viernes, 19 de septiembre de 2014

Daphne Du Maurier: un hallazgo afortunado.




Los tres volúmenes de los libros que compré en una
 tienda de libros de segunda en el DF. ¡Maravillosos!

Revisé con detenimiento el completísimo contenido del primer tomo de mi Antología de la novela corta universal (1), que había estado leyendo. De las 28 novelas cortas, en un conteo inicial vi que solo una novela corta estaba escrita por una mujer, Katherine Mansfeild. Me fijé en el género humano porque acababa de leer, de Marisol Vera Guerra, "Ianna y la bestia que escribe" donde menciona lo poco difundidas, leidas, que somos las escritoras en comparación con los hombres, a pesar que desde hace varios siglos nos hemos dedicado a escribir, y muchas a escribir bien.
Pero regresemos a los textos que estaba leyendo. Me encontré con "Los pájaros", de Daphne Du Maurier (1907-1989). Empecé a leer y con asombro reconocí la trama de la película homónima de
Alfred Hitchok posando con un pájaro, en referencia a 
uno de sus films más reconocidos.

Alfred Hitchcok.  Esa película fue de un impacto especial para mí, pues se genera un ambiente opresivo en el que nunca se encuentra  una explicación de la conducta agresiva de los pájaros contra los humanos, además de los cielos nublados, el mar encrespado y la neblina tan típicos de la costa inglesa.En el colofón "Notas biográficas" de la Antología, se resumía la vida y obra de la que encontré era una mujer escritora: 


"DAPHNE DU MAURIER 1907
Nieta de George du Maurier, eminante dibujante, caricaturista y escritor británico, e hija de Gerald, actor de inmensa popularidad, Daphne nació en Londres y empezó a escribir poemas y cuentos a la edad de diecinueve años. Escribió también una biografía de su padre, y es autora de varias novelas, principalmente de misterio, entre las que destacan Rebeca  que ha sido llevaba a la pantalla, y Mi prima Raquel, por las que ha sido elevada al rango de Dama del Imperio Británico".(2)

Vaya, se describe a Daphne en la primera mitad de la nota biográfica en relación con su padre y su abuelo. Otra manera misógina de referirse a las mujeres, en función de sus familiares famosos, generalmente el padre. Wikipedia indica que desde que inició su escritura, su padre influyó para que fuese publicada en periódicos de la época, es decir, fue ayudada por sus famosos parientes para publicar y ser leída desde sus inicios. Quizá ello contribuyó a su fama, pues no se encontró con el habitual bloqueo, veto y frialdad con la que  muchas escritoras se encuentran cuando quieren mostrar al público el producto de su esfuerzo. 
La escritora en su juventud.

Claro  que si no hubiese sido tenaz, dedicada y muy hábil en su profesión, no hubiese logrado tales éxitos.
Encontré que la novela genera la misma atmósfera que la película, aunque con mayor profundidad, pues el narrador en tercera persona está en la persona de Nat, el padre de familia que lucha por proteger a su familia y genera en su interior toda clase de explicaciones y trata de encontrar pequeños asomos de lógica a la conducta animal, cosa que consigue al vincularla a las altas y bajas mareas que se generan cada seis horas.
El personaje principal, que había estado en el frente de la segunda guerra mundial y dado de baja por lesiones, especula en su interior acerca de las diversas acciones que los barcos de guerra y las autoridades hubiesen podido hacer para defender a la población inglesa del tremendo ataque de aves enloquecidas y suicidas. Una de ellas resultó parcialmente cierta, al escuchar cómo aviones de combate trataban de liquidar a las aves desde el vuelo, cosa que finalmente no logran  pues éstas se estrellan en los parabrisas y motores, haciéndolos volcar estrepitosamente en tierra.
Daphne Du Maurier
Una vez que finalicé mi lectura, busqué datos sobre esta escritora, supe entonces que varias de sus novelas fueron llevadas a la pantalla por Hitchcok, además de Los Pájaros (1963) : Rebeca (1940) y la Posada de Jamaica (1939). Otro director, Nicolas Roeg filmó Don´t look now (1973)  basado en un relato homónimo de Du Maurier.


  Wikipedia indica además que fue predecesora de un estilo estremecedor, gótico y terrorífico en el que se inscribe la también inglesa Patricia Highsmith, de la que por cierto ya leí "El grito de la lechuza", que luego les reseñaré.
Si van a leer a Daphne du Maurier, creo que además de "Los pájaros", podrían leer el resto de las historias que publicó en una edición posterior, titulada en español "Los pájaros y otras historias". En ese vínculo se puede leer completo.
Creo que es un interesantísimo libro y una escritora que vale la pena seguir conociendo. Anoto entre mis pendientes el ver la película Don´t look now (1973),  con  unos jovencitos Julie Christie y Donald Sutherland,  el trailer en youtube nos advierte de una estupenda cinta. De hecho, en febrero del 2011 fue nominada como una de las mejores películas inglesas de todos los tiempos por un grupo de expertos de la industria, según artículo publicado en el Telegraph.
Esta película en español se denominó Amenaza en la sombra y quiero decirles que hay muchos sitios que la ofrecen completa con subtítulos en español, pero yo no la he encontrado completa para verla. Les encargo si la encuentran por mí. 


(1) Antología de la Novela Corta Universal. Selecciones del Reader´s Digest. México 1977. Vol. I
(2) Ibidem p. 371.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Nuestro crisol cultural y el nacionalismo. ¡Viva México!

Desde niña me dijeron que México era mi país, que debía ser mi orgullo y que en el mundo yo sería identificada como mexicana. Me aprendí desde el kínder el Himno Nacional, me ponía ¡firmes! cuando hacíamos honores a la bandera mexicana y , a pesar de estar en escuela de monjas, leí la historia de la fundación de Tenochtitlan con asombro y con veneración a los morenos hombres que fundaron lo que sería después el cimiento de la Ciudad de México, capital de Mi país.
Luego me hicieron estudiar acerca de Sonora, mi tierra chica -creo que fue en tercero de primaria-, su geografía, orografía, grupos indígenas (ahora se les llama grupos originarios) y los nombres de los municipios, es lo que recuerdo.
Cuando estudié historia de México en los niveles superiores, empecé a entender las contradicciones y ambivalencias que me rodeaban. A veces escuchaba que se les decía "indios"y "guachos" de manera despectiva a la gente que venían "del sur" del país a trabajar en los campos agrícolas de la costa de Hermosillo. Y se les veía mal, se les trataba mal y se les pagaba peor. Pero en abstracto, mis libros de texto decían que eran nuestras raíces y debíamos estar orgullosos de ellos. En la realidad, mi abuela mexicana me aconsejaba no exponerme demasiado al sol, para no ponerme morena, no me fueran a confundir.
Los danzantes (concheros) chichimecas en las calles del Cerro de San Gremal en Querétaro, México. (fotografia de Anna G. S., 2008).


Y los trabajadores que veíamos en la calle en Hermosillo se parecían a los señores morenos de las pinturas de mi libro de texto, orgullosos representantes de la "raza" mexicana. Solo que los reales eran más bajitos, más delgados y sus caras más redondas.
Escuchar la tesis principal de "México profundo", de  Guillermo Bonfil, de labios de mi compañero de vida que en ese entonces trabajaba en el Instituto Nacional Indigenista, me corroboró mis pensamientos.
En el mar de contradicciones en los que vivimos los mexicanos, una cultura milenaria, muchas veces negada y supuestamente enterrada, aflora en nuestras raíces. A pesar de que hablamos español, vestimos comos los occidentales y nuestro estilo de vida tiende a emular el consumismo industrial urbano, por nuestras más sutiles actitudes palpita lo que verdaderamente nos integra como ciudadanos de esta tierra.
Identifico mis verdaderas características como mexicana, independientemente de que no me guste tomar tequila, aguante nomás unas dos o tres canciones en mariachi y me siga cimbrando cantar el Himno Nacional, aunque ya se me haya olvidado la mayor parte de los párrafos. No soy religiosa, pero sé que también nos caracteriza una elevada religiosidad y un apego a los ritos católicos, muchas veces integrados sincréticamente con las creencias religiosas que ya se tenían en la época precolombina.
Encuentro que me parezco a mis conciudadanos por mi apego a la familia, por la sensibilidad musical, por el gusto que tengo por la comida realizada con ingredientes locales,  por el lenguaje español y el entendimiento de sus recovecos cortesanos. También identifico una salvaje alegría de vivir que a pesar de los problemas, sabe "echarle ganas" y salir adelante en las buenas y en las malas. Pero no quiero generalizar, pues como seres humanos habemos de todo, como en todo el mundo.
Hoy fui al centro histórico de Querétaro a hacer algunos trámites, y el redoblar de los tambores del cerro de la Cruz me atrajo. Ahí vi lo que cada año atrae miles de espectadores: danzas en honor a la Cruz, realizadas por habitantes de los barrios de la ciudad de Querétaro, principalmente. Realizaban rituales que claramente reflejaban un seguimiento de una tradición que se ha enriquecido y adornado con creencias y vestimentas modernas pero que está lejos de perecer, pues se ven niños y jóvenes bailando y tocando los diversos instrumentos, principalmente tambores, junto a los personajes de mayor edad y rango de  los grupos de danzantes.
No solo ellos eran espectáculo, también los propios espectadores éramos parte de de todo, habíamos de todas las edades, solos o acompañados con sus familiares, madres, esposas, esposos, hijos. Éramos testigos de algo que comprendíamos y no a la vez.
Pero era sobre todo la cultura viva que saca sus orígenes ancestrales y los muestra, se enorgullece de ellos y domina un espacio antaño ocupado por coches y apurados transeúntes por las plazas queretanas.
Estabamos viviendo un tiempo en donde las horas no importan, tampoco el año del calendario o en dónde vivimos, qué comimos o cuál es nuestro trabajo. Los pasos dancísticos eran los mismos, quizá la estructura de los trajes también. El copal se quemaba en braseros en el centro de la plaza pero así había sucedido hacía diez años, quizá cincuenta, quizá hacía quinientos años con otros dioses a los cuales presentar tributo.
Más allá de los ritos políticos de la identidad mexicana como el "Grito" en todas las plazas del país, celebro la continuidad del orgullo cultural, que me atraviesa cada vez que acudo a presenciar eventos como el de los concheros.
Entiendo las contradicciones que se  presentan en mi persona, el crisol de diversas culturas que confluyen en uno de los países más diversos del mundo. Y sé que es la dignidad, el amor a lo propio y la integración como comunidad lo que nos hará salir adelante haciendo en el futuro más cambios políticos y económicos de los que nadie ha podido prever.
Esa es mi esperanza para mi país y la gente a la cual pertenezco. Por eso sí digo ¡Viva México!





viernes, 5 de septiembre de 2014

Conociendo a Gustavo Cerati (QPD).

Qué lástima de juventud, qué pena compartida por un artista insustituble que se va, de esos que trazaron rutas que otros siguieron con gusto en el universo melódico iberoamericano.
Y qué lástima que yo no lo conocí, nunca me llegaron sus canciones, nunca lo identifiqué como parte de mi generación, que de hecho lo fue.
Escucho las reseñas, los comentarios y leo loslogros, aciertos, grandioso trabajo de este compositor, músico y cantante y me sumerjo en las épocas en que él se comenzó a escuchar, en que realizaba sus conciertos y en que millones de fans de todo América Latina lo seguían, lo escuchaban, hacían suyas sus canciones.
En los ochentas yo escuchaba, en español, a los cubanos de la Trova Cubana (solo Silvio Rodríguez y Pablo Milanés - Oficial) embeída con el sueño del socialismo que estaba por venir anuestro país, previa lucha en los partidos de izquierda.
En los noventa, para alegrarme la vida, me sumergí en la música afroantillana, en clases de baile conocí a grupos como Niche, que me fascinaba, y un novio queretano me presentó a Joaquín Sabina, que también me gustó mucho.
¿Otra música en español? Me aprendí todas las de Cri Cri porque se las ponía a mis hijos. Ensanché mi universo de música clásica, acercándome a los Románticos, a música jazzística clásica del siglo pasado, influida sobre todo porque Alan St Clair tomaba clases de piano (y luego yo lo seguí) y claro que empezó con las piezas clásicas, tal y como yo lo había hacho a la misma edad, trece años.
Cuando fui a la UNAM (90-94), me aficioné a la música del Tri. Pasaba de largo, en los puestos callejeros en el DF, al ver discos de rock en español como Café Tacuba, Botellita de Jerez o del mismo Soda Stereo. Busqué música de Alberto Cortez, Victor Jara y, como ya andaba extrañando Sonora, de Carlos y José (norteños) y hasta de la Banda del Carro Rojo. No encontraba a Mocedades pero sí a Joan Manuel Serrat, que me encanta y cuyas canciones casi me las sé todas.
Ahora, en los programas de Radio, de TV y en los videos de YT que cuelgan, escucho a Cerati. No está mal, quizá me haga aficionada a su música, ya me están convenciendo sus fieles y cariñosos seguidores.
Que descanse en paz y que siga su legado para los músicos latinos de las siguientes generaciones. 

lunes, 1 de septiembre de 2014

Mil astros en juego



Fueron mil astros en juego
 quizá lluvia hicieron
quizá fuego
 todo lo vio
 la una mujer de lluvia entera

En el ombligo soltó el calor
el mil astro
 mojada

Primero fue el verbo
 luego el astro
 el viento quiso tocar tu barba la una
 puso su ombligo de paraíso pero
¡oh milagro!
 el pubis ofreció lluvia de luz
juguete-faro
centro de la tierra ah

Verbo eres y verbo serás
 tus mágicas palabras
solo energía son
 la luz se guarda expectante
conserva el sabio secreto
distingue la realidad de la ilusión
niño brillante que de ideas rebosas
 quieres las estrellas
 la una te mira
 mil astros te nutren
 ¿cuánto camino recorrerás
 con solo viento en tus manos?