cuatro dólares! por atraer cualquier depósito en Europa, así que ese pago se volvió inalcanzable para mí. A menos, claro, que alcanzara la grandísima cifra de 100 dólares en ventas, así podrían enviarme un cheque cobrable en México, me dijeron con sorna
Hablé con el encargado de Amazon para español en México y le hice la pregunta más sencilla: ¿por qué Amazon.com.mx  no hace depósitos en México para los escritores mexicanos? Me dijo que era muy buena idea, pero que hasta la fecha no lo tenían. Entonces decidí retirar mis ebooks de Amazon, no así mi perfil, para futuras ventas cuando pudiésemos arreglar lo de los cobros.
Para ese entonces, yo había tratado de comprar un libro a Bajalibros.com, de filiación mexicana. Me hicieron registrarme en Adobe Reader, luego con ellos, resultados diferentes contraseñas y nunca pude abrir el texto. Comprendo que no quieren que el texto se "suba" gratuito a la red a partir de una sola compra, pero pusieron tantos candados que fue imposible abrirlo. Cuando hablé para pedir apoyo, la voz del otro lado del teléfono manifestaba fastidio por lidiar con alguien tan poco versado en los asuntos de bajar libros, amén de que no me sirvió para nada. Me siguen mandando ofertas por mi correo electrónico que nunca atiendo.
Cuando retiré mis libros como ebook de Amazon, me llegó la idea de ver si, después de tres años de alguna experiencia, yo pudiera abrir mi propio portal de ventas y ofertar vía internet mis libros en papel. Para el año pasado, ya llevaba cuatro obras y cinco títulos en papel, un extra que integra mis tres últimas novelas escritas. Para el pago, me apoyé con Pay Pal para hacerlo accesible a todo el mundo, cosa que se acerca mucho a lo que hace Amazon. El problema está en la "bajada" como ebook.
Pregunté y me dijeron que requería de un programa especial, "IPN", que algún experto podría ayudarme a poner. Así se descarga el texto una vez que hayan pagado una mínima cantidad, y podrían leerlo como ebook.  Por lo pronto, en mi blog comercial pueden "bajar" el libro de poemas entero como ebook gratuitamente, leer algunos relatos que ya están en mi blog de "De tejidos marítimos, viudas y tangas" y leer los dos primeros capítulos de cada una de mis tres novelas. Hasta ahí he llegado. Todavía no termino de configurar totalmente los pagos para pay pal, pero voy a medio camino.
Fue en la elaboración de mi página comercial donde afloraron varias discusiones que todavía sostengo conmigo misma, y están relacionados con la gratuidad de los productos culturales, los derechos de autor y la necesidad de ser leída que todos los escritores tenemos.
                      

Avatares de la autoedición en papel y en línea. Parte 1: El mas reciente intento desafortunado en una librería para exhibir mis libros.



Acabo de ir por un lote de 13 libros míos a la Libreria Cultural del Centro. Fueron los que dejé en julio del año pasado cuando, después de muchos trámites que iniciaron con una comprobación de que yo era realmente queretana (con recibos de domicilio), dejarles los libros para que les dieran una hojeada las más altas autoridades del IQCA y terminaran con la formal realización de un convenio que también tardaron en firmar. Todo para que mis libros pudiesen ser exhibidos en la Librería para su venta al público, ese era mi sueño.
Me dijeron al recibirlos a consignación, que después de de terminado el convenio de tres meses, me dirían si querían seguirlos exhibiendo o en caso contrario me los regresarían.
Fui a mediados de julio y no los habían recibido en la exhibición frontal. Me di cuenta de que estaban arreglando la librería, la estaban ampliando y poniendo nuevos estantes, Pero seguían vendiendo libros al público, no así los míos.

Fui en septiembre, hablé con el encargado y no los vi exhibidos, me dijo que los tenía guardados y que los sacaría cuando terminaran de acomodar-sacar lo que tenían pendiente.
Yo querían tomarles fotos en las estanterías y decirles a mis amigos de Querétaro que no necesitaban acudir conmigo para comprar mis libros, que ahí estaban, listos para ser llevados como regalo, como souvenir turístico (porque son arte-objeto muy especial y único), como entretenimiento.
Me fui en octubre del año pasado a Sonora, y nunca los vi tomando el aire de la librería recién arreglada. Para esto, se terminó el convenio de los tres meses.
Me hablaron a mediados de noviembre a mi casa de Querétaro para decirme que pasara a renovar el contrato.
Hoy hablé y me dijeron que no vendieron ninguno. Yo sé que ni siquiera los exhibieron.
Decidí no renovar el contrato con ellos. La amable persona que me los entregó, responsable de la bodega de la Librería Cultural del Centro, trepó por cajas y cajas sin abrir para llegar a una alta repisa donde estaba la mía acomodada debajo de otras dos. Me dijo que sí se habían mostrado, quizá para quedar bien o darme ánimos.
Mejor me los traje a mi casa, los venderé por mi cuenta, vía internet. O mejor, cuando me autopublique otro libro y haga las presentaciones personales en varias ciudades que acostumbro hacer.
Entiendo por qué están en crisis las librerías, como autora y como compradora de libros que soy. Pero lo vivido en esta experiencia me confirma que no es lo mismo ser famosa que no serlo, no es lo mismo batallar con tus propios recursos como escritora que tener el apoyo de alguna editorial de prestigio, ser cuatacha de las autoridades culturales o ser una desconocida con iniciativa maníaca de escribir, ser leída y ser encontrada por desconocidos.
De todos modos, tenía mi stock de libros casi vacío, pues se me vendieron muchos en mi última presentación en Cananea. Así me animo más a seguirlos ofreciendo por internet. Y no los perdí, como me sucedió parcialmente cuando dejé diez libros y doz tazas en el extinto Verona Cafe Y Libros, en octubre del año antepasado y solo me regresaron dos libros. Pero esa es otra historia. Seguiré comentandoles este difícil camino que he venido siguiendo para promoverme y vender mis libros.
12 de enero del 2016.