miércoles, 14 de octubre de 2009

Me duelen las tragedias, la impunidad. Me da rabia, coraje. Quiero castigar, gritar. Cuántos muertos se necesitan, cuántas vidas se requieren para sacudir las conciencias, levantar las voces. Más voces, más impactos, que ganen las voces, que el grito se escuche más que el peso del dinero, de la indiferencia, de las vidas dormidas por el futbol, las telenovelas, por la lucha diaria para lograr la sobrevivencia de millones de personas en mi país.

He visto en dos ocasiones la entrevista que el viernes pasado, Carmen Aristegui ( en CNN en español) realizó a dos trabajadores de la cultura, un reportero y un fotógrafo: uno, salvadoreño, el otro, catalán. Ellos están colaborando un documental sobre lo que ellos llamaron una catástrofe humanitaria en nuestro país: centroamericanos que en su paso por México para tratar de cruzar la frontera hacia EUA, a bordo de trenes de carga, son víctimas de las autoridades mexicanas pero, además, y eso es nuevo en este año, por bandas de secuestradores que los bajan y los detienen para pedir dinero a sus familiares en Estados Unidos. Y si no reciben lo que exigen, empiezan mutilando y terminan matando con la total impunidad. Además, se roban a las mujeres jóvenes para obligarlas a prostituirse en lugares regenteados por los Zetas, pues es el grupo que está detrás de toda esta actividad. Esto, a la vista y/o complicidad del Instituto Nacional de Inmigración, así como las autoridades locales de Tenosique, Tabasco y Tierra Blanca, Veracruz. La versión completa de esta situación se encuentra en elfaro.net, periódico en línea que estos dos reporteros tienen.
Nos quejamos de cómo tratan a nuestros connacionales en Estados Unidos, pero somos indiferentes ante lo que sucede con los centroamericanos en nuestro propio país que es muchísimo peor. Incluso aquí, en Querétaro, una señora fue llevada a la cárcel , acusada de colaborar con indocumentados centroamericanos, porque la encontraron dándoles de comer en su casa. Por humanidad lo había hecho.
Iré a una obra de teatro que han anunciado en la ciudad: Lomas de Poleo, llamada así pues es el nombre del lugar en donde tiraban a las mujeres asesinadas de Juárez. De este problema, sin respuesta, en donde la impunidad está presente, fui sensibilizada con una película sobre el tema en donde protagoniza Ana de la Reguera, que actúa como una policía no corrompida por el poder que decide ir hasta el fondo de la problemática de los cientos de mujeres violentadas. Lo que descubre la llena de terror. Sé que está basada en la realidad.
Liz González, de Radio UAQ, entrevistó ayer en la mañana y por la tarde a los actores de Lomas de Poleo, e indican que el autor, Chihuahuense, para la realización de esta obra, entrevistó a varios asesinos sobre sus sentimientos, motivaciones. etc. Jueves, viernes y sábado de esta semana, en el Auditorio Esperanza Cabrera, a las ocho de la noche, serán sus últimas presentaciones.
En la realidad de mi país se están llevando a cabo secuestros, mutilaciones, violaciones, juegos sadicomasoquistas en donde lo más primitivo del cerebro humano toma el control: esa parte que busca el placer puro, el aplastamiento del otro, el dominio, el abuso. Y no hay castigo para nadie. Los límites del abuso sólo los pone el agresor mismo.
En los países en donde no hay un Estado fuerte, sus economías son débiles por la guerra, por crisis económicas o por pobreza ancestral, los débiles de la sociedad, mujeres y niños, son robados y engañados para diversos fines: prostitución, trabajos forzados, uso de ellos como carne de cañón en guerras. Esto lo llevan a cabo narcotraficantes, bandas de delincuencia organizada, algunas de las cuales ya tienen connotaciones de empresas trasnacionales, pues sus actividades traspasan fronteras y mueven a estos seres vulnerables a aquellos lugares en donde pueden redituar ganancias.
¿En qué se diferencían estas situaciones a las acciones que se realizaban hace tres siglos, en donde la esclavitud estaba garantizada por la ley? Las acciones son parecidas en su inmoralidad. Ahora, por lo menos en lo que a Mexico se refiere, la ley es letra muerta, no existe fuerza suficiente, ni voluntad, para detener esta situación.
Y esto parece que es cada vez peor.

martes, 13 de octubre de 2009

"Vivir la vida", de Sara Sefchovich.



Acabo de terminar el libro "Vivir la Vida", de Sara Sefchovich. Nunca había leído algo tan cercano en cuanto a los detalles de la vida de esta mujer que crea, pero al mismo tiempo siento que hay algo falso, no humano en ella, no expone verdaderos sentimientos, no hay suficiente profundidad en su vida. Es una compilación de los detalles de las vidas de miles de mujeres mexicanas, en la mayoría de las situaciones terribles por las que pasan a lo largo de su vida. Está situado en el DF de los noventa. La ambientación está bien hecha pero , repito, al personaje le falta vida.
De todos modos me divertí al principio con las referencias a las costumbres cotidianas de la gente, me reí mucho porque eran cierta, copiadas de la realidad. Después le empezó a ir mal, aunque también tuvo bueno momentos en su vida, pero el libro cada vez se ensombrecía más con la continua mala suerte de la protagonista. No es una casualidad que al final muere relativamente joven, cincuenta años, totalmente acabada por sus malos aconteceres.
Tuve qué detenerme a pensar, a elaborar el malestar que el libro me producía, pues las tragedias eran totalmente reales, algunas de las cosas que platica me pasaron a mí.
Su estilo es único, muy personal, hasta donde conozco no conocía a nadie que escribiera como ella. En ello ha triunfado la escritora. Pero encontré muchos detalles en la novela que no eran creíbles, de repente parecía que la protagonista vivía una vida de caricatura con personajes de caricatura, apenas dibujados, medio fantasmales. He terminado de leer la novela y su estilo es tan fuerte y arrasador que dan ganas de escribir como ella, así que no voy a leer otra cosa de ella por un buen rato. Pero en general me gustó.