jueves, 30 de octubre de 2014

La magia árida de "Albedrío", de Daniel Sada.

Una vez que me acostumbré a su forma barrocamente norteña de escribir, su lectura se volvió deliciosa. Me refiero a Albedrío, novela de Daniel Sada.
Con una amplitud de vocabulario asombrosa, describe historias, situaciones, paisajes, diálogos, para crear el mundo que rodea a Chuyito, un niño rebelde y pendenciero que decide fugarse de su pueblo y abandonar así una vida de "puro castigo" que le habían hecho entre su padre y su maestro. Se fuga con unos gitanos de baja estofa que aciertan a pasar por el pueblo,  los cuales se lo llevan pensando que de algo podría servirles.
Ambientada en los caminos terrosos de Coahuila, cerca de Piedras Negras, Sada nos describe un mundo en donde lo que se piensa se cree, lo que se dice es menos importante que lo que se hace, y lo que se cree se convierte en el destino y la realidad. Con visiones promovidas por el mago de la troca, Luis Cesáreo, se conforma un lúdico y mal inventado remedo de las visiones yaquis del brujo de las Enseñanzas de Don Juan, de Carlos Castaneda.
Realidad de llanos áridos, surcados a veces por trenes o vías destrozadas, ríos llenos de vida o lechos secos, típica del norte mexicano. Con estrellas por techo, piedras de diversos tamaños para pisar y encontrar, huizaches, nopales, mezquites,  un camino se conduce lento, con pausas para soñar y para enseñar a ese rebelde las líneas de un teatro farsante.
Realidad que dibuja un mapa en el crecimiento y huida de un niño-joven  contestón y desobediente, que por lo mismo tampoco puede ser utilizado para el engaño en los pueblos que van pasando. Chuyito encuentra que sus instrumentos escapistas: Manducho, vagabundo criado por gitanos y de los que se escapó, ahora jefe del grupo; un ladrón, Concho, que también la hace de tramoyista; Filiastro, un gigante que no lo dejan hacer magia y Olga Nidia, una enanita joven callada y cariñosa,  son iguales a sus padres y maestros, aunque con una diferencia: ellos lo podrían llevar hacia  playas, ciudades con edificiones grandotes, hacia el mar, hacia sus viajes soñados.
Sada escribe plural en denominaciones, cuatrapeado en sintaxis, comprimidas las imágenes haciéndolas pasar de un paisaje llano a otro lleno de piedras con gemas incrustadas: la revelación de un lenguaje que siempre está mentando de ladito otras historias no reveladas pero no por ello menos importantes.
 Las situaciones chuscas son pocas pero lo suficientemente bien hechas como para haberme hecho carcajear y alegrarme la tarde.
 Esas formas muy norteñas me llenaron la cabeza : norteado, acurruque, embarullar, destanteo, entre muchas otras que dejé pasar después de haberlas mascullado y permitirles hacer vibrar con su sonido a mis recuerdos verbales en mi tierra sonorense: las pláticas con mis tías, con las vecinas, y  los chistes  y chismes en familia.

Sada, Daniel. Albedrío. Tusquets Editores, México 2001.


domingo, 26 de octubre de 2014

Catrina llorosa

Veo los ojos enrojecidos de la Catrina. No quiere llorar mas, ha llorado demasiado a su esposo y padre de sus dos hijos, desde que se lo entregaron cortado en pedacitos al no poder pagar el rescate que le pidieron. Hace menos de un año de eso, y algo se disparó en ella y no puede quedarse sin hacer nada, y se ha vestido de Catrina y su peluca blanca con brillos plateados la verás en Celaya esta semana, acompañada por otros dos que se han vestido de Catrinas en homenaje a Alex, amigo que se les fue a los 30 años, cronista de leyendas de Celaya,  que solo había publicado un volumen y le publicaron póstumamente el segundo. Alex murió de depresión, a pesar de que estaba siendo tratado por varios psiquiatras. Las Catrinas piensan que le daban dosis equivocadas de medicamento.
Ellas caminan por la escuela recién abierta de Salvatierra, el Colegio B., asentado en un edificio antiquísimo, con el patio interior de cantera rosa, frente al Jardín. Solo ofrecen dos carreras: Contaduría y Leyes. 
Ahí fue el encuentro de escritores de Salvatierra. Yo tenía curiosidad por saber cómo han vivido la violencia, la inseguridad en la región, y si eso se vería reflejado en sus textos. Y si, un señor escribió un discurso reclamador a las autoridades, a la corrupción y a la dejadez de la gente. ¿La razón? Trataron de extorsionarlo en una comunidad vecina y prefirió cerrar su negocio.
Salvatierra, a dos horas al norte de Morelia, percibe sus días diferentes. Sus artistas añoran el vivir tranquilos, sin temor a salir en la noche, en comunión con sus cerros, pegados al río perenne y disfrutando de las delicias estacionales. Piden ayuda a sus santos, también piden consuelo para los allegados a las víctimas y se asoman con un ojo a las calles nocturnas, con miedo al silencio que ni los perros rompen.
Escucho las voces orgullosas de quienes son herederos de una tradición literaria de más de 150 años de escritores, editores, poetas y lectores en este pueblo de 400 años. Me pregunto qué puede hacer la cultura y estos eventos, para mejorar o aliviar un dolor nuevo clavado por los grupos de delincuencia organizada, la desigualdad social, la disminución del Estado vigilante y protector.
La Catrina escribió un cuento sobre una invasión de zombis, incluyó unos personajes que aguardaban encerrados a que terminara la cacería humana, para luego salir ilesos y adjudicarse ser salvadores de la humanidad.
En la noche regresé a casa y vi en Discovery Channel tres documentales seguidos sobre la narcoviolencia en la frontera y el tráfico de armas a México. Me entero que según sus cálculos, entran DOS MIL NUEVAS ARMAS DIARIAS a nuestro país, nadie las detiene en su camino. 
Negocio de la muerte, Catrina, que no quieres llorar y penas como la Llorona por tu esposo y por tu amigo, mientras imaginas más cuentos de zombis y panteones y cobardes.
Solo así podrás seguir viviendo. 

miércoles, 15 de octubre de 2014

De hogar en hogar, viajo por fuera y por dentro.

Qué rico es regresar a mi hogar queretano y ver mis hábitos, rutinas y pertenencias con nuevos ojos.
Qué hermoso empaparse de mi ciudad natal, ver lo mucho y lo poco que ha cambiado. Quererla de nuevo con ojos llenos de nostalgia.
Qué alimento tan nutritivo para mi corazón el ver a mi mamá rejuvenecida, llena de nuevos planes y energías, siempre con un contagioso ánimo de vivir.
Qué ternura encontrarme de cuerpo presente con mi hermana y renovar nuestro amor de sangre entre nosotras y nuestros hijos.
Fue estupendo reencontrarme con mis tías abuelas y con mi tía paterna, renovar así los vínculos familiares que me hacen pertenecer a ese pedazo gigante de tierra, aire y mar que es Sonora.
Qué gusto el volver a ver a mis compañer@s de las escuelas de mi juventud, conocer cómo les ha ido en sus vidas y reconocer las pautas comunes de comportamiento a partir de haber compartido educación escolarizada. Se convirtiron en un motivo más de regreso.
Qué maravilloso llorar al bañarme, por vez primera este año, en el mar de Kino y encontrar que los cardúmenes de pecesitos me dejan espacio para entrar, casi sin inmutarse.
Qué espléndido ir a nadar entre las rocas, con mis sobrinos y hermana pescando, y con solo una inmersión con gogles al agua, ver una enorme variedad de peces: mantarraya pequeña, pargo, peces aguja pegados a la superficie, todo el alcance de mi vista. Entré al acuario del mundo, según Cousteau.
Qué preocupación y gusto al mismo tiempo de ver cómo se está construyendo al otro lado de Cerro Prieto. ¿Resistirá el medio ambiente casi prístino, la entrada de viviendas pegadas al mar? ¿Serán capaces de convivir y resistir el asedio de las empresas de Bienes Raíces, el territorio y población kunkaak (seris)? Me dio gusto también porque tanto Mormor como mi papá soñaban con que algún día Kino se desarrollara y llegara más bonanza para todos sus habitantes. No vivieron para verlo, y ahora esa bonanza parece amenazar lo que hace precisamente más rica y atractiva la región: su casi intocada biodiversidad y la pluriculturalidad.
Disfruté sobre  mi piel el sol desértico de octubre. Mis sentidos agradecieron el calor y los rayos, que penetraron hasta mis -a veces- doloridos huesos. Siento que me faltó sol, y lo extraño.
Paladeé el mar salado  (Emi hasta un traguito de mar se echó), con la seguridad de que no está contaminado con drenaje del mismo pueblo, como sí sucede en la mayor parte de las playas de Guerrero, Michoacán y Nayarit que he visitado. 
El agua tibia, transparente, llena de vida, es única.
¡Qué privilegiada me siento por haber crecido con padres de amaban la naturaleza, en especial mi papá, cuyo gozo por estar en el mar lo compartió con nosotros!


lunes, 13 de octubre de 2014

"De tejidos marítimos, viudas y tangas", un libro completamente femenino y sutil, especial para que lo lean también los varones.

Por Sara Valle

La poesía de Anna Georgina St. Clair atrapa desde el primer momento. Sus textos son sensuales y muy femeninos y va contando amores y desamores con una firmeza capaz de envolver a cualquiera.
“De tejidos marítimos, viudas y tangas. Relatos” es su segundo libro y sus historias son tan reales como fantásticas que permiten una identificación con su visión del amor, de la ternura, de la soledad, de la enjundia y el coraje para salir adelante.
Tuve la oportunidad de conocerla en la presentación de su segundo libro, en una charla cautivadora que incluyó no sólo su material poético sino también su visión de la vida, de los hijos, del amor, del matrimonio, de la soledad, la ecología, la política y la pareja.
Anna St. Clair habla de la pérdida de un amor “en donde se confunden el dolor de la ausencia con el gozo por la libertad”.
Los 39 Relatos que componen “De tejidos marítimos, viudas y tangas. Relatos” son una compilación de las sensaciones eróticas, menstruales, los actos amorosos sin sutilezas inútiles, la pérdida, la iniciación en la marihuana, de su bagaje de ser hija de madre extranjera y padre mexicano, de su entrañable abuela y los viajes que hacían, de una niña transformada en mujer y las diferentes etapas que atraviesa. Un libro completamente femenino y sutil, especial para que lo lean también los varones. Un libro en libertad.
St. Clair no sólo desborda su imaginación con sus textos, sino que también elabora minuciosamente cada uno de sus ejemplares: desde el proceso del papel, el cartón para cada una de sus portadas, las fotografías, correcciones de originales e impresión. Todo hace ella misma.
Anna Georgina es una mujer creativa que constantemente explora nuevos escenarios para alimentar su trabajo literario, porque escribe sus poemas, con sus manos recorta y prepara el papel en el que se imprimirán sus relatos, toma fotos y además es su propio agente. Todo, en una sola persona. Una persona tenaz, luchadora, creativa que envuelve con sus letras, que me encanta leer y que les recomiendo ampliamente.
Por estos días en que el calor amaina y que octubre nos regala preciosas lunas, la escritora se encuentra visitando nuestro desierto, bienvenida Anna Georgina St. Clair y no dejen de leerla.
Sara Valle Dessens
Docente de Tiempo Completo
Ex Presidenta Municipal de Guaymas
saravalledessens@yahoo.com.mx

Domingo 12 de octubre 2014
Publicado en Periódico El Vigía, Guaymas, Sonora.